Donald Trump no pierde un segundo para demostrar que pretende ubicar su agenda política en el centro de las escena: en un movimiento inesperado, el presidente de los Estados Unidos decidió participar de la inauguración de Notre Dame, la histórica catedral francesa que se incendió durante su primer mandato en la Casa Blanca.
La decisión de Trump implica su primer viaje al exterior tras derrotar a Kamala Harris en los comicios del 5 de noviembre, y su primer contacto con los líderes europeos que intentan proteger una agenda geopolítica que es cuestionada por el sucesor de Joe Biden. Trump fue invitado por Emmanuel Macron, que enfrenta una crisis política terminal, y los dos mandatarios se encontrarán el sábado en la catedral icónica de París.
“Es un honor anunciar que viajaré a París, Francia, el sábado para asistir a la reapertura de la magnífica e histórica Catedral de Notre Dame, que ha sido completamente restaurada después de un devastador incendio hace cinco años”, posteó Trump en su cuenta oficial de Truth Social.
Y remató: “El presidente Emmanuel Macron ha hecho un trabajo maravilloso asegurando que Notre Dame haya sido restaurada a su máximo nivel de gloria, y aún más. ¡Será un día muy especial para todos!”.
La visita de Trump a París no sólo significa un mensaje político a la Unión Europea, sino también una señal directa al catolicismo. Notre Dame es venerada por esa grey, y el presidente electo de los Estados Unidos hasta ahora había concentrado sus esfuerzos en mantener una relación fluida con israel y el pueblo judío. Ello no implica proximidad con Francisco, que tiene una mirada ideológica diferente a Trump.
El líder republicano está dispuesto a protagonizar la agenda internacional, y no aguardó hasta la próxima cumbre del G7 para describir su hoja de ruta a nivel global. Trump asumió que su rentrée en el escenario geopolítico podía suceder en la inauguración de Notre Dame, y allí no descarta mantener reuniones bilaterales con Macron, Olaf Scholz (canciller alemán), Keir Starmer (premier inglés) y Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania.
La Unión Europea (UE) tiene una relación actual fluida con Estados Unidos, pero esa sintonía política concluirá cuando Trump ingrese al Salón Oval. A diferencia de Biden, el presidente republicano considera que Washington debe recortar sus aportes monetarios a la OTAN, denunciar el acuerdo de Cambio Climático de París y reformular la estrategia bélica que ejecuta Ucrania contra Rusia.
Macron y Scholz -el tándem que lidera Europa- ya han leído en los medios que Trump no tiene término medio. Exhibe una posición agresiva con sus socios comerciales México y Canadá, y ayer amenazó con arrasar Gaza si Hamas no libera a los 101 rehenes judíos antes de su asunción presidencial, que está prevista para el 20 de enero.
El presidente republicano conoce la fragilidad política de Macron y Scholz: el canciller aleman puede perder las elecciones de 2025, y el presidente francés lidia con una crisis doméstica que puede estallar en los próximos días. Trump llegará a París para recorrer Notre Dame y explicitar su agenda global ante Macron y Scholz.
Asimismo, Trump advertirá a Zelensky que su administración pretende terminar el conflicto con Rusia antes que concluya enero. Una posibilidad que el líder ucraniano sólo aceptaría si ello no significa perder territorios en manos de Vladimir Putin y tener asegurado el ingreso a la OTAN.
Trump volaría el viernes a Europa y regresaría a Mar -a- Lago el domingo a la noche, si no hay cambio de planes. Aún se desconoce la delegación oficial que acompañará al presidente electo, pero es muy probable que Melania Trump, Elon Musk, Marco Rubio -próximo secretario de Estado-, Charles Kushner -futuro embajador americano en Francia- y Mike Waltz -nominado como consejero de Seguridad Nacional- integren la comitiva oficial.