Era la tarde del 24 de noviembre de 1971, víspera de Acción de Gracias, cuando un hombre elegante y enigmático abordó un Boeing 727 de Northwest Orient Airlines en Portland, Oregón, rumbo a Seattle. Vestido con un traje oscuro, corbata negra y gafas de sol, se presentó como “Dan Cooper”. Este nombre sería transformado erróneamente por la prensa en D.B. Cooper, el alias que lo inmortalizó. Poco después del despegue, entregó a una azafata una nota con una advertencia escalofriante: “Tengo una bomba”. La frase marcó el inicio de uno de los casos criminales más fascinantes y desconcertantes en la historia de los Estados Unidos.
La azafata, Florence Schaffner, inicialmente ignoró la nota pensando que se trataba de un coqueteo. Sin embargo, cuando el hombre la instó a leerla, vio con terror que la situación era crítica. Cooper exigió 200 mil dólares en efectivo, cuatro paracaídas y combustible suficiente para un vuelo hacia México. Con una calma escalofriante, describió en detalle la bomba que supuestamente llevaba en su maletín: cilindros rojos con cables y una batería. Mientras las autoridades luchaban contra el reloj para cumplir sus demandas, el avión aterrizó en Seattle. Allí, liberó a los pasajeros, manteniendo a la tripulación mínima como rehenes, y emprendió nuevamente el vuelo.
El avión sobrevoló las regiones montañosas del noroeste, y en algún lugar entre Seattle y Reno, D.B. Cooper realizó su acto final: abrió la puerta trasera del Boeing 727 y saltó al vacío, cargando el dinero en efectivo. Con paracaídas en mano, se perdió en la noche y la tormenta. Cuando el avión aterrizó en Reno, las autoridades encontraron solo el vacío de su ausencia. Nunca se supo si sobrevivió al salto, aunque las condiciones, un terreno peligroso y el clima adverso, sugerían un alto riesgo.
Las investigaciones se convirtieron en un fenómeno nacional. Equipos de búsqueda recorrieron las vastas extensiones de bosques y ríos; no obstante, D.B. Cooper parecía haberse evaporado, dejando solo preguntas y teorías a su paso. Durante años, el FBI recopiló posibles pistas, pero ninguna resultó concluyente.
Las nuevas pistas de D.B. Cooper y los hermanos McCoy
En 2020, casi cinco décadas después, el caso tuvo un giro inesperado. Los hermanos Chanté y Rick McCoy III, residentes de Carolina del Norte, encontraron un paracaídas en la casa de su difunta madre, Karen McCoy. Según ellos, este equipo perteneció a su padre, Richard McCoy Jr., un exmilitar y secuestrador de aviones arrestado en 1972 por un crimen similar. En esa ocasión, McCoy Jr. también usó un paracaídas para escapar con dinero robado, pero fue capturado, encarcelado y más tarde murió en un enfrentamiento con la policía tras fugarse de prisión.
El hallazgo fue compartido con Dan Gryder, un investigador experto en aviación. Gryder aseguró que el paracaídas presentaba modificaciones únicas, consistentes con las hechas por DB Cooper. “Este equipo es literalmente uno en mil millones”, afirmó Gryder. La teoría de los hermanos ganó fuerza, ya que McCoy Jr. había sido señalado como posible Cooper desde hacía décadas. Sin embargo, por miedo a las repercusiones legales hacia su madre, los hermanos habían mantenido silencio hasta su fallecimiento.
El FBI, entre dudas y avances
En 2023, el FBI reabrió brevemente el caso para analizar el paracaídas encontrado, confiscarlo y realizar pruebas de ADN proporcionadas por Rick McCoy. Aunque no se han divulgado resultados oficiales, el hallazgo revive la posibilidad de que Cooper haya sobrevivido y llevado una vida bajo otra identidad. A pesar de la atención mediática, el FBI declaró en 2016 que cerraba el caso oficialmente debido a la falta de pistas viables. Pero estas nuevas evidencias han renovado el interés del público. D.B. Cooper sigue siendo una leyenda, no solo por el acto criminal sino por su habilidad para desaparecer en el olvido. Su historia ha inspirado libros, películas y teorías sin fin, cimentando su lugar como uno de los casos sin resolver más famosos de todos los tiempos.
Un personaje que Marvel usó como referencia
Marvel hace una referencia directa al caso de D.B. Cooper en la serie de Disney+ Loki (2021), producida por Marvel Studios. En el segundo episodio de la primera temporada, a través de un flashback, se revela que el famoso secuestrador de avión fue en realidad Loki, el Dios de las Mentiras, interpretado por Tom Hiddleston.
En esta reinterpretación, Loki es visto llevando un traje y gafas similares a las descritas por los testigos de D.B. Cooper. Según la narrativa de Marvel, el secuestro fue una broma que Loki ejecutó tras perder una apuesta con su hermano Thor. La escena muestra cómo Loki salta del avión utilizando el bifrost (el puente interdimensional de Asgard) como su medio de escape, dando una explicación ficticia y fantástica al misterio del paradero de D.B. Cooper. Esta inclusión mezcla elementos de la cultura pop con la mitología del Universo Cinematográfico de Marvel, añadiendo un tono humorístico al mito real del misterioso secuestrador.