Su sonrisa y humor son una marca registrada. El talento corre por sus venas y se mueve como pez en el agua, cuando la luz de una cámara se enciende o se escucha la palabra “Acción”. Toda su versatilidad para el drama o la improvisación, no son casualidad y forman parte del código genético de su padre Alfredo Casero. Nació en junio de 1986 en pleno mundial, y nadie podría imaginar que las vueltas del destino, lo depositarían en los botines del astro que levantó la copa cuando él llegó al mundo.
Nazareno Casero se define como actor y conductor pero es inexplicablemente sencillo y de perfil bajo. Sus anécdotas tienen pinceladas de humor y es imposible no soltar una carcajada con cada una de sus ocurrencias. Los primeros recuerdos de su infancia son tan desopilantes como el maravilloso personaje con el que dió los primeros pasos en Cha cha cha. En pleno auge de uno de los shows más absurdos y surrealistas de la televisión, su padre lo invitó a jugar componiendo al “Alumno Capusotto” donde demostró un sorprendente talento para el humor y la improvisación.
Dió vida a varios personajes pero sin dudas, el western gauchesco “Aballay: el hombre sin miedo” terminó de definirlo como un actor sólido y versátil. Todas estas cualidades lo convirtieron en el candidato ideal para llevar la inmensa carga de interpretar a uno de los futbolistas más grandes de la historia. Curiosamente, le tocó interpretar al Diego más icónico, el Diego campeón del mundo, el Diego del año en el que nació.
Conversamos con Nazareno sobre su infancia, sus primeros pasos frente a una cámara, sus personajes preferidos y su fanatismo por los videojuegos. También nos cuenta detalles sobre cómo llega la propuesta para interpretar a Maradona y el difícil proceso de convertirse en un ícono del fútbol mundial.
—¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de cuando eras chico?
Me he mudado tanto de chico que me da la posibilidad de tener referencias de edad con los recuerdos. Me acuerdo cuando tenía 2 años, me asomaba por la ventana y cuando pasaba la gente yo gritaba “p##a, p##a”. Se reían porque era un niño insultando por una ventana. Me acuerdo también que me abrí la nariz con una bicicleta que estaba tirada en el piso, porque estaba juntando hormigas en un frasco.
—¿Cómo era ser hijo de Alfredo en esa época con Cha cha cha en su mejor momento?
Tenía momentos muy intensos. Era muy diferente a como era ahora, era analógico. Hoy te piden grabar un saludito, pero en esa época se generaba como un suceso si había un famoso en una heladería. Ahí me di cuenta que algo estaba cambiando y después fue acostumbrarse a eso. Siempre saca un conejo de la galera, así que me acostumbré a que pasen cosas fuera de lo común, lo cual era muy divertido.
—¿Cómo terminaste siendo el Alumno Capusotto y cómo era esa mecánica? Había guión o era todo improvisación?
Cuando empecé tenía 7 u 8 años y empezó como un juego, pero con personajes que saben jugar a improvisar y hacer humor. Yo lo veía desde la óptica de un niño con el lóbulo frontal no desarrollado y por ende tampoco tenía el juicio desarrollado. Era como un juego pero cuando decían acción, tenía que rendir. Había cierto guión, palabras o frases a las que tenía que llegar y después era encontrar el camino. Ellos también estaban improvisando e iban creando esa narrativa y yo tenía que estar para rendir y que pudieran hacer lo suyo.
—¿Cómo fue tu etapa de colegio y cómo descubriste que ser actor era lo tuyo?
No me iba bien, no me gustaba. Me divertía con mis compañeros pero mis padres estaban a la puteadas porque no caminaba mucho. Me di cuenta que tenía cierta facilidad o que podía hacerlo, me parecía algo divertido y algo de eso que me sirvió para terminar el colegio como pude y sobrevivir a esa etapa, que fué bastante difícil.
—Te sentís más cómodo con un papel serio o con la comedia y la improvisación?
A la comedia le tengo mucho respeto. No hacer reír es difícil porque te odian si no lo lográs. Les estás haciendo perder el tiempo. Respeto mucho a la comedia, me divierto y hago chistes, me gusta adobarlo y ponerle condimento pero de ahí a dedicarme a la comedia es como que le tengo mucho respeto. La actuación dramática tiene algo que es más visceral e inmersivo, no estoy atento de si se ríen o no, estoy atento a lo que yo estoy sintiendo para poder reflejarlo. En la comedia, vas escuchando e interactuando con los otros a menos que tengas un monólogo armado pero no tengo esa práctica.
—¿Cuál de todos tus trabajos te hace sentir orgulloso?
