A mediados del 2020, en plena cuarentena, Riot Games lanzó VALORANT, su primer juego de disparos, y fue el puntapié inicial para que muchos jugadores comenzaran su carrera competitiva en un esport totalmente nuevo hasta la fecha. Desde ese entonces se disputaron varios torneos internacionales y actualmente hay ligas que reúnen a los equipos más importantes del mundo, lo que impulsó a crear estrellas y figuras. Uno de los que destaca en América es Fabían “Shyy” Usnayo, que con apenas 18 años es uno de los pilares de Leviatán, que destaca en la VCT de las Américas.
Shyy es el pibe de las almohadas y los peluches, y nunca pasa desapercibido. En cada transmisión de cualquier torneo, juega con una o dos almohadas en su silla para estar más cómodo, y en las previas seguro vas a ver a parte del staff llegando al stage con lo que parece ser fundamental para que la rompa en el jueguito. Además nunca le faltan sus pekuches, que funcionan como amuleto y desbordan ternura en sus fans. Arrancó el 2023 con todo, y al igual que en gran parte del 2022 lo hizo vistiendo la camiseta de Leviatán, uno de los clubes que llega como candidato a pelear todo lo que juegue en la temporada. Ahora él y varios están subidos a la Levianeta, pero el origen de Fabián en VALORANT es bastante humilde. A diferencia de varios, no era un habilidoso competidor en otro juego, si no que se formó enteramente con el FPS táctico de Riot Games.
Durante 2020, cuando VALORANT se volvió jugable, Shyy tenía que limitarse únicamente a ver streams para disfrutar del juego. En aquel entonces Riot regalaba betas para quienes consumían directos del mismo, y si bien él tenía la suya, su computadora no le permitía correrlo. Solo contaba con una notebook que tenía 4 GB de RAM, y durante un tiempo se tuvo que quedar con las ganas. En un momento se le dió, pero no por haberse comprado una PC Gamer, si no porque sumó 4 GB más de RAM y se lo instaló a la misma notebook. Ahora si, con 8 GB podía empezar a disparar a solo 40 FPS, algo que sería muy poco para la mayoría, pero que a él le alcanzó para ganar amor por el juego.
Tenía 16 años en esa época, todavía estaba en el colegio, y aunque no tenía idea qué quería seguir, sí sabía que quería competir en algo. Durante su infancia y adolescencia jugó al fútbol y al ping pong, y esas ansias de victoria se pasaron al VALORANT, que fue el primer videojuego al cual le dedicó varias horas de su vida.
Así, jugando con sus amigos comenzó a ganar experiencia, a destacar en los SoloQ, y en octubre del 2021 llegó al Top 1 en el servidor de Latinoamérica Sur. “No soy nadie en la escena, pero voy creciendo a mi paso”, había escrito en Twitter. Pasó varios meses como free agent buscando equipo, hasta que integró la escuadra chilena playHard, con la que disputó el Champions Tour Latin América South Stage 1: Challengers, en enero del 2022. Sin embargo, no todo surgió como él esperaba, y en marzo anunció que iba a abandonar el competitivo debido a otros intereses y metas personales. Fue una noticia que sacudió a quienes lo venían siguiendo de cerca, aunque esa pasión por el juego nunca la dejó de lado, y avisó que estaba haciendo lo posible para volver a competir. “Intentaré organizarme lo mejor que pueda (...) extraño muchas cosas de mi vida pero sé que con esfuerzo puedo hacerlas igualmente”, había escrito en su cuenta de Twitter.
La decisión definitiva la anunció el 18 de abril: “Ayer tuve una charla familiar y mis viejos se dieron el tiempo de conocer a Shyy, lograron ver de lo que soy capaz y darme la oportunidad de vivir el juego”. El crack había vuelto...
— ¿A tus papás les costó entender lo que hacías?
— Al inicio era muy difícil de entender y no tenía totalmente su apoyo. Pero con el tiempo mientras fui demostrando resultados se empezaron a meter más en el mundo, a ver y a investigar. Se dieron cuenta que es algo único, que no cualquier persona lo puede conseguir, y que si lo conseguí es por algo. Cuando me contactó Leviatán, que fue un hecho, tuvieron una reunión, y ahí fue cuando me dejaron ser.
