Florida, conocido por sus impresionantes playas y clima soleado, ha experimentado un crecimiento en la construcción de nuevas propiedades en áreas de alto riesgo de inundación, a pesar de las devastadoras consecuencias que los huracanes han dejado en el estado. Un análisis realizado por First Street Foundation, citado por The Wall Street Journal, reveló que, desde el 2019, se han edificado 77.000 nuevas propiedades en estas zonas, el número más alto en todo el país.
“Construimos en algunos de los lugares más absurdos, sabiendo lo que podría suceder”, expresó Andrew Siffert, meteorólogo senior de la correduría de seguros BMS Group, en una conversación con The Wall Street Journal.
La industria inmobiliaria, junto con los bancos que financian los proyectos, está en una senda de colisión con los aseguradores debido a este frenesí de construcción. Según la firma de calificación Morningstar DBRS, las pérdidas esperadas de los seguros por los huracanes Milton y Helene se sitúan entre 40.000 millones y 75.000 millones de dólares.
“Los prestamistas realmente están en la mejor posición para asegurarse de que haya la consideración adecuada del riesgo a largo plazo”, comentó Robert Gordon, vicepresidente sénior de la Asociación Americana de Seguros de Propiedad y Accidentes.
A nivel nacional, se construyeron 290.000 nuevas propiedades en áreas de alto riesgo de inundación, entre 2019 y 2023, lo que representa casi uno de cada cinco de las 1.6 millones construidas en ese período, según el análisis de First Street Foundation.
Otros estados con una gran cantidad de nuevas construcciones en zonas de alto riesgo incluyen Texas, con 63.000 propiedades desde 2019, y California, con 21.000. A pesar de la creciente frecuencia e intensidad de los desastres naturales impulsados por el cambio climático, los desarrolladores continúan edificando en zonas de peligro.
Un caso emblemático es La Linda Estates en Siesta Key, cerca de Sarasota, compuesto por trece hogares que se encuentran a pasos del Golfo de México, vendidos por casi 3 millones de dólares. A pesar de su localización, que conlleva riesgo de inundaciones y daños por viento, los responsables aseguran que las propiedades no sufrieron daños mayores. El desarrollador, Pampa Sunbelt, afirmó a The Wall Street Journal que las casas tienen una estructura de concreto y cumplen con el código de diseño de Florida.
A pesar de la percepción de que se están considerando los riesgos climáticos para nuevas construcciones, estudios como el de Swiss Re sugieren que si bien las normas de construcción de Florida han reducido significativamente los daños por huracanes, estas mejoras se ven superadas por el aumento de pérdidas debido al crecimiento de población.
En cifras de la S&P Global, las aseguradoras estadounidenses han acumulado más de 32.000 millones de dólares en pérdidas de suscripciones en los últimos cuatro años, indicando que “las primas no tienen otra dirección que subir”, expresó Morningstar en una nota de investigación.
Además, el problema se agrava debido a que los desarrolladores evitan las zonas de inundación oficiales, pero continúan edificando en áreas de alto riesgo, de acuerdo a First Street Foundation. “Millones de personas están en riesgo aumentado de inundaciones en huracanes, sin la protección que les brindaría una zonificación más precisa”, indicó Jeremy Porter, investigador de la firma.
En total, de las 77.000 propiedades recientemente construidas y clasificadas en riesgo, 41.000 se encontraban fuera de las zonas oficiales designadas por FEMA.
El aumento del nivel del mar y los cambios climáticos subrayan la necesidad de revisar las normativas de construcción en zonas no catalogadas oficialmente como de alto riesgo. Trevor Burgess, director ejecutivo de Neptune Flood, sugirió que los códigos de construcción deben modificarse, aumentando al menos 0.30 metros en áreas fuera de las zonas oficiales de inundación.
En conclusión, el impulso de construir en Florida y otras regiones vulnerables sigue, incluso cuando las consecuencias pesan tanto para las aseguradoras como para los residentes locales. Esta tendencia resalta la tensión entre el desarrollo económico y la respuesta adecuada al cambio climático y los riesgos a largo plazo.