Las dos tienen nombres hispanos, las dos han escrito sus libros en inglés, las dos eligieron títulos en español: Malas y Oye. Estas jóvenes autoras, Marcela Fuentes y Melissa Mogollón, traen a Miami Book Fair cuatro fuertes personajes femeninos y varias historias universales pero con sabor bicultural, en la rica tradición de la literatura chicana, nuyorican y en general de los descendientes de latinoamericanos en los Estados Unidos.
Cada una trae un paisaje diferente: el límite entre Texas y México, que alguna vez fueron la misma cosa; el sur de Florida con sus distintos acentos del español. Y, con ello, una colección de referencias culturales específicas: el tejido que es la frontera, la diversidad de Miami que por algo ha sido apodada la capital de América Latina. Hay hispanos y latinos en los 50 estados de la unión y algunas concentraciones nacionales han tramado tejidos culturales distintivos.
Malas y Oye salieron este año junto con La sed, de la argentina Marina Yuszczuk, a la vez en inglés y en español: una prueba del interés en Estados Unidos por las nuevas voces hispanas y latinas, confirmado con el Pulitzer que recibió El invencible verano de Liliana, de la mexicana Cristina Rivera Garza.
“Últimamente hay una gran cosecha de escritoras latinas, y es maravilloso formar parte de ese movimiento”, comentó Fuentes a Infobae. Para Mogollón, la razón es evidente:
—¡Porque somos lo máximo!!! —bromeó en castellano—. No, mentira, jajaj. Es un completo honor, un placer y un privilegio que me publiquen en el mismo año que tantos otros increíbles autores latinos/latinx, especialmente mujeres.
En algún sentido, se explayó, esa abundancia quita “presión para ‘ser’ alguna cosa” —los estereotipos que, desde la literatura del boom, pesaron sobre generaciones de autores—, ”y permite que los escritores latinos/latinx y latinoamericanos pueden ser lo que quieran”.
Malas entrelaza las historias de dos mujeres en dos décadas distintas, los cincuenta y los noventa, en un pueblo imaginario en la frontera. Las une un secreto familiar que comienza en 1951 cuando Pilar Aguirre se enfrenta a una maldición lanzada por la esposa secreta de su marido: es una versión de la Llorona, el espectro de una madre que ahogó a sus hijos y lanza sus maldiciones mientras vaga en busca de ellos. En 1994 la adolescente Lulu Muñoz se acerca a Pilar, quien regresa al pueblo tras años de ausencia y comienza a desenredar la madeja del trauma intergeneracional.
Oye se cuenta en la voz de Luciana, una adolescente de familia colombiana, que habla por teléfono con su hermana Mari. Se arrastra a lo largo del último año de la escuela secundaria en Miami mientras lidia con la mirada de su madre, quien no acepta que sea queer. Su abuela, encerrada en la obsesión por su aspecto físico, se niega a seguir las órdenes de evacuación cuando se acerca el huracán Irma: el preámbulo de otra tormenta, la del diagnóstico terminal que recibe la mujer. Al cuidar a su abuela Luciana se entera de historias familiares que explican mucho de la dinámica disfuncional entre todos.
“Luciana pertenece a la primera generación de su familia nacida y criada en Estados Unidos”, dijo Mogollón. “Le toca ser el puente entre el antiguo país de origen y el nuevo. Es capaz de ver cosas que su madre y su abuela no pueden y empieza a percatarse de que en ambas culturas hay cosas que querría cuestionar”.
La autora se parece en eso al personaje: nació en Colombia pero se crió desde muy chica en Estados Unidos. Y aunque el parecido se termina allí, sintió , como muchos de sus amigos y familiares, que vivía “a caballo entre dos mundos”. Siguió Mogollón: “Dos mundos que amábamos profundamente e intentábamos aprender a disfrutar, o ver si había alguna forma de que coexistieran dentro de nosotros”.
