Usar los videojuegos como una obra cultural conlleva un desafío complejo. Gracias a esto muchos hemos conocido nuevas ciudades, tradiciones y hasta llegamos a aprender nuevos idiomas. Pero luego de años tras un joystick, debemos reconocer que New York dejó de ser atractiva, las katanas japonesas son cosa de todos los días y el factor sorpresa casi forma parte del pasado. Es en ese momento donde entra en escena Tchia, un juego de aventuras lanzado por Awacep y Kepler Interactive, que nos proponen viajar a la isla de “Nueva Caledonia”, conocer su música, sus comidas y sus tradiciones. ¿Pero será capaz el estudio de hacer todo esto sin perder de foco el entretenimiento?
En esta aventura tomamos el control de Tchia, una niña que vive junto a su padre en una isla pérdida de Nueva Caledonia. Su vida es muy tranquila, solo ellos junto a la naturaleza forman el ecosistema perfecto para que nada pueda salir mal. Y es en ese preciso momento donde la paz se ve irrumpida por Meavora, el dictador que gobierna este hermoso archipiélago, quien sin mediar palabra, tomó por la fuerza a nuestro padre para que la historia de inicio y junto a una barca, salimos al rescate de nuestro ser querido.
Su historia puede pecar de trillada, pero como comentaba al comienzo, durante su desarrollo hace todo lo posible para que conozcamos su entorno. Comenzando por el doblaje que está completamente en Francés y Drehu, una de las 28 lenguas nativas de las islas, hasta secuencias de cocina donde preparamos platos típicos de la región. Si buscamos detenernos en sus detalles, el contenido cultural es altísimo, pero su narrativa puede llegar a ser un poco pesada, con escenas de diálogos largos que pueden frenar el ritmo del juego.
Hablemos sobre sus mecánicas. Sin lugar a dudas “The Legend of Zelda: Breath of the Wild” fue una fuente de inspiración para muchísimos desarrolladores, y está claro que Tchia pertenece a este grupo. Al igual que el juego de Nintendo, nos encontramos con una barra de energía que es necesaria para poder escalar montañas o planear con nuestro parapente, así como la capacidad de agarrar objetos para arrojarlos hacia algunos enemigos. Pero no todo se simplifica en estos pocos movimientos, ya que el fuerte del juego, es la posibilidad de poseer diferentes animales y objetos para poder sortear obstáculos.
Para poder utilizar esta técnica llamada “salto astral”, Tchia tiene una barra de magia que utilizamos para tomar posesión de todo tipo de cosas, y sin dudas es la mecánica más divertida del juego. Esta es esencial para afrontar las enormes distancias que recorremos en búsqueda de diferentes misiones, por lo que poseer un ave y llegar volando a todos los destinos es la forma más práctica de resolverlo.
Avanzado el juego necesitamos poseer diferentes animales u objetos que tienen habilidades especiales, necesarias para resolver diferentes acertijos, y aunque esta es una mecánica muy ingeniosa de utilizar el salto astral, lamentablemente no es la más implementada durante la historia.
Por otro lado tenemos un ukelele que nos es de muchísima ayuda, ya que lo utilizamos para invocar diferentes animales, aves o alguna habilidad especial necesaria para poder superar diferentes fases. Estas especies de “encantos musicales” las vamos desbloqueando a medida que recorremos la isla y cada una de ellas cuenta con un cooldown específico para que no las podamos spamear continuamente.
Tal vez te preguntes si Tchia tiene combates, y la respuesta es SI, pero este aspecto está muy mal implementado. Suelen ser muy repetitivos, utilizando una y otra vez la misma mecánica para liberar campamentos con enemigos donde todo el trabajo es arrojar bidones de combustible o lámparas con fuego. No nos proponen un desafío, ni se siente gratificante la bonificación obtenida al realizar estos eventos, por lo que este apartado quedó a mitad de camino.
El juego constantemente nos propone desafíos musicales que son divertidos, pero muchas veces se hacen extensos y cortan el ritmo del juego. Se sobreentiende que incluir el folclore de Nueva Caledonia, sus culturas, tradiciones y música era parte fundamental dentro de su historia, pero seguramente había maneras más sutiles de realizarlo, sin dejar de lado el dinamismo de su historia.
Tomar el viaje con calma es esencial. Recorremos este mundo abierto muchas veces, navegamos sus mares, volamos sus cielos, corremos por sus montañas, el entorno es hermoso, pero fuera de algún que otro cofre con cosméticos o totems que vamos a buscar, no encontramos mayor actividad. Muchas veces reclamamos a los sandbox la falta de contenido en sus trayectos, pero aquí lo justificamos diciendo que llama a la reflexión y a admirar su atractivo diseño estético.
Pero hay puntos específicos que no podemos “justificar”, principalmente que el juego no corre fluidez. Jugamos la versión de PlayStation 5 y su optimización dejaba mucho que desear, con caídas de frame por debajo 60fps estables durante su desarrollo. En cuanto a problemas técnicos, varias veces fuimos expulsados del juego reportando el error a sus desarrolladores y hasta tuvimos que saltar fases rítmicas porque al terminarlas nos devolvía al home de la consola. A estos problemas se suma el popping y varios bugs en diferentes áreas.
Todos estos inconvenientes se pueden solucionar, y sin dudas sus desarrolladores están trabajando para que los usuarios no pasen por esta mala experiencia. Quitando sus errores técnicos, se nota que hay esfuerzo por hacer un juego diferente, aunque en varios aspectos no cumple con las expectativas. Tchia se hizo con mucho amor, eso es cierto. Las raíces de sus desarrolladores están puestas en cada rincón del juego. Esa isla nos abre sus puertas, y nos invita a descubrir, a aprender y a convivir con su cultura, pero a nivel jugabilidad, aún tiene varios puntos por mejorar.
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