El próximo domingo 9 de marzo de 2025 marcará el fin del horario estándar en Estados Unidos y el inicio del horario de verano, un cambio que tradicionalmente busca maximizar el uso de la luz natural durante los meses más cálidos. A las 2:00 a.m. de ese día, los relojes se adelantarán una hora, convirtiéndose en las 3:00 a.m. Este sistema, establecido en gran parte del mundo, extiende los días soleados por las tardes, pero genera una polémica que lleva años entre los estadounidenses.
El horario de verano, que durará hasta el domingo 2 de noviembre de 2025, cubre 238 días del año, lo que equivale al 65% del calendario anual, según el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST). Durante este periodo, los estadounidenses disfrutan de más horas de luz por la tarde, lo que tradicionalmente se ha vinculado a un mayor ahorro energético y al fomento de actividades al aire libre. Sin embargo, las ventajas y desventajas del sistema han alimentado un debate constante en todo el país.
El concepto de ajustar los relojes para aprovechar mejor la luz solar no es nuevo. Fue introducido en 1918 en Estados Unidos bajo el nombre de “Fast Time”, durante la Primera Guerra Mundial, como una medida para ahorrar energía. Sin embargo, su aplicación generó controversias desde el inicio y fue revocada menos de un año después. Algunas ciudades, como Boston, Nueva York y Pittsburgh, decidieron mantenerlo de manera local, pese a la falta de un marco normativo uniforme.
El horario de verano volvió a ganar relevancia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt lo reintrodujo en 1942 bajo el nombre de “War Time”. Este sistema estuvo vigente hasta 1945, aunque su implementación tampoco fue uniforme, y muchos estados aplicaban reglas propias sobre los cambios de horario.
La falta de coherencia llevó al Congreso a aprobar el Uniform Time Act en 1966. Esta legislación estableció un marco nacional para el horario de verano y estipuló fechas concretas para los cambios de hora. Desde entonces, el sistema ha evolucionado, ampliando su periodo de aplicación con ajustes legislativos en 1986 y nuevamente en 2007, cuando el horario de verano se extendió hasta los actuales ocho meses de duración.
¿Por qué se mantiene el horario de verano?
El objetivo principal del horario de verano ha sido reducir el consumo energético al aprovechar más horas de luz solar. En sus orígenes, esto tenía sentido en una economía dependiente de la iluminación artificial. Sin embargo, estudios recientes han puesto en duda la eficacia de esta medida en el siglo XXI, cuando el consumo energético se relaciona más con el uso de aire acondicionado y dispositivos electrónicos, independientemente de la luz natural.
Además, se argumenta que las tardes más largas promueven actividades económicas y recreativas, como el turismo y el comercio, al aumentar el tiempo disponible para estas actividades después de la jornada laboral. En contraste, algunos estudios han señalado efectos adversos sobre la salud, incluyendo alteraciones del sueño y un incremento en los accidentes de tráfico en los días posteriores al cambio de hora.
A pesar de las razones históricas y económicas, el sistema de cambiar los relojes dos veces al año es cada vez más impopular. Según un sondeo de CBS News realizado en 2022 a 1.612 adultos, solo el 21% de los encuestados expresó su preferencia por el sistema actual de alternar entre horario estándar y horario de verano. En cambio, el 46% de los participantes indicó que preferiría mantener el horario de verano durante todo el año, mientras que el 33% optaría por el horario estándar permanente.
De manera similar, una encuesta de YouGov en 2023, que incluyó a 1.000 personas, mostró que el 62% de los estadounidenses ya no desea cambiar los relojes dos veces al año. La mitad de los participantes expresó su preferencia por el horario de verano permanente, mientras que un 31% se inclinó por mantener el horario estándar a lo largo del año.
El creciente rechazo hacia el cambio de hora se ha reflejado en iniciativas políticas. En 2023, se presentaron 75 proyectos de ley en 29 estados, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales, para modificar o eliminar el sistema actual. Sin embargo, ninguno de estos esfuerzos legislativos se convirtió en ley.
Un ejemplo de un intento a nivel federal fue la propuesta conocida como Sunshine Protection Act, que buscaba establecer el horario de verano de manera permanente en todo el país. Aunque la medida logró cierto apoyo en el Congreso, no avanzó lo suficiente para convertirse en una legislación.