Ya bajo los colores de Leviatán su carrera se disparó. El primer torneo que le tocó jugar fue el VCT LAS Stage 2, y clasificaron a playoffs tras conseguir cuatro victorias en la fase de grupos y solo una caída (ante KRÜ Esports). Ya en la serie decider se enfrentaron a 9Z, a quien vencieron por 2-0 y lograron la clasificación al Masters de Copenhague. Con apenas experiencia en el competitivo, Shyy ya demostraba que estaba para jugar entre los grandes, y se iba a Dinamarca.
En Europa el equipo tenía la chance de medirse ante los mejores, y debutaron contra DRX de Corea del Sur, un duelo dificilísimo en el que terminaron cayendo por 2-1 (13-6, 5-13 y 13-11). Pero la historia continuaba, porque bajaron al lower bracket y la última vida la querían aprovechar: les tocó enfrentarse a XSET de Norteamérica, y en lo que fue el primer triunfo afuera, se quedaron con el duelo por 2-1 (9-13, 15-13 y 16-14). Así pudieron avanzar por el cuadro inferior, aunque en la segunda cayeron 1-2 ante Fantic y quedaron fuera de la competencia. Pero de las derrotas se aprende, y más aún después de enfrentarse a semejantes equipos. Además Leviatán ya tenía en vista su próximo objetivo: el VALORANT Champions de Turquía.
El Champions es básicamente el Mundial de VALORANT, y el torneo que todo jugador quiere jugar. Era una gran oportunidad para volver a demostrar y tanto Shyy como el equipo arrancaron con el pie derecho, porque en la fase de grupos se impusieron 2-0 contra Team Liquid (13-10 y 13-10), y por el pase a playoffs superaron a Paper Rex también 2-0 (13-8 y 13-11). Venían en racha, pero el destino determinó que en primera fase les toque jugar contra el equipo que se consagraría campeón: LOUD de Brasil. Fue una serie para el infarto, porque Leviatán estuvo a nada de ganar el primer mapa, con cinco match points, sin embargo no pudo cerrarlo, el rival metió ronda tras ronda y se terminó quedando con su Icebox, su pick. Sin dudas fue un golpe anímico gigante, porque en Heaven no lograron levantar cabeza y cayeron 6-13. El camino en la competencia finalizaría en el lower bracket tras perder 0-2 con FunPLus Phoenix.
El año competitivo terminaba para Shyy, pero no las noticias, porque Riot había anunciado la creación de tres ligas que reunirían a los mejores equipos del mundo, y Leviatán se postuló para formar parte de la liga de las Americas. Quedar no solo significaba mudarse a Los Angeles y un radical cambio de vida, si no también el hecho de enfrentarse todos los fines de semana a las escuadras más destacadas del continente. “Es grato competir contra los mejores y llevar tu nivel a lo siguiente. Pero yo lo miro como un proceso para llenarme de experiencia. Voy a ir a ganar, quiero clasificar a la Masters y a la Champions, pero uno tiene que ir a aprender. Si no ganás se puede dar en la siguiente y hay que aprender de los errores”, contó.
El 2023 competitivo de Shyy arrancó con el VALORANT Lock/In que se disputó en San Pablo, torneo que reunió a 32 equipos en un bracket inmenso en el que eliminaron por 2-0 a ZETA DIVISION de Japón y a Team Vitality de Europa. Si bien tuvieron una gran performance cayeron en las semifinales de su cuadro 0-2 ante Natus Vincere. Además les sirvió para ganar experiencia de cara a lo que sería la VCT Americas, quizás el mayor desafío de su corta carrera.
A mediados de marzo todo el equipo de Leviatán viajó a Los Angeles. Del norte de Chile a una ciudad enorme junto a equipos como KRU, LOUD, FURIA, MIBR, NRG Esports, Sentinels, Cloud9, Evil Geniuses y 100 Thieves. En el torneo enfrentan a cualquier equipo de igual a igual, y hasta el momento marchan cuartos, con tres triunfos y tres derrotas. A playoffs clasifican los primeros seis de la tabla, y los tres mejores del certamen viajarán a competir al Masters que se jugará en Tokio, Japón, del 11 al 25 de junio.
El crecimiento de Shyy como jugador fue estratosférico. De hecho fue elegido como la revelación del año en los premios Crack (Esports Latin Awards 2023), y merece el título con creces. De no haber jugado nunca a estar entre los mejores del mundo en menos de tres años no es para cualquiera, y apenas tiene 18 años. Le tocó luchar contra las limitaciones técnicas de su computadora, contra el desconocimiento de sus padres, y ahora representa a Chile y a todo Latinoamérica en un torneo que se lleva las miradas de todos.
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