La doctora Janelle Goetcheus, destacada por su labor humanitaria y médica a favor de las personas sin hogar y comunidades de bajos ingresos, murió el pasado 26 de octubre en Christ House, el refugio médico que cofundó y donde residió junto a su familia durante décadas. Conocida como la “Madre Teresa de Washington, D.C.”, dedicó su vida a proporcionar atención integral y a promover la dignidad de los más vulnerables.
Goetcheus, quien murió a los 84 años, es recordada como una pionera en el modelo de cuidado médico para personas sin hogar. Durante más de 50 años, lideró la creación de clínicas, programas de vivienda y redes de apoyo en la capital estadounidense, dejando un impacto duradero en cientos de vidas.
Nacida como Alice Janelle Coons el 19 de septiembre de 1940 en Indianápolis, Indiana, Goetcheus creció en la ciudad de Muncie, donde asistió a la Iglesia Metodista Unida de High Street junto a su familia. Desde joven sintió un llamado espiritual y profesional, convencida de que su vocación médica debía estar al servicio de Dios y de los demás.
En su adolescencia, conoció a quien sería su esposo, el reverendo Allen Goetcheus, con quien compartió esta visión de vida. Tras comenzar a salir durante sus años universitarios, se casaron el 13 de junio de 1965, un día antes de que Janelle se graduara de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana.
Inicialmente, la pareja planificó dedicarse a misiones médicas en el extranjero. Sin embargo, los trámites necesarios para ir a Pakistán se retrasaron, y mientras esperaban, visitaron la comunidad de Adams Morgan en Washington, D.C., vinculada a la Iglesia del Salvador.
El encuentro con una realidad de pobreza extrema y falta de atención médica en el corazón de la capital estadounidense cambió su rumbo. “Fue una experiencia muy transformadora para mí”, recordó Goetcheus en una entrevista con la Biblioteca Nacional de Medicina en 1996. “Nos fuimos ese fin de semana, y nunca volvimos a ser los mismos”.
Fundadora de un modelo de atención médica innovador
En 1976, los Goetcheus se mudaron al área de Washington, donde Janelle comenzó a trabajar en una sala de emergencias mientras colaboraba con la Iglesia del Salvador en proyectos para atender a residentes de bajos ingresos. Tres años después, en 1979, ayudó a establecer la clínica Columbia Road Health Services, la primera de muchas iniciativas que dirigiría para comunidades vulnerables.
La culminación de sus esfuerzos llegó en 1985 con la fundación de Christ House, un “refugio médico” diseñado para personas que, tras ser dadas de alta en hospitales, no contaban con un lugar seguro donde recuperarse. El modelo, cofundado con su esposo y un grupo de colaboradores, permitió a hombres en recuperación vivir en un entorno de apoyo y cuidado hasta su completa rehabilitación.
Christ House no solo se convirtió en un refugio para quienes más lo necesitaban, sino también en el hogar de los Goetcheus y sus tres hijos. Vivir entre las personas a quienes servían era una decisión profundamente intencionada. “Queríamos aprender a estar con las personas, no solo hacer cosas por ellas”, explicó Janelle en una ocasión.
El modelo de Christ House, desarrollado en paralelo con iniciativas similares como la del doctor Jim O’Connell en Boston, ha sido replicado en más de 160 ocasiones en todo Estados Unidos. Según Bobby Watts, director del National Health Care for the Homeless Council, Goetcheus fue una figura crucial en la creación de este enfoque.
“Las personas que han dedicado toda su vida al ministerio cristiano dicen que Janelle fue la persona más parecida a Cristo que jamás hayan conocido”, destacó Watts en entrevista con The Wall Street Journal.
Además de Christ House, Goetcheus ayudó a fundar otras organizaciones clave, como Kairos House, un programa de vivienda para hombres con enfermedades crónicas comprometidos con la sobriedad, y el proyecto Health Care for the Homeless, ahora conocido como Unity Health Care, una red de centros de atención médica en Washington.
Desafíos personales y familiares
La decisión de vivir en Christ House y dedicar la vida familiar al servicio no estuvo exenta de dificultades. En entrevistas, Goetcheus reconoció que sus hijos enfrentaron momentos difíciles, incluida la inseguridad en las calles de Washington.
“Mis hijos sintieron mucha ira”, confesó en una entrevista con el New York Times Magazine en 1986. “Fueron traídos a la ciudad, los asaltaron en la calle y les robaron sus pertenencias”. Sin embargo, el ejemplo de sus padres marcó profundamente a sus hijos, quienes también desarrollaron una fuerte vocación de servicio.
A pesar de enfrentar su propia batalla contra el cáncer, Goetcheus continuó atendiendo pacientes hasta pocos meses antes de su muerte. Le sobreviven su esposo, Allen, sus hijos Ann, John y Mark, y los innumerables pacientes y colegas cuya vida tocó con su compasión inquebrantable.