Gigi tiene 19 años, aspira a ser actriz, lleva 12 meses sin consumir drogas y con apoyo del DIF fue rescatada de Puebla, donde su madre ejercía violencia hacia ella por ser una mujer transexual.
Refugio Casa Frida recibió a Gigi hace siete días. Se trata de un espacio que brinda apoyo a la comunidad LGBT+ que huye de entornos violentos en sus círculos familiares y sociales. Da acompañamiento legal y psicológico para las personas que llegan. No existe un límite de edad para el ingreso. Se encuentran por igual un chico de 14 años que un adulto mayor de 60 años.
Bladi tiene 26 años, recuerda el momento en que su madre lo descubrió con un chico a los 15. Él esperaba cada viernes para poder verlo, después de confesarle a su madre que es gay, ella lo golpeó diciéndole “yo no hice nada para que me sucediera eso”. “Yo creí que iba a ser más comprensiva, pero no”, contó a Infobae México.
Una misión en Casa Frida es la reintegración, principalmente al núcleo familiar. Con el apoyo de psicólogos buscan crear un vínculo en el caso de quienes huyen del hogar. También, se les brinda la oportunidad de tener un hogar temporal para que puedan encontrar un empleo y estabilidad económica, teniendo como finalidad abrir paso a una vida libre e independiente.
Gigi mantiene una demanda en contra de su madre por discriminación. Recuerda con dolor el momento en que decidió sincerarse con ella, “a los 8 años le dije a mi mamá que era trans, yo ya me ponía pelucas, yo ya quería andar de niña todo el tiempo”, dijo a Infobae México. Después de hacerlo, su madre se molestó y no le quedó más que esperar la mayoría de edad para intentar hablarlo de nuevo.
Una tía de Bladi sugirió llevarlo a un encuentro religioso que realmente era una terapia de conversión, en la que recibió violencia psicológica y física. Bladi tiene un diagnóstico de bipolaridad y trastorno límite de la personalidad, actualmente toma medicamentos que recibe del seguro que tiene por parte de la universidad, estudia ingeniería en gestión de proyectos, además de iniciar recientemente una segunda carrera en herbolaria y fitoterapia, su meta es crear una empresa de cosmética natural.
En su entorno familiar la violencia se intensificó, en una discusión con su madre, Bladi respondió a las agresiones físicas y posteriormente lo corrieron de casa. Después de dormir en la calle, pasar por casa de amistades y un familiar, le recomendaron pedir ayuda en Casa Frida, donde está a punto de cumplir un mes.
Gigi consumía drogas, al cumplir 17 años fue anexada a un centro de rehabilitación donde intentó desaparecer el modo en el que se sentía identificada como mujer, “pero no pude, en esos 6 meses no se me quitó”. Intentó enfrentar a su madre de nuevo cera de cumplir 18 años, “yo soy una chica trans”, le dijo, pero no recibió apoyo y recuerda sus palabras acompañadas de golpes: “Yo no quiero en mi casa a un maricón”. La violencia se intensificó.
“Siempre subía en las noches y me pegaba, pero como yo estaba drogada, no gritaba, solo me alejaba de ella”, relató Gigi. Durante meses trabajó en el negocio familiar, donde no recibía sueldo y constantemente estaba expuesta a insultos y golpes por parte de su madre y compañeros.
Cansada, decidió buscar en internet cómo defenderse siendo una chica trans. Confiando en su instinto femenino, buscó al DIF pese a ser mayor de edad, donde la apoyaron con abogados y fue trasladada a Ciudad de México para ingresar a Casa Frida. En el refugio le regalaron ropa de mujer. Recibió acompañamiento psicológico para no recaer en las drogas y mantener la motivación de cumplir sus sueños.
En un futuro desea realizarse la operación de senos y la vaginoplastía.
“Me costó mucho trabajo aceptar que era gay, cuando era niño, recuerdo que le decía a Dios y al niño de antorcha ‘por favor, hagan que me gusten las niñas o háganme mujer’”, contó Bladi.
Ahora está en proceso de descubrir a Tamara, su nombre travesti. Recuerda que de niño tomaba las pinturas y ropa de su madre, con puertas de clóset creaba una pasarela, poca música y modelaba para sí mismo, ahora, en Casa Frida, tuvo la oportunidad de vestirse como mujer y maquillarse, sintiéndose totalmente segura.
En Casa Frida cada quien tiene una historia diferente, pero hay un factor común, el apoyo mutuo.