El abandono que tienen las sedes olímpicas de Río de Janeiro a seis meses de haber vivido su último destello deportivo es preocupante e impactante. Una investigación que encabezó el diario brasileño O'Globo develó el estado de descuido que tienen las instalaciones construidas para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Piletas inundadas, campos de golf destruidos, butacas abandonadas en un depósito, vandalismo en la señalética y en las obras de arte para embellecer los exteriores, son algunas de las postales que deja el recorrido por las sedes que el 18 de septiembre recibieron público por última vez con la ceremonia de clausura de los Paralímpicos.
El campo de golf significó una inversión de 20 millones de dólares y está luchando para conseguir nuevos jugadores que permitan costear el alto mantenimiento. "Estamos decepcionados. Creemos que este puede ser otro ejemplo de tener que golpear un punto bajo antes de que las cosas mejoren", señaló el arquitecto de este terreno, Gil Hanse.
El mítico Estadio Maracaná es otro interesante paradigma de la bonanza y la caída acentuada que significaron los Juegos. La última vez que tuvo un evento fue en diciembre cuando se jugó un partido a beneficio organizado por Zico. Allí ya se vislumbraban las problemáticas que lo dominan.
El campo de juego está inutilizable, producto de los intrusos, los perros callejeros y los gusanos que dañaron la superficie de juego. Hay ventanas rotas, los alambres de cobre fueron arrancados de las paredes y los techos, además de que se reportó que el 10% de los 78 mil asientos están estropeados.
Apenas unos días atrás, la compañía eléctrica cortó el suministro de energía del estadio a raíz de las facturas sin pagar que acumulan alrededor de un millón de dólares.
Todo este contexto decanta en que no hay un dueño del Estadio Maracaná. Nadie sabe quién debe hacerse cargo del símbolo deportivo de Brasil desde que terminaron los Juegos. El gobierno estatal y la empresa Maracana S.A. argumentan que no son responsables del mantenimiento.
El diario británico The Guardian se hizo eco del tema y asegura que los ladrones furtivos que aprovechan la falta de serenos se llevaron desde los extintores y los televisores, hasta el busto de bronce de periodista Mario Filho, quien desde 1964 le entrega el nombre formal a la cancha.
"Las preocupaciones sobre el presente y el futuro del estadio solamente están aumentando", señalaron desde la Federación de Fútbol de Río de Janeiro el mes pasado como respuesta a los pedidos de informes de cómo se encontraba la sede que utilizan los equipos de fútbol de la ciudad –Botafogo, Flamengo, Fluminense y Vasco da Gama–. Actualmente, también está cerrado para los turistas.
En la zona oeste de la ciudad, el Parque Olímpico fue uno de los epicentros de los Juegos y ahora debió cerrar las puertas a los ciudadanos de cuatro sitios: el centro de tenis, el velódromo y dos centros deportivos.
En la época que se celebraron los Olímpicos y los Paralímpicos, el Parque recibía 150 mil personas por día. El Ministerio de Deportes es el encargado de administrar este monstruoso espacio, pero todavía no anunció un plan en ellos. Mientras se desmantelan las últimas instalaciones, se planifica el futuro que va desde colaborar con las escuelas de la ciudad entregándole instalaciones hasta traspasarlo al sector privado.
"Todo esto coincidió con la recesión económica. El auge en Río fue más intenso debido a los Juegos Olímpicos. Ahora la caída es más intensa por el mismo motivo. Todo el mundo está sufriendo este momento", aseguró Theresa Williamson, directora ejecutiva de Catalytic Communities, una organización que ayuda a las favelas.
El Parque Olímpico vibró levemente en los últimos días por unas pocas horas, cuando transformó las canchas de tenis Olímpicas en un estadio de beach voley. Sólo sirvió para que los espectadores vean de cerca la desidia. "Es un abandono, un desprecio por el dinero público", le dijo Wanderson Wygers a O'Globo, uno de los espectadores que se acercó.
La región Deodoro albergó competencias de hipismo, ciclismo mountain bike y BMX, pentatlón moderno, tiro deportivo, canotaje slalom, hockey sobre césped, baloncesto, rugby, tiro deportivo, hipismo y esgrima en silla de ruedas de los Juegos Paralímpicos. Hoy no escapa a la realidad general.
El recinto alojó la segunda mayor concentración de disciplinas olímpicas y se esperaba que sea convertido en una zona de parques y recreación luego de la cita. Los encargados no confirmaron el proyecto y se finalizó el contrato de la empresa que lo opera en diciembre pasado. Deberán llevar a cabo otra licitación para elegir a un nuevo administrador de la zona con la esperanza de reabrir en marzo.
La villa olímpica que albergó a los atletas y recibió cuestionamientos por los deportistas permanece abierta, pero el anhelo inicial de que los ciudadanos se conviertan en los dueños de las viviendas se transformó en una quimera. Los precios son demasiados altos y el nuevo alcalde pretende entregar préstamos a bajas tasas para que integrantes de entidades civiles como la marina y el ejército tengan facilidades.
Whilliamson aseguró que alrededor de 80 mil ciudadanos sin recursos fueron reubicados para generar el espacio en el que se construyeron las nuevas instalaciones para los juegos. "En su mayor parte, ahora viven en peores situaciones que antes", afirmó.
La única mirada positiva que encontró sobre el paso de la cita olímpica fue la mejora en el transporte público, aunque eso se hace evidencia en las zonas más ricas de Río.