Crystal Mangum, conocida por sus acusaciones de violación contra tres jugadores del equipo de lacrosse de la Universidad de Duke en 2006, admitió públicamente que mintió sobre los hechos. En una entrevista reciente para el programa de podcast Let’s Talk with Kat, la mujer, actualmente encarcelada en la Institución Correccional para Mujeres de Carolina del Norte, expresó su arrepentimiento y explicó las razones detrás de su decisión de inventar la historia.
Según declaró, su motivación para mentir fue una necesidad de validación personal, afirmando que buscaba reconocimiento de las personas a su alrededor en lugar de encontrar apoyo en su fe.
“Hice una historia falsa porque quería validación de las personas y no de Dios”, dijo. Además, reconoció la gravedad de sus acciones y el daño que causaron. “Testifiqué falsamente diciendo que ellos me violaron, y eso estuvo mal”, declaró.
Mangum expresó un mensaje directo a los hombres que fueron afectados por sus declaraciones: manifestó su amor hacia ellos y admitió que no merecían el trato injusto que recibieron.
Esta confesión, realizada casi dos décadas después del inicio del caso, marca la primera vez que la mujer admite públicamente haber mentido sobre las acusaciones que llevaron al arresto de los jugadores y a una tormenta mediática que generó un intenso debate sobre racismo y privilegios en Estados Unidos.
Impacto de las acusaciones falsas
El caso dejó un rastro de profundas consecuencias tanto para los acusados como para el sistema judicial y la sociedad en general. A pesar de haber sido exonerados en 2007, los tres hombres falsamente acusados —David Evans, Collin Finnerty y Reade Seligmann— enfrentaron un juicio público devastador que marcó permanentemente sus vidas.
Los acusados fueron vilipendiados en medios nacionales, señalados como responsables de un crimen que nunca ocurrió. Según Jim Cooney, abogado de uno de los jugadores, el caso generó un “enorme tornado de destrucción” que afectó a muchas personas más allá de los jugadores, incluyendo a sus familias, compañeros y entrenadores.
El defensor legal subrayó que la etiqueta de “violadores motivados por el racismo” quedará como una parte ineludible de las biografías de los jugadores.
Exoneración legal
La investigación reveló que no existía ninguna evidencia que corroborara las acusaciones de Mangum. En abril de 2007, el entonces Fiscal General del estado, Roy Cooper, declaró oficialmente la inocencia de los jugadores tras concluir que no había pruebas creíbles que sustentaran las acusaciones. Ni el ADN ni los testimonios de testigos confirmaron el relato de Mangum, lo que llevó al desmoronamiento del caso.
El fiscal a cargo del caso, Mike Nifong, desempeñó un papel central en el desenlace judicial. Fue acusado de conducta indebida y de mentir en múltiples ocasiones durante el manejo del caso, lo que finalmente resultó en su destitución y la pérdida de su licencia para ejercer como abogado.
Las acusaciones que estremecieron a la Universidad de Duke
En marzo de 2006, Crystal Mangum, quien trabajaba como bailarina exótica, acusó a tres jugadores del equipo de lacrosse masculino de la Universidad de Duke de violación durante una fiesta organizada por el equipo en Durham, Carolina del Norte. Según la mujer, el ataque ocurrió mientras ella trabajaba en el evento como parte de un servicio contratado para la ocasión.
Las acusaciones generaron un impacto inmediato: cancelación de la temporada de lacrosse de 2006 -en respuesta a la controversia, la universidad tomó la decisión de suspender todas las actividades del equipo, marcando el final de su temporada competitiva- y despido del entrenador del equipo, Mike Pressler -aunque no hubo pruebas de su implicación en los hechos, Pressler fue destituido debido a la presión mediática y pública. Más tarde, expresó su decepción por el manejo del caso por parte de la institución-.
El incidente adquirió rápidamente relevancia nacional. La dinámica racial del caso —Mangum era una mujer afroestadounidense y los acusados eran hombres blancos— intensificó las divisiones sociales y alimentó la cobertura mediática sensacionalista.