Qué esperar de Diablo IV, la gran promesa de Blizzard para este año

Un vistazo al nuevo título de la franquicia permitió repasar algunos de los elementos que lo pueden convertir en un acierto

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Como ya es habitual, la última edición de The Game Awards estuvo protagonizada por los anuncios de nuevos títulos, pero también se presentaron adelantos de juegos ya presentados. Uno de los que se destaca en esa lista es Diablo IV. El nuevo título de la franquicia mostró un tráiler que confirmó su fecha de lanzamiento para el 6 de junio de 2023.

Pero eso no fue todo lo que el juego a cargo de Blizzard preparó. Desde Infobae tuvimos acceso a una prueba exclusiva -que no es la versión final- que nos permitió recorrer las primeras horas del título, su historia principal y conocer algunos detalles del nuevo mundo que va a ofrecer.

Lo primero que se puede decir es que se siente como una experiencia muy familiar, pero que al mismo tiempo introduce los suficientes cambios como para percibir que se está ante algo nuevo. La construcción de ese mundo y el combate toman los elementos propios de la franquicia, pero hay un salto evidente en su propuesta de juego, pero también en lo visual, que se destaca especialmente.

El primer encuentro de los jugadores es con el apartado que les permite personalizar a su personaje elegido. La prueba habilito tres de las cinco clases que van a estar disponibles -Renegado, Hechicero y Bárbaro- y elegí hacerla con la clase renegado.

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Una vez en el juego, hay algo que se vuelve evidente en forma rápida y es el tono que logró esta propuesta, por lo menos en lo que dejó ver hasta ahora. Realmente triunfa cuando trata de establecer una atmósfera más sombría y transmite a la perfección una sensación de intranquilidad.

En esa construcción de emociones, las cinemáticas juegas su rol fundamental. Lo mínimo que se puede decir es que se ven increíbles, incluso considerando que la prueba la tuvimos que realizar con una marca de agua que cubría completamente la pantalla. Hay un gran trabajo en la realizaciones de esas escenas, que no solo son necesarias para introducir los detalles de la historia que no podemos spoilear.

Las cinemáticas son solo unas de las muestras del gran salto visual que dio este juego. Ese desarrollo, alineado con todas las posibilidades que ofrecen las plataformas más modernas, se nota en cada uno de los puntos del título que logró una propuesta en la que su apartado visual se puede posicionar como uno de sus fuertes.

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En ese encadenamiento de factores que colaboran entre si, justamente lo visual refuerza la presentación de un mundo que -esta vez- es abierto. Aunque la prueba habilitó solo 5 zonas, se percibe como un espacio inmenso. No solo por su extensión, sino por la pluralidad de actividades que ofrece, entre la historia principal y las misiones secundarias que se suceden a cada momento. Además, ahora ese mapa ofrece más niveles, gracias a la posibilidad con limitaciones- de escalar o descender por acantilados o pasar por espacios reducidos.

Las primeras horas de juego dejan la certeza de que en este juego van a sobrar las posibilidades, pero sin desconocer la importancia de seguir un orden para la historia principal. “Nuestra historia permite la no linealidad, pero hay una historia. Queríamos tener un comienzo, un medio y un final. Queríamos comenzar en un lugar determinado, queríamos terminar en un lugar determinado”, habían anticipado sus creadores.

Con ese objetivo en mente, se puede decir que lo cumplieron. Uno no se siente sobrepasado por un orden a seguir -aunque se valora la guía para no tener una narrativa desordenada-, pero en cada paso se fomenta la exploración gracias a los múltiples incentivos que aparecen en el recorrido de ese mundo.

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La idea que deja es que todo el tiempo hay algo para hacer y es que Diablo IV, más que nada, se presente como un título muy entretenido. No es agobiante y maneja bien los tiempos y los climas para hacer que uno se incorpore en forma progresiva. Pero eso lo equilibra con misiones, escenarios nuevos, jefes que se presentan rápido y diferentes enemigos.

En esa variedad de enemigos también está otra de sus fortalezas, porque el combate es dinámico pero -en la misma medida- también es desafiante y empuja a que uno piense con cuidado las habilidades a adquirir y cómo usarlas en conjunto. La progresión es un punto que también aparece equilibrado y las diferentes actividades ofrecen las recompensas justas para poder avanzar en el desarrollo de personaje. Por lo menos en lo que respecta al juego temprano.

Después de lo que fue la experiencia de Diablo Immortal y los puntos oscuros que dejó (especialmente con su modelo de monetización), Diablo IV reaviva lo mejor de la franquicia. Aunque son solo primeras impresiones y es evidente que queda mucho por ver de este juego, la sensación es que estamos ante una propuesta que va a brillar en más de un sentido y que tiene lo necesario para posicionarse como uno de los lanzamientos más destacados del 2023.

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