En 2023, el 24.3% de los adultos reportaron haber sufrido dolor crónico, mientras que un 8.5% experimentó dolor crónico de alto impacto, definido como aquel que frecuentemente limita las actividades cotidianas o laborales, según los datos de la National Health Interview Survey (NHIS), conducida por los CDC. Estos niveles de dolor crónico y de alto impacto mostraron una tendencia al alza con el envejecimiento y disminuyeron según el nivel de urbanización.
El análisis demográfico reveló disparidades significativas. Los adultos nativo americanos y nativos de Alaska no hispanos tuvieron el porcentaje más alto de dolor crónico (30.7%) en comparación con otros grupos, como los asiáticos (11.8%) y los hispanos (17.1%). En contraste, los asiáticos fueron el grupo con menor prevalencia tanto de dolor crónico como de alto impacto.
Las estadísticas mostraron que el dolor crónico afectó más a las mujeres (25.4%) que a los hombres (23.2%), un patrón que también se observó en el dolor de alto impacto (9.6% en mujeres frente a 7.3% en hombres). Asimismo, el envejecimiento estuvo asociado con un incremento en la prevalencia: el 12.3% de los adultos de 18 a 29 años reportó dolor crónico, cifra que se elevó al 36.0% en aquellos de 65 años o más. De manera similar, el dolor crónico de alto impacto aumentó del 3.0% al 13.5% entre estos mismos grupos etarios.
El nivel de urbanización también influyó en las cifras. Los residentes de áreas no metropolitanas presentaron mayores porcentajes de dolor crónico (31.4%) y dolor de alto impacto (11.5%) en comparación con los de áreas metropolitanas centrales grandes, con un 20.5% y 7.3%, respectivamente.
Así es cómo el dolor crónico afecta a los estadounidenses
En 2023, los datos de la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) destacaron que casi una cuarta parte de los adultos en los Estados Unidos (24.3%) padeció dolor crónico. Este tipo de dolor, caracterizado por persistir o reaparecer durante al menos ese período, no solo es una de las razones más comunes por las que las personas buscan atención médica, sino que también tiene profundas implicaciones para la calidad de vida.
Entre este grupo, el 8.5% de los adultos reportó experimentar dolor crónico de alto impacto. Este término se refiere a un dolor tan severo o persistente que limita de manera frecuente las actividades cotidianas, laborales o sociales, convirtiéndose en un factor determinante en la capacidad de las personas para mantener su funcionalidad y autonomía.
El impacto general del dolor crónico es multifacético. Además de las consecuencias físicas evidentes, se asocia con un mayor riesgo de ansiedad, depresión y un mal uso de opioides, a menudo utilizados como medio para mitigar el dolor. Esta realidad destaca la importancia de la recolección y análisis de datos como los del NHIS, que permiten identificar tendencias y áreas de atención prioritaria.
Uno de los hallazgos más destacados del informe es el vínculo directo entre la prevalencia del dolor crónico y el envejecimiento. La incidencia del dolor crónico aumenta de manera constante con la edad, reflejando los desafíos únicos que enfrentan las personas mayores.
Entre los adultos más jóvenes, de entre 18 y 29 años, el 12.3% informó haber padecido dolor crónico en los últimos tres meses cuando fue conducido el estudio. Este porcentaje es significativamente menor en comparación con los adultos de 65 años o más, donde la prevalencia alcanza un 36.0%. Este patrón es aún más pronunciado en el caso del dolor crónico de alto impacto, que afecta al 3.0% de los jóvenes y al 13.5% de los mayores.
La relación entre la edad y el dolor puede atribuirse a diversos factores. En las personas mayores, el dolor crónico es a menudo consecuencia de condiciones subyacentes como la artritis, enfermedades cardiovasculares o problemas musculoesqueléticos. Además, el envejecimiento en sí mismo puede predisponer a una mayor sensibilidad al dolor, junto con la disminución de la capacidad del cuerpo para reparar tejidos dañados o manejar inflamaciones crónicas.
El análisis de los datos de la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) de 2023 pone de manifiesto marcadas disparidades raciales y étnicas en la prevalencia del dolor crónico. Estas diferencias no solo revelan desigualdades en la experiencia del dolor, sino que también subrayan la influencia de factores sociales, culturales y económicos en la salud general de las comunidades.
Los adultos nativo americanos y nativos de Alaska fueron el grupo con la mayor prevalencia de dolor crónico, alcanzando el 30.7% en los últimos tres meses. En contraste, los adultos asiáticos reportaron la prevalencia más baja, con un 11.8%. Los adultos hispanos presentaron un nivel intermedio, con un 17.1%.
En términos de dolor crónico de alto impacto, el patrón se mantuvo. Los adultos nativo americanos y nativos de Alaska también encabezaron las cifras, con un 12.7%. Por otro lado, los adultos asiáticos no hispanos tuvieron nuevamente la prevalencia más baja, con solo un 2.6%.
Las diferencias en la prevalencia del dolor entre estos grupos pueden estar relacionadas con varios factores como el acceso a servicios de salud, condiciones de vida y trabajo, asó como factores culturales.
Relación entre el dolor crónico y el nivel de urbanización
La prevalencia del dolor crónico aumenta a medida que disminuye el nivel de urbanización. Este hallazgo pone de relieve las desigualdades en salud que existen entre las áreas metropolitanas densamente pobladas y las regiones rurales o no metropolitanas.
En grandes áreas metropolitanas centrales, un 20.5% de los adultos reportó haber experimentado dolor crónico, mientras que en áreas no metropolitanas, esta cifra ascendió al 31.4%, indicando un aumento significativo con el nivel decreciente de urbanización.
Diferencias de género en la prevalencia del dolor crónico
La Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) de 2023 destaca una notable disparidad de género en la prevalencia del dolor crónico y del dolor crónico de alto impacto. Las mujeres presentan tasas más altas que los hombres en ambas categorías, lo que subraya la necesidad de considerar el género como un factor importante en el diagnóstico y tratamiento del dolor.
El 25.4% de las mujeres reportó experimentar dolor crónico, en comparación con el 23.2% de los hombres. El 9.6% de las mujeres reportó dolor de alto impacto, frente al 7.3% de los hombres. Entre los factores que lo explican están que las mujeres son más propensas a padecer trastornos de dolor crónico como migrañas, fibromialgia y dolor pélvico crónico. Estas afecciones pueden estar relacionadas con factores hormonales, inflamatorios y genéticos.
Además, las mujeres pueden enfrentar dificultades para recibir un tratamiento adecuado para el dolor, ya sea por sesgos en la atención médica o por un subdiagnóstico de sus síntomas, lo que agrava el impacto del dolor en sus vidas.
Impacto del dolor crónico en la vida diaria
El dolor crónico afecta negativamente múltiples aspectos de la vida, pues se las personas experimentan una reducción significativa en su capacidad para realizar actividades diarias, laborales y sociales, además existe una fuerte correlación entre el dolor crónico y problemas como ansiedad y depresión, exacerbando la carga emocional de los afectados.
También se asocia al dolor crónico con un mayor riesgo de mal uso de opioides, que se utilizan con frecuencia para manejar el dolor, pero pueden derivar en adicciones y otros problemas de salud.