Un turista estadounidense fue arrestado por vandalizar con sus uñas una puerta de un santuario en Tokio

Steve Lee Hayes, de 65 años, fue arrestado por la policía japonesa tras dañar una estructura sagrada en el Santuario Meiji, un acto con graves implicaciones legales

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El Santuario Meiji es un símbolo cultural visitado por millones de personas cada año. (REUTERS/Stoyan Nenov)
El Santuario Meiji es un símbolo cultural visitado por millones de personas cada año. (REUTERS/Stoyan Nenov)

En una visita que terminó en controversia, un turista estadounidense fue detenido en Japón por presuntamente tallar letras en una de las Puertas Torii del icónico Santuario Meiji, ubicado en Tokio. El sospechoso, identificado como Steve Lee Hayes, de 65 años, fue arrestado bajo la acusación de causar daños a la propiedad, según informó la policía metropolitana. El incidente tuvo lugar el martes, cuando el viajero utilizó sus uñas para grabar cinco letras en el pilar de la puerta, las cuales se cree que corresponden a su apellido.

Este santuario, un símbolo histórico y cultural, es frecuentado por millones de visitantes al año. Con su arresto, Hayes enfrenta serias consecuencias legales que podrían incluir hasta tres años de prisión o una multa de 300.000 yenes (aproximadamente 1.918 dólares). Las autoridades pudieron identificarlo a través de grabaciones de cámaras de seguridad, reforzando la importancia de proteger estos espacios de actos vandálicos.

Un acto vandálico

Este tipo de estructura, tradicional en los santuarios Shinto japoneses, tiene un profundo significado espiritual, ya que marca el límite entre el mundo terrenal y el sagrado.

El daño fue descubierto rápidamente, y las imágenes captadas por cámaras de seguridad permitieron identificar a Hayes como el responsable. Aunque el motivo detrás de su acción no ha sido esclarecido, el acto fue calificado como una falta de respeto hacia un sitio de alto valor cultural y espiritual en Japón, lo que ha intensificado la preocupación sobre el impacto negativo de algunos turistas en lugares patrimoniales.

Consecuencias legales para el sospechoso

El acto vandálico en el santuario Meiji ha colocado a Hayes en una situación delicada ante la justicia japonesa. Las leyes del país sobre la protección de la propiedad, especialmente en lugares de importancia cultural o religiosa, son estrictas. El turista enfrenta cargos por daños a la propiedad, un delito que, según el código penal japonés, puede acarrear una pena de hasta tres años de prisión.

El sistema judicial japonés aplica sanciones severas a quienes cometen actos considerados ofensivos o destructivos hacia sitios patrimoniales. Este enfoque refleja no solo la importancia que Japón otorga a sus tradiciones y monumentos, sino también su compromiso con la preservación de estos espacios. En casos similares, los acusados han enfrentado tanto penas legales como el repudio público, lo que añade una capa de presión social al castigo oficial.

Japón aplica severas sanciones a quienes dañan propiedades de importancia cultural o religiosa. (REUTERS/Issei Kato)
Japón aplica severas sanciones a quienes dañan propiedades de importancia cultural o religiosa. (REUTERS/Issei Kato)

Incidentes similares con turistas en sitios culturales

El caso de Steve Lee no es un incidente aislado. Japón, al igual que otros países con importantes sitios culturales y religiosos, ha enfrentado episodios recientes de vandalismo y comportamiento inapropiado por parte de turistas. En septiembre de este año, un hombre austriaco fue arrestado por realizar actos de naturaleza sexual en los terrenos de un santuario en la ciudad costera de Kesennuma, a unos 500 kilómetros al norte de Tokio. Este hecho provocó indignación por la falta de respeto hacia un lugar sagrado.

En 2023, un adolescente canadiense fue acusado de tallar su nombre en una columna de un templo reconocido por la UNESCO en la ciudad histórica de Nara, Japón. En un ejemplo más notorio, un turista italiano desató polémica al grabar un mensaje de amor en una pared del Coliseo en Roma, lo que llevó a su arresto.

Estos incidentes resaltan una tendencia preocupante: el impacto negativo que algunos turistas tienen en lugares históricos y culturales. Aunque en muchos casos estos actos son aislados, han llevado a reforzar medidas de seguridad y a debates sobre cómo equilibrar la preservación del patrimonio con el acceso público.

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