Las ofertas de empleo se han mantenido elevadas o han ido en aumento en diversas partes del mundo, a pesar de la ralentización del crecimiento mundial y la restricción de los mercados crediticios. Los países de todo el mundo han tomado medidas para hacer frente a esta inusual escasez de trabajadores, pero las soluciones poco sistemáticas pasan por alto la transformación del mercado laboral mundial, las formas fundamentales en que ha cambiado desde la pandemia y las consecuencias de la transición demográfica en todo el mundo.
El crecimiento mundial se ha ralentizado desde 2022, ya que diversas perturbaciones y conflictos han dañado y siguen amenazando la economía mundial. Con unas condiciones crediticias más restrictivas en todas partes y las empresas aún tambaleándose por la inflación, se prevé que el desempleo aumente constantemente en los próximos años.
Sin embargo, el número de vacantes de empleo -puestos desocupados que las empresas están deseosas de cubrir- sigue siendo sorprendentemente alto o incluso cercano a máximos históricos en diversas partes del mundo. Incluso en los mercados en los que las ofertas de empleo han tendido a la baja en los últimos meses -como Australia, Canadá, Dinamarca, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos- siguen siendo inusualmente elevadas y superiores a la media anterior a la pandemia. En otros países, como Alemania, Bélgica, Chipre, España, Grecia, Letonia y Lituania, se han mantenido altas o han aumentado.
El número real de vacantes podría ser aún mayor si tenemos en cuenta que las empresas pueden estar desanimadas a la hora de publicar nuevas vacantes, al no haber encontrado previamente trabajadores cualificados. En Alemania, aunque el número de vacantes registradas es de unas 700 mil, el Gobierno calcula que la cifra real se acerca más a los 2 millones.
El desajuste entre las cualificaciones que tienen los trabajadores y lo que necesitan los empresarios supone un obstáculo importante para cubrir las vacantes de empleo. La realidad es cruda: mientras que el mercado laboral rebosa de oportunidades, el desajuste en las cualificaciones deja muchos puestos sin cubrir, incluso cuando el desempleo es alto o va en aumento.
Escasez de cualificaciones
En Ontario (Canadá), el sector manufacturero tiene dificultades para cubrir los puestos, con más de 18.900 vacantes y una inminente afluencia de más de 7.000 empleos en el sector de los vehículos eléctricos en los próximos dos años. A finales de 2022, Australia se encontró con un escenario similar, con ofertas de trabajo que superaban el número de desempleados.
En Singapur, el mercado laboral pospandémico se caracteriza por un desajuste entre los puestos de trabajo disponibles y las cualificaciones de la mano de obra, lo que se traduce en 1,6 vacantes por cada desempleado. En toda Europa, la larga lucha por encontrar suficientes trabajadores cualificados en el sector de la construcción se ha visto exacerbada por un aumento de la demanda tras la pandemia, lo que indica un reto más amplio y global.
La grave escasez de mano de obra cualificada se considera ahora un obstáculo para el crecimiento económico. En Alemania, las perspectivas de crecimiento económico se sitúan ahora en el 0,7%, muy por debajo de su media a largo plazo del 2%, debido en parte a la escasez de trabajadores. Las empresas deseosas de crecer y aprovechar las nuevas oportunidades del mercado se ven obstaculizadas por la dificultad de encontrar trabajadores con las cualificaciones adecuadas.
Este desfase entre los puestos de trabajo disponibles y las cualificaciones de los demandantes de empleo no sólo pone de manifiesto la ineficacia de las actuales estrategias de desarrollo de la mano de obra, sino que también subraya la urgente necesidad de que los programas educativos y de formación profesional den un giro. Representantes de la industria de todos los países han argumentado que estos programas deben evolucionar rápidamente para satisfacer las demandas de un mercado en rápida evolución, en el que el impulso de las tecnologías con bajas emisiones de carbono y el ritmo de la digitalización están acelerando la demanda de nuevas cualificaciones especializadas.
