Qué es el Pan de Muerto, el postre clásico de las festividades del 1 y 2 de noviembre en México

El Día de Muertos mexicano es una tradición de colores y sabores entre las que destaca el postre a base de harina de trigo, huevo y naranja

El pan de muerto se come en México durante los días 1 y 2 de noviembre como parte del Día de Muertos. (Adobe Stock)

México y Estados Unidos comparten mucho más que la frontera. Debido a su cercanía en muchos sentidos, las costumbres y tradiciones se mezclan entre ambos países, por ello no es sorprendente que en estas fechas la nación de las barras y estrellas se pregunte “What is ‘pan de muertos’?”, a pocos días de una de las celebraciones mexicanas más importantes, el Día de Muertos.

Esta festividad emblemática en México se celebra los días 1 y 2 de noviembre y busca honrar las almas de los amigos y familiares que han fallecido. Una de las tradiciones más destacadas en esta conmemoración es la preparación del pan de muerto, un dulce que forma parte integral de las ofrendas. Se trata de un pan que se coloca en las ofrendas o altares de muertos, pero también es para consumo humano.

El pan de muerto se distingue por su forma, la mayor parte de las veces redonda, con relieves alargados que, según la tradición, representan los huesos de los muertos. Sus ingredientes son harina de trigo, azúcar y huevos, y a menudo es aromatizado con naranja y anís, como recoge la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México.

¿Cuál es el origen del pan de muerto?

El Gobierno de México indica que esta tradición tiene sus raíces en las culturas prehispánicas, al igual que las ofrendas que se realizan durante estas fechas. Los pueblos mesoamericanos preparaban panes de diversas formas, y el pan dedicado a los muertos era el “yotlaxcalli”, hecho a base de amaranto. Este acto cultural ha evolucionado con el tiempo, tal como relata BBC, que señala que “la influencia de la repostería europea, particularmente española y francesa, se ha reflejado en el pan de muerto”.

A base de trigo, azúcar, y huevo, el pan de muerto puede contener aromas de naranja y anís. (AP Foto/Fernando Llano)

La forma de los panes puede variar significativamente según la región mexicana. Según BBC, los panes de muerto elaborados en el centro del país son redondos con “huesitos” cruzados, que simbolizan los huesos humanos. Sin embargo, en sitios como Michoacán, los panes adoptan formas antropomorfas, con pinturas de calaveras que llevan los nombres de los difuntos, mientras que en Acámbaro, Guanajuato, se elaboran en formas de conejos, mulas y otras figuras.

Antes, el pan de muerto era un mucho más macabro

Este dulce es también un símbolo del mestizaje hispano-indígena, una fusión de la tradición prehispánica con las prácticas europeas traídas durante la conquista. National Geographic señala que “los colonizadores sugirieron la preparación de un pan de trigo cubierto de azúcar roja”, consejo que se adoptó para sustituir la práctica violenta de las ofrendas humanas con una alternativa dulce y simbólica. Antes de ello, el pan se preparaba con amaranto mezclado con sangre para ofrecerlo a los dioses.

Carlos Ramírez, chef mexicano, explicó a la Universidad Autónoma de México (UNAM) que “el pan de muerto es parte de nuestra cultura”; además, subraya que “nadie celebra la muerte como nosotros”, refiriéndose al carácter único y festivo del Día de Muertos. Este pan se puede encontrar desde semanas antes de la festividad en las panaderías como un preludio a la celebración, haciéndolo un elemento de unión entre los mexicanos.

Por otro lado, National Geographic también menciona que el origen mítico del pan podría vincularse a antiguas historias, como la de una princesa a quien se le ofrecía su corazón latiente. Esto da una dimensión más profunda y ceremonial al pan de muerto, trasladando la idea de sacrificio a las actuales prácticas de conmemoración a través de la comida.

Variantes del pan de muerto, como las "regañadas" en Oaxaca o el pan relleno de Yucatán, enriquecen la tradición mexicana. (Instagram)

La BBC también informa que, en la ofrenda tradicional al dios Huitzilopochtli, “la gente no comía otra cosa que no fuera tzoalli con miel”, integrando elementos como el amaranto, que siguen siendo protagonistas en la elaboración del pan de muerto. Aunque los ingredientes han cambiado, el propósito y el simbolismo religioso han persistido con el tiempo, reflejando una continuidad cultural impresionante.

A lo largo de México, las variedades de este pan son tan diversas como las comunidades que lo preparan. En Guerrero, se elaboran panes decorados con azúcar de color solferino, y en Oaxaca, los panes se denominan “regañadas”. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México detalla que en ciertas regiones, como Yucatán, el pan se prepara incluso con relleno de queso crema.

El pan de muerto es un testimonio tangible del encuentro de culturas y una celebración de la vida y la muerte en el contexto único y vibrante de México. Cada variación regional aporta una riqueza que destaca la diversidad dentro del país. Estas prácticas han sido reconocidas mundialmente, y UNESCO ha declarado el Día de Muertos como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que subraya la importancia y la universalidad de esta festividad.