Corría el año 2004 cuando una poderosa Capcom publicó su primer juego de caza de monstruos llamado, Monster Hunter. Este lanzamiento, exclusivamente para Japón, despertó la fiebre de muchísimos fanáticos que buscaron saciar su sed de monstruos en otros títulos como “God Eater” , “Dauntless” o el mismísimo “Toukiden”. Este último desarrollado por Koei Tecmo y Omega Force, que nos recuerda mucho al creador del género y después de varios años vuelven con Wild Hearts, una propuesta publicada por EA. ¿Está realmente a la altura?
En esta nueva historia encarnamos a un cazador de bestias que llega a las praderas de Azuma, tierras de fantasía inspiradas en el Japón feudal, en búsqueda de bestiales criaturas. Pero todo esto cambiará cuando nos encontremos con un personaje misterioso, que nos dará el poder de los karakuris, unas extrañas invocaciones que serán esenciales para derrotar a los inmensos monstruos que allí habitan y devolver el equilibrio a estas tierras casi extintas.
Está a la vista que la trama cae en el cliché de muchos juegos (El salvador a llegado), pero dejando de lado esto, toda su historia es bastante coherente. Wild Hearts se puede disfrutar agradeciendo los diálogos cortos y la ausencia de extensas cinemáticas que podrían ser perjudiciales a la acción constante.
Su gameplay se centra en aspectos ya conocidos dentro del género y no intenta innovar. Toma la fórmula y pretende dar su toque personal con la técnica de karakuris, la cual desarrollaremos más adelante. Pero sus bases siguen siendo las mismas: un mapa dividido en zonas donde debemos buscar monstruos, acabar con ellos y recoger materiales para mejorar nuestro equipo. De esta manera podemos enfrentarnos a criaturas cada vez más poderosas y tener mejores chances de salir victoriosos.
Puede sonar un tanto básico, pero tenemos que tener en cuenta muchos factores a la hora de lanzarnos a la caza. En este aspecto se agradece que el juego nos tome de la mano para guiarnos en su progreso y no nos abrume de información en sus primeras horas de juego. Nuestra primer gran decisión será escoger un arma para salir a luchar. En este apartado nos encontraremos con 8 estilos de armas diferentes. Cada una de ellas con un estilo muy personal a la hora de golpear y que debemos conocer a la perfección si queremos salir vivos de cada combate.
Podemos reducir las chances de caer en una batalla, si nos tomamos el tiempo de estudiar vulnerabilidades de nuestros enemigos. Es clave saber que arma les genera más daño, sus puntos débiles y que parte de su cuerpo conviene atacar para conseguir materiales para fabricar armaduras más resistentes.
Pero en todo enfrentamiento los Karakuris son una parte fundamental. Al principio cuesta acostumbrarse, pero su utilidad es sin dudas, el corazón de cada batalla. Como si se tratara de cajas mágicas, podemos fabricar con ellos grandes muros para que los Kemono los embistan y queden desorientados, crear enormes mazos que golpean al enemigo para derribarlo, o usar una especie de cohete con fuegos artificiales para bajar del aire algún pájaro gigante que intente atacarnos. Es prácticamente imposible ganar un combate sin usar estas armas como apoyo.
En el comienzo solo tenemos Karakuris básicos, pero gracias a un árbol de habilidades vamos desbloqueando algunos que son muy poderosos. También podemos utilizar estos fuera del combate, tenemos a disposición una caja con hélices que nos permite llegar a zonas elevadas, así como otro que lanza una cuerda para alcanzar zonas distantes del mapa.
Otra funcionalidad muy importante de los karakuris, es la posibilidad de armar un campamento propio como viaje rápido. Allí podemos crear también, una forja para craftear armas y armaduras, un detector de Kemonos, un barril para disecar comida y fabricar alimentos que potencian nuestras estadísticas, o una fogata para descansar y mejorar las habilidades de los Tsukumo (unas bolas mecánicas que funcionan como soporte en las batallas).
Y si hablamos de soporte, no podemos dejar de lado otra de los fuertes de “Wild Hearts”, su jugabilidad en cooperativo. No hay nada más gratificante que salir a cazar monstruos con amigos y la verdad el modo online funciona muy bien. Como es costumbre en muchos juegos -y realmente se agradece- el juego cuenta con cross-play, por lo que no importa en qué consola lo juguemos, podemos disfrutar de cacerías con amigos de una manera muy simple. Si jugamos solos, exsite la posibilidad de pedir ayuda a jugadores que están online, o podemos acudir en ayuda de otros usuarios que nos necesitan para continuar progresando en la aventura. Esto es muy sencillo, desde portales que encontramos esparcidos por todas las islas y que indican que misión está disponible.
No solo podemos seguir la línea de su historia principal, también dentro del poblado encontramos misiones secundarias que nos ofrecen grandes recompensas que son muy necesarias para avanzar en el árbol de habilidades o mejorar aún más nuestras armas. Repetir varias veces una misma cacería para farmear todo tipo de objetos es algo frecuente, pero siempre rinde sus frutos.
Pero no todas son flores para Wild Hearts. Así como reconocemos que los combates son desafiantes y por momentos impredecibles, a medida que las horas avanzan (más de 20 o 30 horas) esa sensación de descubrir un mundo nuevo y enemigos interesantes empieza a desvanecerse. Esto no hace al juego menos entretenido y es comprensible, pero la repetición nunca juega a favor.
Por otro lado, aunque su calidad gráfica es buena, no llega a los niveles que esperaríamos de un desarrollo exclusivo para consolas de nueva generación (Xbox Series y Playstation 5) y hay algunas caídas de framerate. Afortunadamente el equipo de Omega Force se pronunció al respecto, e informaron que se está trabajando para solucionarlo en un parche futuro.
Wild Hearts llegó para pararse en la cancha, demostrar que está a la altura de grandes desarrollos y que dar batalla dentro de un género casi dominado por la competencia. Solo queda esperar sus siguientes actualizaciones gratuitas y ver si el público lo posiciona como un digno competidor o lo deja relegado a la sombra de aquellos enormes monstruos.
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