Cuál es la enfermedad que padece Megan Fox y que podría agravarse durante su embarazo

La actriz reveló su lucha contra un trastorno que afecta su autopercepción y que podría representar un desafío adicional en su proceso de gestación junto a Machine Gun Kelly

Megan Fox afronta la complejidad de su condición bajo los reflectores, con un enfoque integral en tratamiento y aceptación personal. (REUTERS)

En un anuncio inesperado que ha tomado por sorpresa a sus seguidores, Megan Fox y el rapero Machine Gun Kelly confirmaron su próxima paternidad, noticia que rápidamente se difundió en el mundo del espectáculo y que representa un paso importante en su relación. Este será el primer hijo de la pareja, algo que fue recibido con entusiasmo por sus seguidores y la prensa, que ha seguido de cerca la relación. A pesar de la emoción por el embarazo, la noticia también trae consigo algunas preocupaciones de salud, ya que la actriz ha sido transparente acerca de su lucha contra algunos padecimientos.

El antecedente de un aborto espontáneo y otros trastornos mentales, han sido aspectos delicados en la vida de Fox, lo que añade un tono de precaución a las celebraciones por su próximo bebé.

Cuál es la enfermedad que sufre Megan Fox

La dismorfia corporal es uno de los principales desafíos de salud mental para Megan Fox, una condición que ella misma definió como una preocupación obsesiva por su apariencia. En una entrevista con Sports Illustrated, la actriz relató que nunca vio su cuerpo de la misma forma en que lo perciben los demás y que incluso desde niña fue consciente de una autoimagen que consideraba inadecuada.

Este trastorno, conocido clínicamente como trastorno dismórfico corporal, se caracteriza por una atención excesiva a un defecto físico, que puede ser imaginario o apenas perceptible para los demás. Esta constante preocupación se convierte en una fuente de angustia emocional que afecta aspectos fundamentales de la vida de quienes lo padecen, desde la relación consigo mismos hasta sus interacciones sociales y laborales.

Según CNN, la dismorfia corporal es una enfermedad psiquiátrica que suele manifestarse en la adolescencia, etapa en la cual el cuerpo experimenta cambios significativos. Para quienes la padecen, una leve imperfección —un rasgo físico menor, como una cicatriz o el tamaño de una parte del cuerpo— puede desencadenar un ciclo de insatisfacción y obsesión que interfiere en la vida cotidiana. En el caso de Fox, la constante exposición pública y los altos estándares de belleza de Hollywood fueron factores que profundizaron su disconformidad con su apariencia.

2: La estrella de Hollywood, Megan Fox, ha sido franca sobre sus luchas personales con la dismorfia corporal desde una temprana edad. (Instagram/@meganfox)

Factores que influyen en la dismorfia corporal

Esta condición no surge de una única causa; en realidad, es resultado de una compleja combinación de factores genéticos, ambientales y sociales. Según expertos, las personas con antecedentes familiares de trastornos obsesivo-compulsivos (TOC) pueden tener un mayor riesgo de desarrollar este trastorno, lo cual sugiere una posible predisposición genética. Sin embargo, también entran en juego elementos del entorno social y familiar, especialmente aquellos relacionados con la percepción del cuerpo y la autoimagen.

Para muchos, la infancia y la adolescencia son periodos críticos donde se define la autopercepción. Los comentarios sobre el cuerpo, la evaluación constante o el énfasis en la apariencia física por parte de familiares o compañeros pueden hacer que alguien se vuelva extremadamente sensible a sus “defectos” físicos, a menudo imaginarios o mínimos.

En el caso de Megan Fox, su temprano ingreso a la industria del entretenimiento y su exposición a la presión mediática probablemente influyeron en el desarrollo de esta condición, intensificando la autocrítica y el perfeccionismo hacia su imagen.

Otro factor de gran influencia en el aumento de la dismorfia corporal es el papel de las redes sociales y los medios de comunicación. La exposición constante a imágenes de cuerpos que se ajustan a ideales de belleza, muchas veces irreales o retocados, fomenta comparaciones que pueden deteriorar la autoestima. Fox no es la única figura pública afectada; la presión para cumplir con un estándar de belleza inalcanzable es algo que enfrentan muchos actores y celebridades, lo que refuerza patrones de insatisfacción y búsqueda de “perfección” en la apariencia física.

La exposición de Megan Fox a estándares de belleza irreales ha profundizado su desafío de autopercepción, propio del trastorno dismórfico corporal. (Instagram/@meganfox)

Tratamiento para la dismorfia corporal

El tratamiento del trastorno dismórfico corporal presenta diversos desafíos, ya que es una condición resistente al cambio debido a la persistente percepción distorsionada de la imagen propia. Sin embargo, existen terapias que pueden ayudar a quienes padecen este trastorno. Una de las opciones más recomendadas es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que se enfoca en identificar y modificar los patrones de pensamiento y comportamientos compulsivos que refuerzan la preocupación por los defectos percibidos.

La TCC incluye técnicas como la exposición y prevención de respuestas, en la que los pacientes enfrentan sus temores sin recurrir a sus conductas compulsivas, como mirarse en el espejo o pedir constantemente la opinión de otros.

En algunos casos, se prescriben medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), utilizados comúnmente en el tratamiento del TOC y de la ansiedad. Estos medicamentos ayudan a regular los niveles de serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo, lo que puede aliviar los síntomas de la dismorfia corporal. Sin embargo, dado que el trastorno suele estar acompañado de otras condiciones, como ansiedad o depresión, el abordaje debe ser integral, con un enfoque que considere también el impacto de posibles traumas personales.

Para personas como Megan Fox, cuya vida pública añade complejidad al trastorno, el proceso de recuperación requiere una educación continua sobre la irrealidad de los estándares de belleza y el uso frecuente de imágenes retocadas en medios y redes sociales. Además, el tratamiento puede implicar un enfoque en el autoconcepto y en la aceptación, ayudando al paciente a construir una visión menos dependiente de la apariencia física.