La lucha de las tejedoras indígenas mexicanas en defensa de sus creaciones

Su batalla es más que simbólica cuando México celebra este mes el bicentenario de la Independencia, poniendo el acento en la reivindicación y resistencia de los pueblos originarios.

Guardar

En el patio de la casa de Julia Pérez, una emprendedora artesana tzotzil de 39 años, el bullicio y las risas de sus compañeras tejedoras rompe el silencio vespertino de Zinacantán, Chiapas, donde por momentos solo se escucha el rumor del viento y de las hojas de los árboles.

Sentadas sobre mantas para amortiguar la dureza del piso, usan el tradicional telar de cintura para hilar lienzos con elegantes combinaciones cromáticas.

Sean colores tierra, rojo intenso o patrones de blanco y negro, una sobria belleza predomina.

Juana Pérez, usa un telar de cintura para hacer una tela, en Zinacantán, estado de Chiapas, México
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Juana Pérez, usa un telar de cintura para hacer una tela, en Zinacantán, estado de Chiapas, México FOTO: PEDRO PARDO / AFP

Valorar adecuadamente su tiempo, su creatividad y los beneficios futuros han sido conceptos clave que estas artesanas han adquirido gracias al encuentro con otras dos mujeres, Dulce Martínez de la Rosa y Daniela Gremion, cosmopolitas y citadinas pero igualmente devotas del arte tradicional mexicano.

Gremion conoció a Pérez hace más de 10 años, constató la calidad de su trabajo y le propuso una colaboración que incluye asesoría para valorar sus creaciones, diseños conjuntos y la comercialización de finas prendas.

Desde entonces iniciaron un camino de aprendizajes mutuos, pero sobre todo de confianza y amistad.

FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
“Ahí va mezclado nuestras ideas, que no se pierda nuestra tradición, nuestra cultura, nuestros tejidos, por eso es que siempre lo usamos en los diseños”, dijo Pérez a la AFP sobre la inspiración de colores y tramas.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
“Ahí va mezclado nuestras ideas, que no se pierda nuestra tradición, nuestra cultura, nuestros tejidos, por eso es que siempre lo usamos en los diseños”, dijo Pérez a la AFP sobre la inspiración de colores y tramas. FOTO: PEDRO PARDO / AFP

- Apropiación cultural -

Bajo la marca Fábrica Social, el proyecto de De la Rosa y Gremion, las mujeres de Zinacantán y otras artesanas en seis estados mexicanos buscan mejorar las condiciones laborales y combatir desigualdades del negocio.

Daniela Gremion (C), de la empresa "Fabrica Social", imparte un taller de comercio justo a un grupo de mujeres indígenas mayas tzotziles en Zinacantán, estado de Chiapas, México.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Daniela Gremion (C), de la empresa "Fabrica Social", imparte un taller de comercio justo a un grupo de mujeres indígenas mayas tzotziles en Zinacantán, estado de Chiapas, México. FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Una mujer indígena maya tzotzil desenrolla los hilos para usar un telar de cintura para hacer una tela.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Una mujer indígena maya tzotzil desenrolla los hilos para usar un telar de cintura para hacer una tela. FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP

Tras detener su labor, las tejedoras colocan sillas y una mesa para trabajar en el patio. Gremion inicia entonces el repaso de conceptos básicos sobre costos, gastos y otros aspectos para alcanzar una meta crucial pero compleja: un comercio justo.

Con entusiasmo de colegialas, las artesanas escuchan y debaten con enjundia sobre sus tiempos y necesidades y la forma correcta de cotizarlas.

“Es una herramienta que nos ayuda mucho a llegar a un precio de un producto que muchas veces es casi invaluable”, explica Gremion, de 40 años, tras culminar el taller.

FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Dulce Martínez de la Rosa muestra prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Dulce Martínez de la Rosa muestra prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México. FOTO: PEDRO PARDO / AFP

Más allá del valor económico, el arte textil de muchos pueblos indígenas mexicanos representa un patrimonio cultural e histórico sistemáticamente visto como usurpado por grandes casas mundiales de la moda.

Desde 2019, el gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador ha exigido explicaciones públicas a diseñadoras como la venezolana Carolina Herrera y la francesa Isabel Marant, y a marcas como Zara, Rapsodia o Anthropologie por la “apropiación cultural indebida” de elementos indígenas en sus colecciones.

“No es justo que nos hagan esto como indígenas (...) Que no somos famosas como ellas, pero no es justo que nos usen”, opina Pérez.

Vista de un telar de cintura en Zinacantán
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Vista de un telar de cintura en Zinacantán FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Una mujer trabaja confeccionando prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Una mujer trabaja confeccionando prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México FOTO: PEDRO PARDO / AFP
María López, de 50 años, usa un telar de cintura para hacer una tela en Zinacantán
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
María López, de 50 años, usa un telar de cintura para hacer una tela en Zinacantán FOTO: PEDRO PARDO / AFP

- “Con todo el corazón” -

Para De la Rosa, de 42 años, que grandes marcas se adueñen del patrimonio indígena “sin ningún costo ni responsabilidad” demuestra la asimetría de poder entre empresas trasnacionales y creadores mexicanos, herencia de antiguos “regímenes coloniales”.

“Las artesanas de este país y su trabajo, sus técnicas y sus procesos tendrían que ser igual de conocidos que Carolina Herrera, Isabel Marant, Zara o Mango y esa es la verdadera lucha”, añade desde su taller en Ciudad de México.

En medio de los festejos de la Independencia, De la Rosa reflexiona sobre el contexto global. “Vivimos en un sistema económico que es absolutamente colonial todavía (...), estamos hablando de los grandes capitales todo el tiempo”.

Juana Pérez, de 49 años, se prepara para usar un telar de cintura. 
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Juana Pérez, de 49 años, se prepara para usar un telar de cintura. FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Dulce Martínez de la Rosa muestra una etiqueta que llevará las prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Dulce Martínez de la Rosa muestra una etiqueta que llevará las prendas confeccionadas con telas creadas en comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México. FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
FOTO: PEDRO PARDO / AFP

Fábrica Social es uno de varios proyectos convocados por el ministerio de Cultura mexicano para la plataforma “Original”, que busca rescatar sus experiencias para impulsar “colaboraciones éticas” entre grandes empresas y artesanos, respetando sus derechos colectivos y creativos.

En Zinacantán, Sara Pérez, de 31 años, prima de Julia y parte del proyecto, confirma el anhelo común de trascender defendiendo su talento e identidad.

“Nos gustaría que reconocieran nuestro trabajo porque está bien hecho, está bien elaborado, está hecho con todo el corazón y además estamos trabajando con materiales hechos en México”, subraya.

Una mujer trabaja en una tienda de prendas confeccionadas con telas creadas en las comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México.
FOTO: PEDRO PARDO / AFP
Una mujer trabaja en una tienda de prendas confeccionadas con telas creadas en las comunidades indígenas mexicanas de la empresa "Fabrica Social", en la Ciudad de México. FOTO: PEDRO PARDO / AFP

INFORMACIÓN Y FOTOS: AFP

MÁS GALERÍAS:

Guardar

Más sobre este tema

MÁS NOTICIAS