El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha generado expectativas entre los nacionalistas populistas europeos, quienes ven en él un aliado en su lucha contra el globalismo y las políticas progresistas. Según un análisis reciente, líderes como Viktor Orbán de Hungría y Geert Wilders de los Países Bajos han expresado su entusiasmo ante la perspectiva de un cambio político en Estados Unidos que podría fortalecer sus propias agendas en Europa.
El primer ministro húngaro, Orbán, ha sido criticado por la Comisión Europea y la administración de Joe Biden por presuntamente debilitar la democracia en su país. Orbán celebró la victoria de Trump como un indicio de que “la historia se ha acelerado” y que “el mundo va a cambiar”. En un contexto similar, Wilders, líder del Partido de la Libertad neerlandés, se mostró optimista al afirmar que “los patriotas están ganando elecciones en todo el mundo”.
En Rusia, el ideólogo pro-Putin Alexander Dugin también expresó su satisfacción, declarando que “los globalistas han perdido su combate final”.
En Austria y los Países Bajos, los nacionalistas obtuvieron la mayor proporción de votos en las recientes elecciones. Alternativa para Alemania es segundo en las encuestas, por ahora, con unas elecciones generales cerca Rassemblement National en Francia no está lejos del poder nacional. Vox en España está establecido hace tiempo. Otros partidos van tomando forma, como Reforma en Gran Bretaña, Ley y Justicia en Polonia. Todos estos partidos se sentirán fortalecidos por la victoria de Trump.
La afinidad ideológica entre el movimiento MAGA de Trump y los populistas europeos se centra en su oposición a la migración, el “wokeismo” y el globalismo. Además, comparten simpatías hacia Rusia y un fuerte apoyo a Israel. Estas posturas se ven reflejadas en políticas como la propuesta de deportación masiva de inmigrantes ilegales por parte de Trump, que podría inspirar demandas similares en Europa.
Con frecuencia, estas personas se interesan en teorías conspirativas relacionadas con las vacunas, George Soros o la idea de una reemplazo demográfico de las poblaciones establecidas por migrantes de piel oscura.
El rechazo a las ideas “woke” es otro punto de convergencia. La campaña de Trump ha utilizado anuncios centrados en temas como la cuestión transgénero, mientras que Orbán ha cerrado estudios de género en universidades húngaras. En Rusia, Vladimir Putin firmó una ley que prohíbe los cambios de género.
Sin embargo, la relación entre Trump y los europeos podría enfrentar tensiones. El enfoque de Trump en el nacionalismo “America First” podría chocar con las agendas europeas, especialmente si insiste en que Europa abra sus mercados a productos agrícolas estadounidenses. Esto podría alimentar el antiamericanismo en países como Francia y Alemania.
El deseo de Trump de negociar un acuerdo de paz en Ucrania podría alejar a algunos populistas europeos, como Giorgia Meloni en Italia, quien apoya firmemente a Ucrania a pesar de simpatizar con la “guerra contra woke” de Trump.
Otra de los posibles puntos de conflicto entre Trump y sus aliados europeos es la OTAN. El presidente electo ha amenazado con retirarse de la alianza transatlántica, que podría afectar los intereses de los países de la misma. A su vez, la influencia de China en algunos países de Europa, principalmente en Hungría, podría generar tensiones con Trump. Orbán incluso podría enfrentar dificultades en su relación personal con el ganador de las elecciones en EE.UU.