
La tarde del 31 de diciembre, Joseph Lynskey, un hombre de 45 años residente de Nueva York, vivió una experiencia que marcó su vida para siempre. Mientras esperaba el tren en la estación de la calle 18 en Manhattan, un desconocido lo empujó repentinamente a las vías del metro, dejándolo frente a un tren que se aproximaba. Según reportó ABC News, el ataque ocurrió sin provocación alguna, y el afectado, quien acababa de disfrutar un almuerzo con amigos, se dirigía a su hogar en Brooklyn para prepararse para las celebraciones de Año Nuevo.
El impacto fue inmediato. Lynskey relató que, al caer, vio las luces del tren acercándose y pensó que su vida terminaría en ese instante. “Solo pensé: ‘Me han empujado y voy a morir’”, declaró en una entrevista con el programa Good Morning America.
Su cuerpo golpeó el suelo entre las vías, y aunque sobrevivió al impacto inicial, sabía que el peligro no había terminado. La presencia del tercer riel electrificado, que recorre todo el sistema del metro de Nueva York, representaba una amenaza mortal. “Si lo tocas, mueres de inmediato”, explicó Lynskey, quien permaneció inmóvil para evitar cualquier contacto con el riel.
Un rescate milagroso y una recuperación dolorosa
El rescate de Lynskey fue posible gracias a la rápida intervención de los servicios de emergencia. Según detalló Fox News, aproximadamente cuatro minutos después del ataque, los bomberos llegaron al lugar. Lynskey recordó haber escuchado las sirenas y sentir un alivio momentáneo al saber que la ayuda estaba cerca.
Los rescatistas lo sacaron cuidadosamente de las vías, moviéndolo entre los vagones del tren para evitar más lesiones. Sin embargo, el proceso fue extremadamente doloroso. “Me dijeron que levantara las manos sobre mi cabeza, y cuando me subieron a la plataforma, escuché cómo se rompían mis costillas”, relató.
El impacto de la caída le dejó graves lesiones: una fractura de cráneo, cuatro costillas rotas y una ruptura en el bazo. Lynskey fue trasladado de inmediato al Hospital Bellevue, donde permaneció en cuidados intensivos durante cinco días y pasó un total de siete días hospitalizado. Durante su recuperación, expresó su gratitud hacia el personal médico y los bomberos que lo salvaron. “No puedo agradecerles lo suficiente, especialmente a John y Jonathan, quienes me sacaron de debajo del tren”, dijo.

El atacante y las medidas de seguridad en el metro
Menos de una hora después del ataque, la policía arrestó al sospechoso, identificado como Kamel Hawkins, un joven de 23 años originario de Brooklyn. Según informó ABC News, el acusado tiene un historial de nueve arrestos previos. Fue acusado de intento de asesinato en segundo grado, agresión y tentativa de agresión, cargos a los que se declaró no culpable. Su próxima comparecencia ante el tribunal está programada para el 16 de abril.
El fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, calificó el ataque como “un acto de violencia brutal e injustificado”. En un comunicado, el funcionario aseguró que las autoridades continuarán trabajando para garantizar la seguridad de los usuarios del sistema de transporte público.
Por su parte, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, y el Departamento de Policía de Nueva York anunciaron recientemente un aumento en el número de oficiales desplegados en las estaciones de metro, como parte de un esfuerzo por reforzar la seguridad en el sistema.
Una lección de vida tras el incidente
A pesar de la gravedad de lo ocurrido, Lynskey ha optado por no enfocarse en el resentimiento hacia su agresor. “Estoy eligiendo no centrarme en la ira o el resentimiento”, afirmó. En cambio, ha decidido concentrarse en su recuperación y en retomar su vida. Durante su hospitalización, una de sus principales preocupaciones fue su perro Leo, un dachshund de 16 años que rescató hace tiempo. “Le dije a los bomberos: ‘Sé que estoy muy herido, pero necesito que me ayuden a llegar a mi perro’”, recordó.
El ataque también le dejó una reflexión profunda sobre la fragilidad de la vida. “Es un recordatorio poderoso de que todo puede desaparecer en un instante, y tienes que seguir adelante. La vida es demasiado corta”, expresó Lynskey en su entrevista con Good Morning America.
Un sistema de transporte bajo escrutinio
Las autoridades han intensificado los esfuerzos para prevenir actos de violencia en las estaciones, pero los ataques aleatorios como el que sufrió Lynskey siguen siendo motivo de preocupación. La presencia del tercer riel electrificado, que opera con una corriente de alto voltaje, añade un elemento adicional de peligro para quienes caen a las vías, ya sea por accidente o de manera intencional.
El caso no solo pone en evidencia los riesgos inherentes al sistema de transporte, sino también la importancia de la respuesta rápida de los equipos de emergencia. Su historia, aunque traumática, es un testimonio de supervivencia y resiliencia frente a una situación que pudo haber tenido un desenlace fatal.
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