En los últimos meses, millones de pruebas gratuitas de COVID-19 han comenzado a llegar a los hogares de Estados Unidos a través del Servicio Postal, como parte de una iniciativa del gobierno para enfrentar el aumento de casos durante la temporada de otoño e invierno. Sin embargo, muchos de estos test están cerca de su fecha de caducidad, lo que ha despertado preguntas sobre su efectividad y la razón detrás de su vida útil limitada.
De los 32 millones de pruebas ordenadas a través del portal COVIDTests.gov, ya se han enviado 20 millones a los hogares. Según la Administración para la Preparación y Respuesta Estratégica (ASPR), todos los test enviados deben tener una vida útil mínima de dos meses antes de su caducidad.
Arlene Joyner, directora de la Oficina de Gestión Industrial y Cadena de Suministro de ASPR, explicó a CBS News que muchas de las pruebas distribuidas actualmente provienen de inventarios almacenados desde hace algún tiempo.
Esto se debe a que, durante el auge de la pandemia, se adquirieron grandes cantidades de las mismas. “Hemos llegado a un punto donde ya no estamos comprando tantas pruebas como antes, dado que hemos pasado el pico más alto de COVID-19″, afirmó Joyner en una entrevista con el mismo medio.
El enfoque de ASPR ha sido emplear un sistema de “primero en entrar, primero en salir”, lo que significa que las pruebas más antiguas del inventario son las primeras en ser enviadas. Esto garantiza que los kits no permanezcan en almacenamiento hasta que caduquen, lo que resultaría en la pérdida de recursos. “Lo peor sería tener que desechar pruebas que han expirado, por lo que nos aseguramos de que las más antiguas se utilicen primero”, señaló Joyner.
La temporada crítica de enfermedades respiratorias
La distribución de las pruebas gratuitas está alineada con la temporada de otoño e invierno, cuando las enfermedades respiratorias como el COVID-19, la gripe y otros virus se propagan más fácilmente. Estos test tienen como objetivo proporcionar una herramienta crucial para las familias que planean reuniones y eventos durante esta época del año, cuando aumenta el riesgo de contagios.
Joyner destacó que la finalidad de este programa es que las personas las utilicen ahora y en los próximos meses, a medida que los casos de enfermedades respiratorias tienden a incrementarse. Las pruebas también se están distribuyendo en lugares como bancos de alimentos y bibliotecas, lo que permite un acceso más amplio a la comunidad.
La extensión de la vida útil de las pruebas
Uno de los factores que ha generado confusión es que muchas de las pruebas distribuidas muestran fechas de caducidad que parecen cercanas o ya superadas. Sin embargo, Joyner explicó que muchas de estas fechas han sido extendidas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) después de que los fabricantes demostraran que eran efectivas más allá de la fecha impresa originalmente en los envases.
Durante las primeras etapas de la pandemia, los fabricantes no contaban con suficiente evidencia para demostrar la estabilidad a largo plazo de las pruebas. A medida que se han recopilado más datos, la FDA ha podido confirmar que la mayoría de los kits son seguros y confiables más allá de su fecha de caducidad inicial, lo que ha permitido extender su uso.
El sistema de rotación de inventarios de ASPR tiene como objetivo maximizar el uso de los recursos disponibles y minimizar el desperdicio. Durante la pandemia, hubo momentos en los que las compras de pruebas aumentaron de manera significativa, lo que llevó a la acumulación de grandes cantidades de las mismas.
Este enfoque permite que las pruebas lleguen a las personas que las necesitan sin quedarse obsoletas en los almacenes. Joyner destacó la importancia de este sistema, ya que cada prueba que se descarta representa una pérdida de recursos valiosos en la lucha contra el COVID-19.