El volcán Kilauea, ubicado en la Isla Grande de Hawái, ha entrado en erupción nuevamente durante la madrugada del lunes, según informó el Observatorio Vulcanológico de Hawái del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS HVO). La actividad eruptiva comenzó alrededor de las 2:30 a.m. en la base del cráter Halemaʻumaʻu, dentro de la caldera del volcán, tras registrarse un aumento de la actividad sísmica desde las 2 a.m.
El USGS elevó el nivel de alerta del volcán de “advisory” (vigilancia) a “warning” (advertencia), y el código de color para la aviación pasó de amarillo a rojo, lo que indica una erupción significativa en curso o inminente.
Imágenes de las cámaras web muestran una línea de fisuras que están generando fuentes de lava, las cuales alimentan flujos dentro de la caldera del volcán, conocida como Kaluapele, según el comunicado del USGS. Hasta el momento, la actividad de lava permanece confinada en el área del cráter, dentro del Parque Nacional de los Volcanes de Hawái.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió un aviso especial el lunes en la mañana, advirtiendo de posibles caídas de ceniza ligera en las zonas cercanas al volcán, especialmente en el Distrito de Kau, que abarca comunidades como Pahala, Wood Valley, Naalehu y Ocean View. Los residentes fueron aconsejados a reducir la exposición y mantenerse alerta.
La erupción ocurre dentro de un área restringida del parque nacional. El USGS señaló que los principales peligros incluyen altos niveles de gas volcánico, especialmente dióxido de azufre (SO₂), que puede formar vog (smog volcánico) y afectar las áreas a sotavento. Además, fragmentos ligeros de vidrio volcánico, conocidos como “cabello de Pele”, podrían desplazarse con el viento y provocar irritación en la piel y los ojos.
El USGS continuará monitoreando la actividad del volcán y actualizará la situación en caso de cambios significativos. La erupción anterior de Kilauea ocurrió entre el 15 y el 20 de septiembre, mientras que la más destructiva en los últimos años fue en 2018, cuando el volcán estuvo en actividad durante tres meses, destruyendo más de 700 estructuras y desplazando a unas 3.000 personas.
El Kilauea es uno de los volcanes más activos del año
En 2018, Kilauea mantuvo una erupción durante tres meses consecutivos, lo que destruyó más de 700 estructuras, entre ellas 200 viviendas en Big Island, y obligó a evacuar a unas 3,000 personas, muchas de las cuales no pudieron regresar a sus hogares hasta más de un año después.
Durante 2023, el volcán entró en erupción en tres ocasiones, atrayendo a más de 10,000 turistas al Parque Nacional de los Volcanes de Hawái para observar las fuentes de lava.
La erupción más reciente ocurrió entre el 15 y el 20 de septiembre de este año en la zona media de la Zona de Rift Este, una región remota y cerrada del parque, tras un aumento de la actividad sísmica en la zona, antes de trasladarse al cráter Napau. En junio, el volcán ya había entrado en erupción aproximadamente a una milla al sur de la caldera de Kilauea, siendo la primera vez que esa región del volcán registraba actividad eruptiva en unos 50 años, desde diciembre de 1974.
Los riesgos en las erupciones del Kilauea
El área alrededor del cráter Halemaʻumaʻu, en la caldera de Kīlauea, permanece cerrada al público desde finales de 2007 debido a la inestabilidad de las paredes del cráter, la posibilidad de grietas en el suelo y desprendimientos de rocas, peligros que se intensifican con los sismos en la región.
La erupción actual ocurre dentro de una zona cerrada del Parque Nacional de los Volcanes de Hawái, donde el principal riesgo es la emisión de gases volcánicos en altas concentraciones, principalmente vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2) y dióxido de azufre (SO2). El SO2 liberado reacciona en la atmósfera y genera vog (niebla volcánica) que afecta las áreas a sotavento. Información actualizada sobre el vog está disponible en vog.ivhhn.org.
Los flujos de lava avanzan lentamente cuesta abajo y están limitados actualmente a Halemaʻumaʻu y la parte oriental de la caldera. Otros peligros incluyen fragmentos ligeros de vidrio volcánico, como el conocido “cabello de Pele”, que caen cerca de los respiraderos de las fisuras, a unos cientos de metros de distancia. El viento puede transportar estas partículas a distancias mayores, y se recomienda a residentes y visitantes reducir al mínimo su exposición, ya que pueden provocar irritación en la piel y los ojos.