La mítica Confitería Del Molino, emplazada frente al Congreso Nacional, celebra sus 105 años. Fue inaugurada el 9 de julio de 1916 para la celebración del Centenario de la Independencia Su fachada lateral vista desde Callao, un emblema del Art Nouveau en la Argentina. Este edificio fue testigo de los grandes episodios de la historia del siglo XX, sin embargo después de nueve décadas debió cerrar sus puertas en 1997. Fue expropiada y quedó a cargo en la actualidad de una Comisión Bicameral del Congreso que debe velar por su cuidado y recuperación. La puesta en valor del edificio empezó en 2018, y está en su recta final. Se puede volver a admirar todo el esplendor de la opulenta marquesina. Tiene 160 metros cuadrados y más de 150 paños de vitrales La marquesina tapada, previo al inicio de la minuciosa tarea llevada a cabo por al menos 40 especialistas El deterioro progresivo quedó grabado en los casi 6.900 m2.
Recién se tomó una acción concreta en el año 2014, cuando se expropió mediante la Ley 27.009, y se lo transfirió al Congreso de la Nación En detalle la suntuosa marquesina de hierro con sus luminarias y vitrales. De 42 metros cuadrados de superficie, el sector restaurado íntegramente consta de 56 paños de vitrales. Los avances de la restauración de cara a su reapertura prevista para fin de año En la primera planta funcionaba la confitería. Fueron los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna que crearon la Confitería del Molino, en homenaje al Lorea, primer molino harinero de la ciudad de Buenos Aires. Convocaron al arquitecto italiano Francesco Terenzio Gianotti para liderar la obra que se hizo en un año. Buena parte de los elementos ornamentales del Molino son italianos o de otros países europeos como los pisos, las molduras, los rosetones, y las terminaciones en bronces En el primer piso el salón principal, siguiendo el estilo del Art Nouveau. Este espacio volverá a funcionar como lugar de celebraciones. En el siglo pasado fue sede de los casamientos, fiestas de la alta sociedad, y reuniones políticas El vitral del salón principal marcado por el paso del tiempo sin luz, ni brillo El imponente vitral del salón principal hoy, con sus 117 paños, y sus arañas de caireles originales. Además, le sumaron luces LED La cúpula como fue encontrada sin sus vitrales originales, ni ornamentos característicos. El paso de los años, a la vez, afectó a la construcción, que sin mantenimiento se fue convirtiendo, de a poco, en un peligro por posibles derrumbes y desprendimientos. Los leones alados no estaban cuando se comenzó la obra, se descubrieron a partir de imágenes históricas. Para restaurarlos se trabajó con fotos y tecnología de modelado 3D Se puede acceder por una escalera caracol al interior de la cúpula y ver en detalle los vitrales realizados de manera artesanal. Una labor que llevó casi un año María Paula Farina Ruiz es técnica superior en vitrales encargada de la minuciosa tarea. Son 1200 m2 de vitrales verticales, horizontales, en puertas, ventanas en todo el edificio La cúpula abandonada a punto de desaparecer. Se necesitaron 40 especialistas para los distintos talleres: vitrales, maderas, estucados, terminaciones superficiales, moldería, electricidad y otros… Entre las tareas ya terminadas se cuentan la restauración total de la azotea y la torre cúpula, que incluyó la puesta en marcha e iluminación de las aspas, la restitución de los cuatro leones alados y de los ocho paños vitrales retroiluminados. Durante el aislamiento por la pandemia de COVID-19, las obras continuaron. En forma domiciliaria se hicieron tareas de fichaje, planos, catalogación del material arqueológico que se halló en el edificio y se preparó documentación para licitaciones de obras que están actualmente en curso. En el subsuelo funcionó la pastelería con sus maquinarias imparables, donde se encontraron utensilios de moldería de la época para hacer los tradicionales postres La vajilla y el menú utilizado entre los años 1930 y 1950, otras de las reliquias que permiten reconstruir la historia del lugar En el subsuelo se preparaban los postres. Carlos Gardel marcó un verdadero hito de la confitería: en una ocasión encargó una torta en honor a su amigo, el jockey Irineo Leguisamo En los pisos superiores del local se alquilaban habitaciones y departamentos privados. Estos aún no fueron intervenidos en su totalidad Los pisos privados conservan la estética del edificio con los mosaicos, las paredes revestidas en roble y los ventanales La puesta en valor aún no comenzó en el sector de viviendas Se estima que la reapertura final será en los últimos meses del 2021. Para celebrar estos 105 años la confitería quedará iluminada y se harán recorridos virtuales por las redes sociales. Fotos: Nicolas Stulberg y Guadalupe Alonso
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El impactante antes y después de la histórica Confitería del Molino luego de su restauración