La COP28 se clausuró el 13 de diciembre de 2023con una declaración histórica sobre las medidas que deben tomarse contra las emisiones de carbono. Por primera vez en las décadas que la COP lleva reuniéndose para debatir sobre el cambio climático, el comunicado oficial publicado al final de la cumbre de este año especificaba que los sistemas energéticos mundiales deben realizar una transición “alejándose de los combustibles fósiles” para que podamos alcanzar nuestros objetivos climáticos.
Se trata de un reconocimiento histórico, pero el texto no especifica con precisión cuándo y en qué medida se producirá esa transición, por lo que muchos críticos tachan el resultado de lavado de cara ecológico.
Esta semana hablé con Emilio Tenuta, Director de Sostenibilidad de Ecolab, sobre la brecha de confianza que existe entre consumidores y dirigentes cuando se trata de actuar contra el cambio climático.
“Tenemos señales claras de que los consumidores no creen que las empresas y los gobiernos sean lo bastante audaces, y creo que el motivo es la falta de planes claros”, afirma Tenuta, refiriéndose al reciente informe de su empresa sobre la gestión del agua.
El estudio Watermark puso de manifiesto que, aunque la mayoría de los encuestados cree que los gobiernos y los líderes empresariales deberían ser responsables de garantizar la seguridad del agua, más de la mitad piensa que esos mismos actores no se están “inclinando realmente” por resolver los problemas del agua o el cambio climático. Ahí radica la brecha de confianza, que también hemos visto en otros sectores.
Hasta cierto punto, esa brecha de confianza es una cuestión de percepción, dice Tenuta, en la que los consumidores u otros observadores externos pueden “carecer de información completa o precisa” sobre las medidas que están tomando los líderes. En otras ocasiones, Tenuta afirma que las empresas suelen “exagerar” sus esfuerzos medioambientales. Resolver ambos problemas depende de la transparencia.
“Para que las empresas sean consideradas realmente creíbles, tienen que ser capaces de documentar un punto de partida y una ambición clara de hacia dónde tienen que ir”, afirma Tenuta.
Cuando una empresa fija un objetivo ambicioso sobre el clima, como eliminar las emisiones para 2050, pero no proporciona información sobre cómo lo conseguirá o incluso sobre cómo medirá sus resultados, es una clara señal de lavado verde. Para ser actores de confianza, los líderes deben ser concretos y responsables. Tenuta afirma: “No basta con hacer el trabajo; la gente también quiere saber que ha sido revisado por terceros”.
Según el informe de Ecolab, los consumidores votan cada vez más con su cartera y favorecen a las marcas que consideran más respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, convencer a los inversores de que adoptar una postura medioambiental es lo correcto requiere un poco más de datos y centrarse más en comunicar los resultados empresariales que los medioambientales.
Según Tenuta, para colmar esa laguna de confianza hay que demostrar que la adopción de una postura medioambiental satisface tres dimensiones: cumple los objetivos empresariales, mejora la eficiencia operativa y, por último, tiene un impacto medioambiental mensurable. No basta con demostrar que algo es bueno para el planeta, también tiene que ser bueno para el negocio.
En cuanto a la Conferencia de las Partes, demostrar que la transición a la energía verde será buena para las empresas siempre ha sido el principal escollo que ha frenado la acción de las empresas de combustibles fósiles, lo que a su vez ha impedido una amplia acción sobre el clima por parte de otras industrias. Más vale que no hagan falta 29 reuniones más para cerrar esas brechas de confianza.
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