Un símbolo de esa coexistencia es que todos los títulos de los capítulos están, como el de la novela, en castellano: “Quería que fueran dichos típicos que Luciana podría haber oído mientras crecía en su casa o en su barrio”. Son Pásame el teléfono, Me duele más a mí que a ti, ¿Y con quién vas?, Esto no es un hotel y otros clásicos de la madre latina.
Fuentes recurrió a una cita de Los Tigres del Norte: “ni aquí ni allá”. Explicó: “La canción se refiere al cruce de la frontera, pero describe perfectamente ese aspecto de ‘las dos cosas y ninguna’ que tiene la identidad fronteriza”. Su intención era “transmitir las pluralidades y contradicciones, la mezcla —lo dice en castellano— de la frontera”.
Y esa mezcla, que es la suya, hace también que Lulu tenga algo de ella: “En cuanto a los elementos autobiográficos, le di a Lulu un sentido de las normas y los contextos, pero no de las razones que los subyacen. Recuerdo haber sabido y no sabido ese tipo de cosas cuando era adolescente”.
Además, en Malas hay mucha música; tanta que el libro cuenta con playlist propia en Spotify. Las épocas en que se desarrolla tienen sus particularidades al respecto: “En 1950 la música tejana empezó a ser influida por el primer rock n’ roll, y comenzó una trayectoria que condujo al ‘boom tejano’ de la década de 1990, y a Selena. En muchos sentidos, la historia de la música tejana es la historia de este lugar”.
En lo formal, las dos novelas hacen apuestas importantes. Oye está escrita desde la perspectiva de Luciana: sólo se puede leer lo que ella le cuenta a su hermana por teléfono, no las respuestas. “Ella existe principalmente en inglés”, subrayó Mogollón, y por eso habla en inglés. Pero en su casa se habla castellano, y por eso la autora siguió el instinto e incluyó líneas en español que Luciana recordaría claramente así. “Cualquier cosa que le pareciera muy graciosa, chocante, desgarradora o impactante, probablemente la recordaría exactamente en español, en lugar de traducirla mentalmente al inglés”.
Malas incorpora los elementos folclóricos de la frontera al traer la leyenda de la Llorona. “Las historias familiares y comunitarias que escuché mientras crecía muchas veces se contaban con elementos folclóricos y sobrenaturales como parte del relato histórico. En cierto sentido, la tradición literaria del realismo mágico no es tal sino que, para algunas comunidades, incluida la mía, hunde sus raíces en una tradición oral que incluye estos elementos como una versión aceptable de la realidad”, argumentó Fuentes.
Siempre estuvo fascinada por la Llorona, “la mala por excelencia del folclore latino”, y de ahí nació el deseo de escribir esta historia. “Según su leyenda, la Llorona era una bella mestiza seducida por un hombre de clase superior. Él la abandonó y, en un momento de furia demencial, la Llorona ahogó a sus propios hijos. En la agonía del remordimiento, se suicidó. Su espíritu ronda el río por la noche, esperando para arrastrar a los niños a una muerte acuática. Pero lo único que sabemos de ella son sus transgresiones: está al margen de su propia historia”.
Como escritora, Fuentes quiso llenar esa pizarra en blanco con una vida completa, la de una persona con capacidad de actuar. “La novela trata de dos mujeres que se eligen a sí mismas, que rechazan las advertencias y los cuentos con moraleja”, resumió. “No es casualidad que Pili y Lulu sean malas”.
Presentación de “Malas” y “Oye” en la Feria del Libro de Miami
Marcela Fuentes
Sábado 23 1:30 pm, Sala 8203 en el Edificio 8
Fuentes hablará de Malas con Porochista Khakpour, que hará lo mismo sobre Tehrangeles, y Honor Levy, sobre My First Book.
Melissa Mogollón
Domingo 24, 11am, en el Pavilion
Mogollón hablará de Oye con Andrew Boryga, quien hará lo mismo sobre Victim, y Asha Elias sobre Pink Glass Houses.
Campus Wolfson del Miami-Dade College (MDC)
300 NE Second Ave, Miami, FL 33132