José Manuel descubrió por accidente un remedio a sus crisis epilépticas durante unas vacaciones en Colorado, EEUU. Mientras esquiaba, sintió que la luz que percibía comenzaba a desvanecerse, era una señal de alerta, si su vista se tornaba totalmente oscura, perdería el conocimiento.
“Jálale, te va a hacer paro”, le dijo uno de sus amigos refiriéndose al vaporizador de CBD que previamente había comprado. Su episodio se detuvo “esto es medicamento de rescate, esto me saca de las crisis, ahí me cambió todo el chip”, contó a Infobae México al recordar lo sorprendido que estaba al haber encontrado un remedio que no fueran los medicamentos de farmacia que tanto daño ya le habían causado.
El cannabidiol, mejor conocido como CBD, es uno de los principales componentes de la cannabis y no es psicoactivo. Tiene propiedades medicinales que se usan mayormente para tratar dolores crónicos, ansiedad y epilepsia.
José presentó su primer crisis epiléptica a los 21 años, el detonante fue la carga de estrés por final de semestre en la carrera de diseño industrial, estaba en casa con sus padres cuando perdió el conocimiento. Se mantuvo siete años con medicamentos que entre los efectos secundarios se encuentra: somnolencia, cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, problemas estomacales, deterioro cognitivo, depresión, náuseas, debilidad, dificultad para respirar, vómito, pensamientos suicidas, etcétera.
“No podía hacer nada, estaba totalmente dopado, me dijeron que esa iba a ser mi nueva vida”.
Actualmente en México sigue siendo ilegal el cultivo de cannabis para su uso medicinal o lúdico. Los amparos resultan en trámites largos que no siempre son aprobados, razón por la que muchos prefieren no solicitarlos, como es el caso de Sofía, madre que cultiva para su hija de 9 años con epilepsia y que diariamente cuida que sus vecinos no se den cuenta de las plantas que debe tener en exterior.
José cuenta con el amparo desde abril de 2020. Todo el conocimiento que ha adquirido fue de manera empírica. Un viaje de tres semanas en 2015 a Colorado, EEUU, le permitió experimentar entre distintos tipos de cannabis para entender las reacciones que su cuerpo tenía, además de aprender desde 2012 sobre el cultivo en casa mediante prueba y error.
Después de participar activamente en la lucha por la importación a México de medicamentos con cannabis, decidió volverse activista y pelear la legalización del cultivo en casa. Fundó AMEM, Autocultivo Medicinal En México, con la finalidad de acercar a más personas a la planta y poder tratar desde dolores crónicos, hasta epilepsias severas, cáncer y tumores.
Creó manuales en español que resumen el autocultivo, las propiedades de cada cepa o tipo de planta, sus usos y proceso del tratamiento con cannabis, ya que la mayoría de los libros y estudios están escritos en inglés.
De este modo llegó Sofía, su hija “E”. Inició con crisis al año de edad, pero al llevarla a urgencias, no quisieron realizarle estudios. A los tres años inició con cinco episodios de un minuto cada uno durante el día y 20 diarios nocturnos, sus medicamentos de farmacia no los disminuían y le comenzaron a causar fuertes efectos secundarios en su estado anímico y su rendimiento durante el día, además de ocasionarle pérdida del cabello acompañado de una dependencia a los fármacos.
Cuando “E” cumplió siete años de edad, Sofía vio una entrevista en televisión donde José hablaba sobre el autocultivo de cannabis y AMEM. Lo contactó y aprendió a cultivar, ahora hace los aceites para su hija, quien por las noches llega a presentar una o dos crisis, una en el día con duración máxima de 20 segundos y sus fármacos los ha disminuido de manera lenta.
José tomaba 3,000 mg diarios de sus medicamentos para epilepsia, asegura que el síndrome de abstinencia que genera hace más complicado bajar la dosis. Después de un año y medio, toma 250 mg al día. Para reducirla, fue necesario aumentar el consumo de THC (tetrahidrocannabidol), una propiedad psicoactiva de la cannabis que multiplica el efecto de los fármacos sin la necesidad de ingerir grandes cantidades de sus químicos.
“La planta es bastante noble, pero te puedes llevar sustos”, nos dijo José al mencionar que la cannabis no tiene un consumo que en sobredosis pueda ser mortal, pero sí tiene consecuencias que podrían generar una baja de presión arterial o pensamientos de la posibilidad de morir durante los efectos de la planta. Razón por la que destaca la importancia de un consumo responsable e informado.
“No busco curar mi epilepsia, sino manejarla lo mejor posible”, estableció José.
José asegura que existe un modo de mejorar la calidad de vida. El cuerpo humano tiene un sistema llamado endocannabinoide, el cual cuenta con receptores por todo el cuerpo que se encargan de mandar señales para modular el organismo, es decir, entre sus actividades está la regulación de la percepción del dolor, funciones cardiovasculares, gastrointestinales y hepáticas. “Mediante el cual se puede aprender a controlar el cuerpo con el uso de canabinoides, tenemos que hacer que esta información sea accesible en México”, mencionó José.
El autocultivo de cannabis le dio una alternativa a José para tratar la epilepsia sin efectos adversos de los fármacos. Las cuida para que todo el proceso sea artesanal, por lo que las lluvias acompañadas de granizo han sido preocupantes para él por la posibilidad del daño a las plantas ya sea por ahogamiento o que puedan romperse. Pero también las protege de los hongos y de que la cantidad de nutrientes que reciban sea la correcta.
“Prefiero dedicarle un rato todos los días a mi cultivo, disfruto tomar mi medicina, disfruto a cierta hora del día sentarme darme dos tres toques con mi medicina y saber que todo va a estar bien y disfrutar el efecto que la medicina me produce”.
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