Son varios los que me hacen sentir orgullo. “Crónica de una fuga”, fue importante porque por primera vez se me vió actuando en un drama, que podía hacerlo bien y cumplir con ciertas expectativas. “Historia de un Clan” ha sido una serie que me ha gustado mucho, no solo por hacerla sino también por sus resultados. Hice una película que se llama “Aballay, el hombre sin miedo” que es un western gauchesco, y ahora haber hecho a Maradona en la serie “Maradona: sueño bendito” es un sueño que no te animás a soñar. Ha sido muy gratificante y muy divertido, una experiencia que no me la quita nadie.
—¿Cómo llega la oferta para convertirte en Maradona?
La oferta llega por un mensaje de Whatsapp, para decirme que había una serie y que querían verme para participar. No me podían decir que era. Como dije que no me interesaba, medio que me empiezan a soltar un poco y les pasé el contacto de mi agente en ese entonces. En 10 minutos me llama y me dice que era para esta serie y le dije “YA”. Eso fue en junio, hasta noviembre o diciembre no tuve noticias, hubo un casting y fui con barba y pelo corto, un look completamente distinto. Me tenía que ir a trabajar a Córdoba en verano, y me preguntaron cuando volvía. Al día siguiente hicimos otro casting, una prueba de fútbol. Finalmente me confirmaron creo que en mayo, casi un año después. Y después un período larguísimo de prepro, que se fue estirando, el rodaje, la pandemia y fue mucho más largo de lo que hubiéramos querido o esperado. Pero ha sido una gran aventura.
—¿Cómo fue la preparación para el papel?
Hubo toda una parte de entrenamiento físico. Nos focalizamos en las piernas porque tenía que cambiar las proporciones del cuerpo. Tenía que ponerme más ancho de piernas y disminuir el tamaño del torso para cambiar la forma del cuerpo y esto era interesante como desafío. También hubo una parte en la que empecé a patear con la pierna izquierda, porque primero tenés que poder pararte en una cancha con esa pierna. Fue un trabajo largo y hermoso, porque es un entrenamiento cognitivo. También el trabajo de vestuario fue muy intenso, con muchos cambios de ropa y mucho laburo de sastrería. El maquillaje también, para cambiar algunas facciones sin poner prótesis y con maquillaje trabajar las cejas, todo es muy intenso, muy largo, pero ha sido una aventura gloriosa.
—¿Conociste a Diego?
Jugué al fútbol con él en Bolivia, en el estadio Siles de La Paz. Jugué en el equipo de Diego Maradona contra figuras del fútbol boliviano como Cristaldo, el Diablo Echeverri y el mismísimo Evo Morales al que marqué en la primera jugada y se dió vuelta a mirarme como diciendo “¿qué hacés?”. Me doy cuenta que había chocado al presidente del país anfitrión, me doy cuenta que me miró mal, me doy cuenta de la falta de aire y también de que estaba jugando en un lugar que podría ser la superficie marciana. No hay aire como para poder estar igual que a esta altura sobre el nivel del mar, en cuanto a lo físico es algo totalmente diferente.
—¿Cómo es tu relación con los videojuegos?
Soy usuario y víctima de los videojuegos. Mi primer contacto fue con un Coleco Vision, que era como que había que girar una especie de micrófono para mover como un ping pong y ahí aluciné. Mi abuela materna Betty a quien le mando un beso, se ganó una rifa y como éramos los únicos nietos en ese momento nos lo regala. Ella queda manija y se compra un Family Game, entonces yo tenía en mi casa y en la casa de ella. Empiezo a trabajar en Cha Cha Cha y me compro un Sega 16 bits marga Megadrive. Mortal Kombat, abrir el juego y que no haya sangre y no había revistas en esa época para ver los trucos. Viene el hijo de un amigo de mi viejo que tenía unos años más que yo, me dijo “a ver nene correte” y me abrió todo el mundo del cheat. Vino el Comic Zone, Earthworm Jim, y enel 98 vino la PlayStation 1. Ahí hubo un click y no podía jugar Resident Evil 2 del cagazo que me daba. Play 2 la agarré al final y Play 3 ya me agarró con plata. PC todavía no tengo pero lo veo inminente. Tengo todos los periféricos que me piden que los use.
—¿Suspendiste algún plan o salida por quedarte jugando?
Muchas veces no hago plan para quedarme jugando. Limité The Last of Us 2 porque me lo estaba comiendo y fue una semana que me quedé adentro. Me puedo quedar jugando y en un momento siento culpa, menos mal que no tengo hijos todavía.
—¿Te ves stremeando?
Es un medio en el cual no se puede joder mucho. Si no les gusta lo que haces te lo van a decir y te lo van a bajar. Le tengo respeto y me divierte, pero como no tengo computadora me hago el b####o pero en cualquier momento me van a ver stremeando. Mi idea es jugar 16 horas hasta que me tengan que operar los pulgares y ponerme unos biónicos.
Seguir leyendo: