Llegó a EEUU para pagar las medicinas de su mamá, fue asesinada a tiros y su cuerpo fue vendido por partes

Aurimar Iturriago salió de Venezuela para ayudar a su madre, pero su vida terminó trágicamente y su familia aún no logra recuperar sus restos esparcidos entre laboratorios que pagaron por el uso separado de varias partes de su cuerpo

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Aurimar murió asesinada a tiros
Aurimar murió asesinada a tiros en 2022 y su cuerpo fue vendido por partes para prácticas forenses. (Facebook: Aurimar Iturriaga)

La vida de Aurimar Iturriago, una joven venezolana de 21 años, terminó de forma violenta en octubre de 2022 en Texas, Estados Unidos. Su caso, sin embargo, no concluyó con su muerte. Una cadena de decisiones administrativas transformó lo que parecía un final trágico en un ejemplo desgarrador de la deshumanización que enfrentan los migrantes y sus familias. Su cuerpo fue declarado “no reclamado” y utilizado por partes sin consentimiento en investigaciones médicas, dejando a su madre en Venezuela luchando por obtener respuestas y dignidad para su hija.

Desde su humilde hogar en el estado Zulia, Venezuela, Aurimar soñaba con sacar a su familia de la pobreza. Vivía bajo un techo de láminas y trabajaba desde los 16 años limpiando casas y haciendo jardinería, según relató su madre, Arelis Coromoto Villegas, a NBC News. En 2022, tras trabajar como repartidora en Bogotá, Colombia, decidió emprender un viaje hacia Estados Unidos con la esperanza de ganar suficiente dinero para construir una nueva casa para su madre y pagar sus medicamentos.

La ruta migratoria fue peligrosa. Aurimar atravesó la selva del Darién, un paso infame entre Colombia y Panamá, donde miles de migrantes mueren o desaparecen cada año. Durante días, su madre no tuvo noticias de ella, temiendo lo peor, hasta que recibió un mensaje de su hija desde un campamento en Panamá: “Mami, salimos de la selva”, según informó NBC News.

En septiembre de 2022, después de cruzar el río Grande y ser procesada por las autoridades migratorias en Texas, Aurimar encontró alojamiento temporal en Dallas con un conocido, Alexis Moreno, y consiguió un trabajo de limpieza en Florida. Pero semanas después, un acto de violencia cambiaría todo.

Una noche fatal en Carrollton

La venezolana llegó a EEUU
La venezolana llegó a EEUU en búsqueda de un empleo que le permitiera pagar las medicinas de su madre. (Facebook: Aurimar Iturriaga)

El 29 de octubre de 2022, Aurimar viajaba en un auto con dos conocidos por las calles de Carrollton, Texas. Según la policía y testigos entrevistados por Univision, otro conductor, Shardrel Damon Webb, abrió fuego contra el vehículo tras un altercado en la carretera. Aurimar, sentada en el asiento trasero, recibió un disparo fatal en la cabeza. Su amiga, Yenny Peñaloza, relató a Univision que el agresor bloqueó el paso de su auto antes de dispararles. “Una de esas balas fue la que acabó con la vida de mi amiga”, dijo Peñaloza. Aurimar murió en el lugar. Las autoridades encontraron solo $8.18 dólares y un encendedor en sus bolsillos, según registros obtenidos por NBC News.

Lo que sucedió después de la muerte de Aurimar es una crónica de negligencia y decisiones cuestionables. A pesar de que su madre estaba en contacto constante con ella, las autoridades del condado de Dallas declararon su cuerpo “no reclamado”. Según NBC News, el número de teléfono de Arelis estaba archivado en los registros del forense, pero no hay evidencia de que alguien intentara contactarla.

Dos semanas después de su muerte, Moreno, el conocido que la había alojado, ofreció donar su cuerpo al programa de investigación médica del University of North Texas Health Science Center, alegando actuar en nombre de Arelis. Sin embargo, Arelis asegura que nunca dio ese consentimiento. Los funcionarios del centro enviaron formularios de donación, pero Moreno nunca los completó. A pesar de esto, el cuerpo de Aurimar fue transferido al centro bajo protocolos estándar, informó NBC News. Entre 2019 y 2022, este programa recibió más de 2,350 cuerpos no reclamados, generando ingresos anuales de 2,5 millones de dólares y ahorrando a los condados miles de dólares en costos de entierros, según registros financieros citados por NBC News.

Un cuerpo convertido en mercancía científica

a madre de Aurimar, de
a madre de Aurimar, de escasos recursos, busca la manera de recuperar el cuerpo de su hija. (Facebook: Aurimar Iturriaga)

Aurimar no solo fue declarada no reclamada; fue dividida y utilizada en procedimientos médicos. En 2023, su torso fue empleado en un entrenamiento quirúrgico organizado por la empresa Relievant Medsystems, que pagó al centro $35,672 por el uso de cadáveres. Posteriormente, sus piernas fueron usadas en otra capacitación médica, según la investigación de NBC News.

Mientras tanto, Arelis vivía en la incertidumbre. Sin acceso a internet en su hogar rural y con recursos limitados, dependía de información fragmentada y tardía. En un mensaje al centro médico en febrero de 2023, Arelis suplicó saber el paradero de su hija. No recibió detalles claros; el cuerpo ya había sido parcialmente cremado, según los registros.

La familia de Aurimar no supo la verdad completa hasta octubre de 2024, cuando un artículo de Telemundo reveló que su cuerpo había sido utilizado para investigaciones médicas. Su hermano, Yohandry Martínez, vio el nombre de Aurimar en una lista de cuerpos no reclamados publicada por el medio. La noticia impactó profundamente a Arelis, quien expresó su dolor en una entrevista: “Ella no es un animal para ser despedazada”. El centro médico suspendió su programa de donaciones y despidió a los responsables tras la investigación de NBC News. A pesar de esto, las heridas emocionales y éticas permanecen abiertas.

Arelis sigue rezando cada día por su hija, pero ahora con un ruego diferente: traerla de vuelta a casa. Sin recursos para viajar o repatriar los restos cremados de Aurimar, su madre enfrenta una lucha aparentemente insuperable desde su pequeño pueblo en Venezuela. “Creo que voy a tirar la toalla y dejar las cosas en manos de Dios”, dijo Arelis a NBC News. Su salud ha empeorado, y la incertidumbre sobre los restos de su hija la ha sumido en una profunda depresión.

Aurimar soñó con construir un futuro mejor para su familia, pero su historia ha expuesto un sistema que convierte a los migrantes más vulnerables en cifras y mercancías. Para Arelis, la búsqueda de justicia y dignidad para su hija se ha convertido en una batalla por sanar su propio corazón roto.

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