Familia encuentra respuestas sobre un pariente muerto en la Primera Guerra Mundial gracias a una grabación antigua

Gracias a antiguos testimonios, se desvelaron detalles de la ofensiva de Meuse-Argonne y la caída bajo bombardeo de Foster Stevens. Una memoria resucitada por descendientes

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Una familia encontró respuestas gracias
Una familia encontró respuestas gracias a un relato de guerra. (Frank Schoonover/Wikipedia)

En el contexto de la Primera Guerra Mundial, el 2 de noviembre de 1918 marcó un día trágico para la 83.ª Compañía del Cuerpo de Marines de EE. UU.. Durante un asalto final en la ofensiva de Meuse-Argonne, el soldado Foster Stevens perdió la vida, un evento que permaneció envuelto en misterio para su familia durante décadas. La historia, según un artículo del Washington Post, revela cómo un descubrimiento fortuito y el testimonio de un compañero de armas, Jim Scarbrough, arrojaron luz sobre los últimos momentos de Stevens.

La relación entre Stevens y Scarbrough se forjó en el campo de batalla, donde ambos compartieron experiencias en combates como los de Belleau Wood y Blanc Mont Ridge. A pesar de ser jóvenes, se convirtieron en veteranos de su compañía, desarrollando una amistad profunda.

En el fatídico día de noviembre, un error en las órdenes de batalla llevó a una confusión en las posiciones de los soldados, lo que resultó en que Stevens quedara expuesto durante un bombardeo alemán.

En búsqueda de respuestas

Scarbrough recordó cómo murió su
Scarbrough recordó cómo murió su mejor amigo. (Wikipedia)

El soldado fallecido resultó ser tío abuelo de Joby Warrick, escritor del Washington Post, quien redactó un artículo en 2018 sobre la búsqueda de respuestas para llevar paz a su familia. A finales de 2019, un hombre oriundo de Ohio, quien aseguró que el nombre de Stevens le era conocido, se puso en contacto gracias a la publicación.

“Mi abuelo era el soldado James Scarbrough, de la 83, compañía 3/6 y consideraba a Foster uno de sus mejores amigos”, afirmó el autor en una carta.

Scarbrough, quien sobrevivió a la guerra, guardó en secreto el doloroso recuerdo de la muerte de su amigo hasta que, años después, lo compartió con su nieto, Byron.

Durante años, el joven trató de descubrir más sobre el pasado de su abuelo en la marina, sin embargo, siempre recibía pocas respuestas. “Al principio, eso era todo. Él no quería hablar de eso”, afirmó.

Fue hasta un día que, mientras leía un libro sobre la emblemática batalla de Bellau Wood, Don, padre de Byron, entró con una grabadora de casetes.

“Poco a poco, empezó a abrirse, habló de quiénes eran estas personas y de los lugares donde se habían metido en problemas. Cómo fue cruzar el campo de trigo en Belleau Wood. El momento en que resultó herido allí”, relató Scarbrough.

Durante el relato de Byron, se pudo comprender que los soldados tuvieron una gran amistad gracias a que tenían muchas cosas en común.

“Ambos éramos del centro, teníamos familias numerosas de las que vivíamos lejos, ambos fervientemente independientes. A los dos nos gustaba armar jaleo, cazar y pescar. Éramos como dos gotas de agua”, le contó Scarbrough a Byron.

Luego de un par de años y, mientras la familia visitaba cementerios en Francia, Scarbrough se abrió un poco más y habló sobre el fatídico día en el que perdió a su mejor amigo.

El escritor del Washington Post relata que la mañana del ataque del 2 de noviembre de 1918, un oficial nuevo en la unidad cometió un error al confundir las órdenes de batalla, colocando a los equipos en lugares diferentes.

Los insólitos relatos que trajeron paz

Los detalles de la batalla
Los detalles de la batalla fueron recordados por el abuelo de Byron. (Wikipedia)

Scarbrough era el líder del escuadrón de fusileros, mientras que Foster servía como el fusilero principal, pero aquel día sus roles se invirtieron. Otro oficial se percató del error y ordenó que retomaran sus posiciones originales.

“Les grité a todos mis muchachos que bajaran la cabeza y miré hacia el otro lado. En ese momento, un proyectil se acercó más corto que los otros y aterrizó justo entre nosotros. Me agarré al suelo para no caerme, ya que nos sacudió bastante”, contó Scarbrough en una de sus cintas.

Al levantar la cabeza luego del ataque, el hombre se encontró con una postal desalentadora: su compañero de armas y mejor amigo se hallaba tendido en el suelo. Inmediatamente, corrió hacia él para ayudarlo, pero no había nada que pudiera hacer.

“Levanté el cuello flácido de Foster y le sostuve la cabeza, como si pudiera sentir algo. Un trozo de metralla del tamaño de una moneda de plata le había entrado en la boca y le había salido por la nuca”, lamentó el veterano de guerra.

“Me sentí tan afligido y conmocionado como un hombre puede estarlo. Foster y yo nos mantuvimos juntos tanto como pudimos. En cada compromiso, sabía que tenía a alguien que me cuidaba y él sabía que yo lo cuidaba a él”, recordó.

Cuando llegó la noche, la unidad regresó al campo de batalla luego de un exitoso avance, en el que hicieron retroceder a las líneas alemanas. En el terreno se encontraba el cuerpo inerte de Stevens.

Scarbrough tomó el cuerpo de su amigo fallecido y se quedó sentado junto a él toda la noche. Cuando salió el sol, tomó una pala y se dispuso a cavarle una tumba. “Me agaché y dejé allí a mi amigo. Arrojarle esa primera palada de tierra me dolió más que arrojarle tierra en la cara a mi propio padre”, recordó.

Gracias a este relato, la familia de Warrick pudo conocer lo que había sucedido con Stevens aquel 2 de noviembre.

“Foster era el mejor amigo de mi abuelo. Mi abuelo era mi mejor amigo. Y ambos teníamos las mismas reglas. Por eso era importante para mí contarle esta historia a la familia de Foster”, aseguró Byron.

Todo el relato quedó registrado en cintas que fueron grabadas durante la década de los ochenta, que después se convirtieron en el libro “They Called Us Devil Dogs”.

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