El consumo de concentrados de cannabis altamente potentes, conocidos como “dabs”, ha aumentado significativamente entre adolescentes en Estados Unidos, lo que encendió las alarmas entre autoridades sanitarias y familias. De acuerdo con un informe de The Wall Street Journal, el “dabbing” consiste en calentar extractos de marihuana a altas temperaturas e inhalar los vapores resultantes, lo que provoca efectos intensos e inmediatos.
El caso de Heidi Lawrence, residente de Longmont, Colorado, ilustra los peligros de esta práctica. Su hija comenzó a consumir dabs a los 14 años y, en menos de un año, desarrolló una fuerte adicción que la llevó a consumir cada media hora, desde los baños de la escuela hasta su dormitorio. “Fumar estos concentrados casi ha destrozado su cerebro”, relató Lawrence. A los 17 años, la joven ha sido hospitalizada en repetidas ocasiones y ha pasado por diversos programas de rehabilitación debido a problemas de salud mental vinculados al consumo de cannabis.
Heidi Lawrence continúa enfrentando los desafíos que supone la adicción de su hija. La joven ha tenido periodos de sobriedad, pero recientemente ha recaído. “Todavía estamos en medio de esto”, afirmó Lawrence, quien ha encontrado consuelo en la honestidad y comunicación que ahora mantiene con su hija. La familia adoptó un cachorro de bulldog francés, al que llamaron Wall-E, como parte del proceso de recuperación.
El rápido crecimiento del mercado de cannabis de alta potencia ha dejado a muchas familias y autoridades “jugando a ponerse al día”, como señaló el profesor Gregory Tung. La falta de conciencia pública sobre los riesgos del consumo de THC en altas dosis sigue siendo un desafío, y mientras la industria continúa expandiéndose, los expertos advierten que se necesita una mayor regulación para proteger a los jóvenes consumidores.
Un fenómeno en aumento
El fenómeno del dabbing ha surgido en los últimos años como una de las formas más populares de consumir marihuana, especialmente entre los jóvenes. A diferencia del consumo tradicional, el dabbing implica inhalar concentrados que contienen niveles mucho más altos de tetrahidrocannabinol (THC), el compuesto psicoactivo de la marihuana.
Los concentrados pueden alcanzar niveles de THC de entre el 70% y el 90%, en comparación con el 4% que tenían los cigarrillos de marihuana en 1995 y el 16% que se registró en 2022, según datos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA).
Autoridades de salud advierten que el consumo de cannabis en estas concentraciones puede provocar efectos adversos graves. La directora del NIDA, Dra. Nora Volkow, señaló que “la gente está consumiendo dosis extremadamente altas de THC”, lo que puede llevar a episodios psicóticos. Además, los hospitales están reportando un aumento de adolescentes con síntomas como vómitos cíclicos, convulsiones y psicosis, condiciones que algunos consumidores llaman “green out”, una variación de “black out” (desmayo).
Un mercado en crecimiento y sin suficiente regulación
El auge del dabbing ha sido impulsado en parte por la legalización de la marihuana recreativa en varios estados de EE.UU. Desde entonces, los productos con extractos de THC de alta potencia, como vaporizadores, comestibles y cigarrillos infundidos con concentrados, han ganado popularidad.
Actualmente, los productos de THC extraído representan aproximadamente la mitad del mercado de cannabis en EE.UU., en comparación con el 20% que tenían hace una década, según Jonathan Caulkins, experto en políticas de cannabis de la Universidad Carnegie Mellon.
Los dabs atraen a los jóvenes no solo por la potencia de sus efectos, sino también por la facilidad con la que pueden consumirlos sin ser detectados. A diferencia de la marihuana en forma de flor, los concentrados tienen poco olor, lo que permite a los adolescentes consumirlos en sus habitaciones o en baños escolares.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud de 2022, aproximadamente el 20% de los consumidores de cannabis entre 12 y 34 años reportaron haber practicado el dabbing en el último mes, en comparación con el 10% de los mayores de 35 años.
Impacto en la salud mental y física
Los efectos del consumo prolongado de cannabis de alta potencia están comenzando a ser documentados. Un estudio publicado en 2019 en The Lancet Psychiatry reveló que las personas que consumen THC de alta potencia diariamente tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos psicóticos.
Otros estudios han mostrado que los adolescentes que consumen cannabis de forma crónica son más propensos a sufrir depresión y tener dificultades académicas. Además, investigaciones sugieren que el consumo de marihuana en la adolescencia puede afectar el desarrollo cerebral de una forma que no ocurre en usuarios adultos.
En respuesta a este creciente problema, algunos estados están tomando medidas para regular los niveles de THC en productos de cannabis. Connecticut y Vermont han impuesto límites, mientras que un panel de expertos convocado por el Departamento de Salud Pública de California recomendó establecer un límite de potencia en octubre. Colorado ha lanzado campañas dirigidas a adolescentes y mujeres embarazadas, advirtiendo sobre los peligros del cannabis de alta potencia a través de anuncios digitales y un sitio web con un chatbot que responde preguntas.