Qué es el “Síndrome del Caudillo” que se está extendiendo por todo el mundo debido a la desilusión económica

Las elecciones de 2024 se presentan como un escenario crucial donde el populismo y las tendencias antisistema podrían redefinir el panorama político internacional

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Un análisis profundo revela cómo el malestar social y económico alimenta el apoyo a líderes fuertes y no liberales, desafiando las tradiciones democráticas. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un análisis profundo revela cómo el malestar social y económico alimenta el apoyo a líderes fuertes y no liberales, desafiando las tradiciones democráticas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El 2024 será una prueba importante para la democracia mundial. Hay programadas más de 70 elecciones, incluidas aproximadamente 40 para el poder ejecutivo. Pero este año es significativo, más allá del número anormalmente alto de elecciones.

El continuo apoyo generalizado al populismo a nivel global sugiere que las elecciones de 2024 podrían inaugurar una nueva cohorte de gobiernos populistas, y potencialmente, un retroceso más amplio de las normas democráticas en todo el mundo. Y esta tendencia está fundamentalmente impulsada por el desencanto económico y social, junto a un colapso continuo de la fe en el sistema económico existente.

Recientemente, en Fortune realizamos una encuesta a más de 20.000 personas, que ha medido la evolución del sentimiento populista en 28 países desde 2016.

La última encuesta encontró que las creencias antisistemas se basan en un sentido de estancamiento económico y están correlacionadas con un rendimiento económico deficiente, la desigualdad y la nostalgia por el pasado.

La encuesta, por ejemplo, encontró que el 67% piensa que “la economía está manipulada” para beneficiar a la élite.

Su lógica es más o menos la siguiente: ¿Por qué, en un país rico, hay tantas personas pobres? Porque la élite ha manipulado el sistema a su favor. ¿Hacia dónde se vuelven los ciudadanos? Un líder fuerte que pueda recuperar el país de los ricos y poderosos, algo con lo que el 63% de los encuestados está de acuerdo que su país necesita. A menudo llamamos a esto el “Síndrome del Caudillo”. Este síndrome varía de un país a otro, pero la lógica es la misma.

Un sistema de creencias no liberales

Nuestro análisis muestra que se correlaciona fuertemente con diferentes medidas de retroceso democrático, corrupción, otras formas de desorganización social y política. Tal disfunción social puede abarcar desde el irrespeto a las normas de conducta hasta violaciones de principios constitucionales y la interferencia electoral.

Muchos otros indicadores muestran un retroceso democrático significativo durante la última década o más. Freedom House señala que la libertad global ha disminuido por décimo séptimo año consecutivo. Y Transparency International muestra que el mundo ha hecho poco progreso contra la corrupción. Nuestra encuesta demuestra que tal deslizamiento está arraigado en el apoyo popular.

Las figuras antisistema no necesariamente “queman el pueblo” después de ganar Emmanuel Macron, en Francia, y Lula da Silva, en Brasil, ambos cabalgaron fuertes olas de outsiders, pero trabajan dentro del sistema hoy día.

La manifestación de formas más extremas de sentimiento antisistema requiere de un fuerte empresario político para avivar las llamas. Tome a Jair Bolsonaro en Brasil. O Javier Milei en Argentina. O Viktor Orban en Hungría. O Andrzej Duda en Polonia. En última instancia, las creencias antisistemas pueden llevar a una variedad de posibles resultados, algunos más relajados, otros más vigorosos.

Elecciones globales 2024: Un punto de inflexión en la batalla entre el populismo y la democracia tradicional. (REUTERS/Loren Elliott)
Elecciones globales 2024: Un punto de inflexión en la batalla entre el populismo y la democracia tradicional. (REUTERS/Loren Elliott)

Puede haber flujos y reflujos en el fervor populista

En México e Indonesia, el sentimiento populista ha disminuido en los últimos años, mientras que está en aumento en el Reino Unido y Sudáfrica. Análisis pasados sugieren que las elecciones mismas pueden atemperar el descontento popular con el sistema.

Las elecciones de este año serán una prueba sobre si prevalecerá el antisistema. Estamos manteniendo nuestros ojos en varias elecciones.

En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump buscará destronar al candidato más establecido en el titular Joe Biden. Esta es una confrontación clásica que enfrenta al establecimiento contra el antisistema. El contexto es revelador: el 65% de los estadounidenses está de acuerdo en que “nuestra sociedad está rota”.

Sudáfrica tiene un partido establecimiento dominante en el Congreso Nacional Africano (ANC). Desde 2016, la creencia de que “el sistema está roto” aumentó 15 puntos (del 58% al 73%). Esperamos que los altos niveles de sentimiento populista dejen grietas en la fachada del ANC. Cómo se desarrollará esto específicamente es incierto.

De manera similar, en el Reino Unido, es probable que Labour prevalezca sobre los Tories, dos partidos tradicionales. Esto en el contexto de un sentimiento populista en aumento: la creencia de que “la sociedad está en declive” aumentó 30 puntos entre 2021 y 2023 (del 48% al 78%). Incluso si el sistema actual prevalece, las creencias antisistema dejarán su huella, como lo evidencia el ascenso del partido Reform en recientes elecciones parciales.

Gobiernos antisistemas en México, Indonesia e India enfrentan la reelección en 2024. Los tres países registran una fuerte creencia mayoritaria de que el sistema en su país está roto, actitudes que sirven como la subestructura de la legitimidad de los líderes.

Aunque los resultados finales aún no han sido anunciados, el actual Ministro de Defensa de Indonesia, Prabowo Subianto, un exgeneral del ejército, ya ha ganado por un margen convincente. Una barrida en estos países fortalecería el movimiento antisistema globalmente.

Finalmente, habrá una variabilidad significativa en los resultados antisistema alrededor del mundo. Sin embargo, cuando se tome el recuento final, ¿ganarán las fuerzas de la entropía y desorden? ¿O el status quo mantendrá su posición?

No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que el desencanto popular permanece en los corazones y mentes de los ciudadanos globales. Esto debería ponernos a todos en alerta máxima.

(C) 2024, Fortune

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