En busca de soluciones
El aumento de las ofertas de empleo y la escasez de trabajadores refleja varias tendencias subyacentes. Tras una recesión en 2020, la economía mundial experimentó un fuerte repunte, con un aumento del 6,3% en 2021 y del 3,4% en 2022, lo que, a su vez, estimuló un repunte de las ofertas de empleo. La segunda pieza del rompecabezas podría estar relacionada con la reducción de los flujos de inmigración debido a la COVID-19.
La pandemia llevó a muchos trabajadores a abandonar sus países de acogida, mientras que los sistemas de inmigración se enfrentaron a retrasos en la tramitación de visados, creando como resultado lagunas de trabajadores. En tercer lugar, el estancamiento salarial ha sido un problema persistente. Por ejemplo, en Australia, aunque los salarios han experimentado cierto aumento, no han logrado equipararse al incremento del coste de la vida. Por último, las circunstancias nacionales específicas también influyen, como los retos del mercado laboral del Reino Unido tras el Brexit.
En respuesta, los gobiernos han empezado a tomar medidas para contratar a más trabajadores inmigrantes o formalizar su situación. A finales del año pasado, Grecia aprobó una nueva legislación que concede a miles de inmigrantes indocumentados derechos de residencia, siempre que consigan un empleo. Altos funcionarios alemanes han llegado a admitir que el país no podría cerrar su creciente brecha de mano de obra sin la mano de obra inmigrante.
Berlín ha introducido varios cambios legislativos para que Alemania resulte más atractiva a los trabajadores inmigrantes, como simplificar el camino hacia la ciudadanía, acelerar la tramitación de visados y reconocer las cualificaciones extranjeras en el mercado laboral. Es posible que otros países sigan su ejemplo.
También se están estudiando nuevas modalidades de trabajo, como la semana laboral de cuatro días. En Alemania, desde febrero, docenas de empresas han puesto a prueba una semana laboral de cuatro días. La idea es que una semana laboral más corta podría aumentar la motivación y la productividad de los trabajadores y, de paso, aliviar la escasez de mano de obra. Otros países europeos están realizando pruebas similares.
Mientras tanto, al menos en una ciudad alemana, las empresas públicas contratan a estudiantes para paliar la escasez de trabajadores. Sorprendentemente, algunos estados de EE.UU. se han planteado suavizar las leyes sobre trabajo infantil y permitir que los establecimientos contraten a más adolescentes, porque se cree que la política de inmigración es más controvertida.
Una transición demográfica mundial
Mientras tanto, una desaceleración económica podría ocultar temporalmente la tendencia subyacente de aumento de las ofertas de empleo. Tomemos el ejemplo del Reino Unido, donde la contracción económica en curso hace aumentar simultáneamente las tasas de desempleo y disminuye el número de puestos disponibles. Del mismo modo, en Dinamarca, la recesión hacia finales de 2023 parece haber contribuido a una disminución de las ofertas de empleo. A medida que estas economías acaben por recuperarse, es probable que veamos un resurgimiento de la escasez de mano de obra y de las vacantes.
Sin embargo, las medidas puntuales por sí solas no resolverán el problema, ya que se está produciendo una transición demográfica a más largo plazo en todo el mundo. En todas las economías avanzadas, las vacantes sin cubrir aumentarán debido al envejecimiento de la población. Las estimaciones oficiales sugieren que la envejecida sociedad alemana se quedará sin siete millones de trabajadores cualificados en 2035.
En Japón, la población en edad de trabajar alcanzó su máximo en 1998 y, desde entonces, su número no ha dejado de disminuir. EE.UU. está a punto de experimentar un aumento del empleo, con previsiones que apuntan a 11,9 millones de nuevos puestos en 2030, pero la población activa nacional va camino de disminuir en 3 millones, incluso cuando la economía clama por trabajadores.
Las poblaciones de todo el mundo envejecen con rapidez, una tendencia de la que no se libran ni siquiera los países tradicionalmente emisores de mano de obra y con menores ingresos, siendo África la única excepción. Esta realidad indica que no bastaría con políticas migratorias más abiertas dirigidas a estos países tradicionalmente emisores, un cambio político significativo prácticamente inalcanzable en el panorama político actual.
