En 2024, Estados Unidos ha vivido uno de los años más activos en cuanto a tornados, con un alarmante incremento en su frecuencia e intensidad. Según The New York Times, a finales de abril, una tormenta de movimiento lento sobre Texas y Oklahoma generó un brote de 39 tornados. Esta cifra, aunque significativa, representa solo una pequeña parte de los más de 400 tornados registrados en ese mes, el número mensual más alto en una década. Hasta noviembre, se contabilizaron más de 1.700 tornados en todo el país, distribuidos en al menos 17 estados, con un saldo de 53 personas fallecidas.
El impacto económico de estos eventos también ha sido notable. De acuerdo con el Centro Nacional de Información Ambiental (NCEI, por sus siglas en inglés), entre abril y mayo las tormentas severas, junto con cuatro brotes de tornados en el centro y sur del país, ocasionaron daños estimados en $14 mil millones. Este costo coloca a 2024 entre los años más costosos en términos de desastres climáticos relacionados con tormentas severas.
Entre los eventos más destacados del año se encuentra un potente tornado clasificado como EF4 en las afueras de Greenfield, en el estado de Iowa. Según datos citados por The New York Times, un vehículo radar móvil de investigadores de la Universidad de Illinois midió velocidades de viento de entre 497 y 512 km/h (309 a 318 mph) en un subvórtice del tornado. Este fenómeno dejó una estela de destrucción de 71 kilómetros (44 millas) y generó daños calculados en $31 millones, según estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
El cambio climático y la complejidad de atribuir causas al aumento de tornados
Aunque los expertos aún analizan el total final de tornados registrados en 2024, este año podría posicionarse no solo como el más activo de la última década, sino como uno de los más intensos desde que comenzaron los registros oficiales en 1950. La confirmación y categorización de cada tornado es un proceso que toma tiempo, señalaron fuentes citadas por The New York Times.
La comunidad científica ha planteado hipótesis sobre la relación entre el cambio climático y el incremento reciente en la frecuencia e intensidad de los tornados. Sin embargo, los tornados están influenciados por múltiples factores, lo que complica la atribución directa de estos fenómenos a una sola causa. A pesar de los avances tecnológicos desde los años noventa, que han permitido identificar con mayor precisión tornados que antes podrían haber pasado desapercibidos, expertos citados en The New York Times destacan que el panorama climático está cambiando de forma significativa.
“Solo se necesita un tornado de categoría EF1 para causar un daño significativo a una vivienda; un EF2 puede lanzarla por los aires”, explicó John Allen, científico climático de la Universidad Estatal de Michigan, en declaraciones al medio. Este incremento en la intensidad promedio de los tornados, combinado con las condiciones demográficas y sociales en ciertas áreas vulnerables, ha generado altos niveles de impacto en términos de pérdidas materiales y víctimas.
El sureste de Estados Unidos: una región especialmente vulnerable
El sureste del país es una de las regiones más afectadas por los tornados debido a una combinación de factores climáticos y socioeconómicos. Según el profesor Tyler Fricker, de la Universidad de Luisiana en Monroe, las características demográficas de esta zona, como una alta proporción de viviendas móviles y bajos ingresos, agravan el riesgo de desastres mayores.
“El sureste de Estados Unidos es particularmente propenso a sufrir el impacto de tornados severos. Factores como la pobreza y la falta de recursos impiden a muchas personas construir refugios seguros en sus hogares”, añadió Stephen M. Strader, profesor de la Universidad de Villanova, al analizar las condiciones climáticas y sociales que aumentan la vulnerabilidad en esta región. Además, The New York Times subrayó que gran parte de los condados en Alabama, Arkansas, Luisiana y Misisipi han experimentado un incremento en la actividad de tornados en las últimas dos décadas, en comparación con las décadas de 1980 y 1990.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) utiliza una medida de vulnerabilidad social que considera factores como el desempleo y los ingresos. Según esta métrica, muchos de los condados más afectados están clasificados en riesgo alto, lo que coincide con el aumento de tornados en estas áreas.
Costos humanos y económicos en un año extremo
Además de las pérdidas humanas y materiales, el costo emocional y social de los desastres naturales sigue siendo un desafío para las comunidades afectadas. Aunque la infraestructura de detección y monitoreo de tornados ha mejorado significativamente, la capacidad de respuesta en regiones vulnerables sigue siendo desigual. Los especialistas instan a una mayor inversión en medidas de mitigación, como la construcción de refugios y programas educativos para las poblaciones en riesgo.
Con las proyecciones climáticas apuntando a un posible aumento en la frecuencia de tornados para 2025, especialmente bajo condiciones relacionadas con La Niña, el sureste y otras áreas propensas a tormentas severas se enfrentan a un futuro incierto. Los expertos coinciden en que las soluciones a largo plazo requerirán un enfoque integral que combine avances científicos con estrategias sociales y económicas para reducir los riesgos y minimizar las pérdidas.
En 2024, el costo humano y económico de los tornados en Estados Unidos ha dejado una marca profunda, recordando la necesidad urgente de prepararse mejor para fenómenos cada vez más intensos y frecuentes.