En los últimos meses, los padres de familia en Estados Unidos han estado en alerta ante el aumento de casos de una enfermedad respiratoria conocida como neumonía atípica o “neumonía ambulante”. Este tipo de infección pulmonar, aunque generalmente leve, puede ser altamente contagiosa y afectar a personas de todas las edades, especialmente a niños y ancianos, lo que ha generado preocupación entre las familias y las comunidades escolares.
Esta infección pulmonar, ocasionada principalmente por la bacteria Mycoplasma pneumoniae, se caracteriza por presentar síntomas leves y prolongados, como tos seca y febrícula, lo que dificulta su diagnóstico temprano y tratamiento adecuado. La neumonía atípica se diferencia de la neumonía convencional por sus síntomas más leves, los cuales a menudo pasan desapercibidos, permitiendo que la infección se propague fácilmente en ambientes cerrados y concurridos como escuelas y hogares.
Desde abril hasta octubre de 2024, el número de niños en edad preescolar diagnosticados con neumonía por Mycoplasma pneumoniae ha incrementado siete veces, según informes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). De acuerdo con el doctor Buddy Creech del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, se observó un aumento notable en Nashville desde mediados de año. Aunque parece que los casos alcanzaron su punto máximo en agosto, la cantidad de diagnósticos sigue siendo alta. Las pruebas de diagnóstico rápido han mejorado el reconocimiento de la enfermedad, lo cual ha contribuido a este aparente aumento.
¿Qué es la neumonía atípica?
La neumonía atípica es una forma más leve de la neumonía tradicional. Esta condición afecta los pulmones, causando que los alvéolos (pequeños sacos de aire) se llenen de líquido o mucosidad, lo que dificulta la respiración normal.
A diferencia de la neumonía clásica, que puede causar fiebre alta y síntomas severos, la neumonía atípica presenta síntomas más leves, lo que permite a las personas continuar con sus actividades diarias sin darse cuenta de que están enfermas. De ahí proviene el término “neumonía ambulante”, ya que quienes la padecen suelen sentirse lo suficientemente bien como para seguir con su rutina cotidiana.
Aunque es menos grave, la neumonía atípica no debe subestimarse, ya que puede durar semanas e incluso meses si no se trata adecuadamente. Los síntomas iniciales pueden confundirse con los de un resfriado común o una gripe, lo que a menudo retrasa su diagnóstico.
¿Cómo se contagia la neumonía atípica?
La neumonía atípica es causada principalmente por bacterias, siendo el Mycoplasma pneumoniae el microorganismo más comúnmente responsable de los casos en niños y adultos jóvenes. Sin embargo, otros tipos de bacterias, virus e incluso hongos también pueden desencadenar esta enfermedad. A pesar de que el Mycoplasma pneumoniae suele generar infecciones leves, es muy contagiosa.
La enfermedad se transmite de persona a persona a través de pequeñas gotas expulsadas cuando alguien infectado tose, estornuda o habla cerca de otras personas. Estas gotas pueden ser inhaladas por individuos cercanos, propagando la infección. Una de las características más preocupantes de la neumonía atípica es que las personas pueden ser contagiosas durante varias semanas antes de que aparezcan los síntomas, lo que facilita su propagación en lugares cerrados como escuelas, guarderías y hogares.
Los niños menores de 2 años, los adultos mayores de 65 años y las personas con sistemas inmunitarios debilitados son los grupos más vulnerables a desarrollar complicaciones derivadas de esta enfermedad. Sin embargo, cualquier persona puede contraerla si está expuesta a entornos donde el virus o la bacteria están presentes.
Síntomas de la neumonía atípica
Los síntomas de la neumonía atípica suelen ser leves y de aparición gradual. Pueden incluir dolor de garganta, fatiga extrema, dolor de pecho, fiebre baja (por debajo de 38 °C), escalofríos suaves, tos seca y persistente, estornudos y dolor de cabeza. En algunos casos, los síntomas pueden confundirse con los de un resfriado o gripe, lo que puede hacer que las personas no busquen atención médica inmediata.
Una de las señales más características de esta enfermedad es la tos persistente, que puede durar varias semanas, incluso después de que otros síntomas hayan desaparecido. En los niños, la respiración rápida o ruidosa, así como el dolor abdominal, pueden ser indicios de neumonía atípica, ya que la infección puede afectar diferentes áreas de los pulmones.
¿Cuál es el tratamiento para la neumonía atípica?
El tratamiento para la neumonía atípica depende de la causa subyacente. En el caso de que la enfermedad sea provocada por bacterias como el Mycoplasma pneumoniae, se pueden recetar antibióticos, como los macrólidos (por ejemplo, azitromicina o claritromicina). Es importante que los pacientes completen todo el ciclo de antibióticos, incluso si comienzan a sentirse mejor antes de finalizarlo, ya que de lo contrario, la infección podría reaparecer y ser más difícil de tratar.
Si la causa de la neumonía atípica es viral, no se prescribirán antibióticos, ya que estos no son efectivos contra los virus. En su lugar, el tratamiento se centrará en aliviar los síntomas. Se recomienda el uso de medicamentos de venta libre para reducir la fiebre y el malestar general, así como el consumo de líquidos en abundancia y descanso.
Para aliviar la congestión y la tos, se puede usar un humidificador o tomar baños de vapor. También es importante evitar fumar o exponerse a ambientes con humo, ya que esto puede empeorar los síntomas.
Cómo prevenir los contagios de neumonía atípica
Aunque no existe una vacuna específica para prevenir la neumonía atípica, existen medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo de contagio. Lavarse las manos con frecuencia, especialmente después de toser o estornudar, es fundamental para evitar la propagación de la enfermedad.
Además, es recomendable cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo o con el codo al toser o estornudar, para minimizar la dispersión de las gotitas respiratorias.
Los padres deben estar atentos a los síntomas en sus hijos, y en caso de que estos persistan o empeoren, es recomendable buscar atención médica para un diagnóstico adecuado. Las vacunas contra la gripe y otras enfermedades respiratorias también son una medida preventiva importante, ya que pueden reducir el riesgo de desarrollar infecciones que compliquen la neumonía.