Los países de América Central tienen ahora tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo, haciéndose eco de la preocupación de que muchos países de origen de emigrantes y países de renta baja serán “viejos antes de hacerse ricos”. Si bien será importante facilitar el acceso de los trabajadores migrantes africanos a los mercados laborales de altos ingresos, igualmente vital es la inversión en su educación y formación, garantizando que los trabajadores africanos aprovechen plenamente las oportunidades en el extranjero.
Una mano de obra en crisis
Además de un mundo que envejece, la Gran Dimisión es real, ya que muchos trabajadores han abandonado la población activa desde la pandemia. En EE.UU., una cifra sin precedentes de 50 millones de trabajadores renunciaron en 2021 y 2022, reflejando una creciente insatisfacción con el trabajo tras la pandemia de COVID-19. Aunque inicialmente se percibió como una tendencia predominantemente estadounidense, los datos sugieren que esta insatisfacción general se ha extendido a otras partes del mundo.
Francia fue testigo de un récord de 2,7 millones de dimisiones voluntarias en 2022, con tendencias similares observadas en toda Europa, aunque en Asia se produjo un descenso de las dimisiones. En Australia, hay signos crecientes de un descontento similar entre los trabajadores. E incluso en EE.UU., donde las tasas de renuncia han caído recientemente, ciertas industrias como los servicios de cuidado personal siguen registrando tasas de renuncia superiores a la media.
La escasez de mano de obra que observamos puede atribuirse en parte al devastador impacto de COVID-19, incluidos los efectos persistentes de COVID de larga duración. En EE.UU., la población activa no sólo ha llorado la pérdida de más de un cuarto de millón de personas en edad de trabajar a causa del virus, sino que también ha experimentado una reducción duradera, con una cifra más de dos veces superior en los distintos grupos de edad que se han retirado del empleo. Especialmente afectadas se vieron las comunidades migrantes, que sufrieron tasas de mortalidad por COVID-19 más elevadas, lo que agravó aún más la disminución de la mano de obra migrante disponible.
Tras la pandemia, se ha producido un cambio pronunciado en las preferencias laborales, con una creciente demanda de horarios reducidos, mayor flexibilidad y mejor conciliación de la vida laboral y familiar. En EE.UU., un número considerable de empleados, para los que la dimisión no es una opción viable, han expresado una clara preferencia por condiciones de trabajo más flexibles, oportunidades a distancia y un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, un legado duradero del impacto de la pandemia en las normas del lugar de trabajo.
En Singapur, los trabajadores están dispuestos a cambiar salario por flexibilidad. Como consecuencia, esta tendencia, sobre todo entre los trabajadores más jóvenes, los que más ganan y las mujeres, ha provocado una reducción de las horas de trabajo en Estados Unidos, agravando aún más la escasez de mano de obra.
El aumento de las vacantes no es sólo una anomalía, sino que indica una profunda transformación que se está produciendo en los mercados de trabajo de todo el mundo. Este cambio abarca no sólo la transición demográfica, sino también los cambios en las preferencias laborales tras la pandemia.
Las soluciones existentes pueden ofrecer un breve alivio, y las recesiones económicas podrían ocultar estos retos temporalmente, pero en última instancia, la resolución requerirá una coordinación mundial como no hemos visto antes. Ha llegado el momento de adoptar enfoques audaces y creativos para movilizar diversas fuentes de mano de obra: aprovechar el rápido crecimiento de la población africana en edad de trabajar, explotar el potencial infrautilizado de los trabajadores de más edad pero aún productivos de los países de renta baja y volver a atraer a los jubilados y a los trabajadores jóvenes insatisfechos de los países más ricos.
Reconocer la interconexión de los retos que tenemos ante nosotros es crucial. Formamos parte de un mercado laboral singular y global. Los problemas a los que nos enfrentamos son comunes, y también deben serlo las soluciones que encontremos juntos.