Hoy, 5 de noviembre, se realizan las elecciones presidenciales en Estados Unidos, pero en la previa, una nueva encuesta de la Universidad de Massachusetts Amherst pone de relieve un aspecto clave del panorama electoral en el país: el voto femenino. El sondeo, realizado entre el 11 y el 16 de octubre, mostró que la vicepresidenta Kamala Harris goza de un apoyo significativo entre las mujeres, con una ventaja de 50% frente al 43% que respalda al expresidente Donald Trump.
Tatishe Nteta, profesor de ciencias políticas en UMass Amherst y director de la encuesta, explicó que el género de la candidata desempeña un papel importante en su popularidad. “Es solo la segunda vez en la historia de Estados Unidos que una mujer de un partido importante tiene la oportunidad de llegar a la presidencia. No es de extrañar que muchas mujeres vean en Harris una representante de sus intereses y esperanzas”, señaló Nteta.
Pero más allá de la candidatura demócrata, el voto femenino, hoy determinante para los resultados electorales, representa una larga historia de luchas que culminó en la aprobación de la 19ª Enmienda en 1920, es una de las historias más notables de perseverancia y determinación en la búsqueda de la igualdad de derechos.
Esta lucha, que comenzó oficialmente en 1848 con la Convención de Seneca Falls, duró más de siete décadas y estuvo marcada por una serie de estrategias, sacrificios y divisiones dentro del movimiento, pero también por victorias que transformaron el panorama político del país.
Seneca Falls: el inicio de un movimiento
El 19 y 20 de julio de 1848, un grupo de mujeres y algunos hombres se reunieron en Seneca Falls, Nueva York, para celebrar la primera convención sobre los derechos de las mujeres en Estados Unidos. Liderada por figuras como Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, esta convención fue el punto de partida formal del movimiento sufragista.
El documento más importante que surgió de esta reunión fue la “Declaración de Sentimientos”, que, inspirada en la Declaración de Independencia, exigía derechos civiles, sociales y políticos para las mujeres. Entre ellos, el más controvertido era el derecho al voto.
El camino desde esta declaración hasta la 19ª Enmienda estuvo lleno de desafíos. Durante las décadas siguientes, mujeres de todas las partes del país se organizaron en asociaciones sufragistas, se realizaron convenciones anuales, y las líderes del movimiento comenzaron a utilizar los medios de comunicación para atraer la atención pública. Sin embargo, las tensiones dentro del movimiento, particularmente en torno a la inclusión de mujeres afroamericanas, revelaron divisiones que complicarían la lucha.
El papel de las mujeres afroamericanas en el sufragio
Aunque el movimiento sufragista luchaba por los derechos de todas las mujeres, no siempre fue inclusivo. Muchas de las líderes blancas del movimiento sufragista, como Stanton y Susan B. Anthony, no siempre defendieron con firmeza los derechos de sus pares afroamericanas. A pesar de esto, las mujeres negras organizaron sus propias asociaciones y contribuyeron significativamente a la lucha por el voto.
Una figura destacada en este aspecto fue Mary Church Terrell, una activista afroamericana que luchó por los derechos civiles y el sufragio femenino. En un discurso de 1908, Terrell destacó la importancia de la participación de Frederick Douglass, uno de los más grandes defensores de la igualdad racial y de género, en el movimiento sufragista.
Douglass no solo fue un aliado clave, sino que también usó su plataforma para apoyar la causa de las mujeres, mostrando que la lucha por el sufragio no podía desvincularse de la lucha por la justicia racial.
Estrategias para lograr el voto
A medida que la lucha por el voto avanzaba, las estrategias utilizadas por las sufragistas se volvieron más variadas e ingeniosas. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, los esfuerzos para conseguir el voto femenino incluyeron campañas a nivel estatal y nacional. Wyoming se convirtió en el primer estado en otorgar el derecho al voto a las mujeres en 1890, y en las décadas siguientes, otros estados siguieron su ejemplo.
Sin embargo, fue durante la Primera Guerra Mundial cuando el movimiento ganó un nuevo impulso. Muchas mujeres asumieron roles clave en la economía durante la guerra, lo que rompió estereotipos sobre sus capacidades y contribuyó a que el público reconsiderara la oposición al sufragio femenino.
Las manifestaciones frente a la Casa Blanca, organizadas por activistas como Alice Paul y las “sufragistas silenciosas”, atrajeron la atención de los medios. Paul, que había aprendido tácticas radicales de las sufragistas británicas, fue arrestada en 1917 y lideró una huelga de hambre mientras estaba encarcelada, lo que atrajo aún más atención a la causa.
La prensa jugó un papel crucial en esta etapa del movimiento. La cobertura mediática de las huelgas de hambre y las protestas frente a la Casa Blanca generó simpatía por las sufragistas, lo que presionó al gobierno a considerar sus demandas. Las mujeres comenzaron a utilizar los principios de la democracia que el presidente Woodrow Wilson promovía para la guerra, argumentando que si Estados Unidos luchaba por la democracia en el extranjero, debía también garantizarla en casa.
La victoria y sus limitaciones
El momento decisivo llegó el 4 de junio de 1919, cuando el Congreso aprobó la 19ª Enmienda a la Constitución, que otorgaba a las mujeres el derecho al voto. Para que esta enmienda fuera adoptada, era necesario que fuera ratificada por tres cuartas partes de las legislaturas estatales.
Tennessee se convirtió en el estado número 36 en ratificar la enmienda el 18 de agosto de 1920, asegurando su inclusión en la Constitución. El 26 de agosto de 1920, la 19ª Enmienda fue promulgada oficialmente, lo que garantizó a las mujeres el derecho al voto en todo Estados Unidos.
Sin embargo, la victoria del movimiento sufragista no fue total. Aunque la enmienda prohibía la discriminación de género en las votaciones, muchas mujeres afroamericanas, latinas, asiáticas y pobres continuaron enfrentando barreras para votar debido a las leyes de supresión de votantes que existían en muchos estados. No sería hasta el Movimiento por los Derechos Civiles en la década de 1960 cuando estas mujeres lograrían acceso pleno a las urnas.
El camino hacia el voto femenino en Estados Unidos fue largo y complejo, pero sentó las bases para que las mujeres continuaran luchando por la igualdad en otros ámbitos. Las sufragistas no solo ganaron el derecho al voto, sino que también demostraron que, cuando las mujeres se organizan y persisten, pueden cambiar el curso de la historia.