La temporada de huracanes del Atlántico de este año ha captado la atención de expertos en meteorología por su comportamiento inusual. Comenzando de manera ultratranquila, la temporada se transformó en una experiencia sin precedentes con la aparición de tormentas extraordinarias como Helene y Milton. Según informa The Associated Press (AP), “Milton, que se está intensificando de manera explosiva, es el último sistema extraño que surge en la temporada de tormentas más extraña”.
Inicialmente, los meteorólogos proyectaron que 2024 sería un año activamente tormentoso. No obstante, después del primer huracán de categoría 5, Beryl, en julio, la actividad disminuyó notablemente hasta finales de agosto. Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado, citado por la agencia de noticias, señaló que desde el 20 de agosto al 23 de septiembre hubo “una tranquilidad récord”. Finalmente, a partir del 26 de septiembre, se desencadenó una serie de eventos inusuales con la formación de cinco huracanes en menos de dos semanas.
Este fenómeno desconcertante contó con tormentas manifestándose en simultáneo en el mes de octubre, algo sin precedentes, según Klotzbach. Detalló a AP que en un lapso de “solo 46,5 horas, el huracán Milton pasó de una tormenta tropical con vientos de 64 km/h [40 mph] a un huracán de categoría 5 con vientos de 257 km/h [160 mph]”.
El profesor Kerry Emanuel, del MIT, citado por la agencia de noticias, expresó su sorpresa ante esta temporada, asegurando que “nunca había visto nada parecido”, a pesar de su extensa experiencia desde la década de 1980. La abrupta transición de calma a tormenta no tiene precedentes y arroja desafíos significativos para la predicción meteorológica futura.
Antes de junio, los meteorólogos, incluido a Klotzbach, analizaron las temperaturas oceánicas récord y la presencia de La Niña en el Pacífico, factores que suelen reforzar la formación de huracanes. Las condiciones fueron descritas como propicias para una temporada agitada. Sin embargo, durante semanas, la actividad esperada fue frustrada, con “el mes siguiente, siendo el más bajo registrado”, según el experto.
La inesperada calma se debió en parte al aire caliente que contrarrestaba las altas temperaturas del agua en el Atlántico y Golfo de México, según el profesor Emanuel, citado por AP. Además, el aumento del polvo sahariano contribuyó a frenar el desarrollo de los sistemas de tormentas, como explicó al medio Bernadette Woods Placky, meteoróloga de Climate Matters.
Finalmente, la actividad de huracanes resurgió al enfriarse el aire superior y cambiar los patrones de vientos. Este cambio atmosférico permitió la reactivación de sistemas climáticos favorables a las tormentas, lo que llevó a la formación de potentes sistemas como Helene, Isaac y el devastador Milton. “Veremos qué aparece después”, afirmó Klotzbach, reflejando la expectativa hacia el progreso de la temporada.
La tormenta Helene fue notable por su tamaño e intensidad, reflejando la capacidad de absorber más humedad y distribuirla tierra adentro, provocando intensas lluvias. El estudio del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, citado por AP, reveló que el cambio climático incrementó las precipitaciones en un 50% en regiones como Georgia y las Carolinas debido a Helene.
La temporada activa continúa mostrando implicaciones preocupantes respecto al cambio climático. “Existe una relación directa entre el daño que estamos viendo en comunidades de todo el mundo y la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos”, advirtió Woods Placky a AP.
Esta temporada de huracanes inusualmente activa y su comportamiento errático no solo desafiaron las previsiones meteorológicas, sino que también subrayan la urgencia de abordar el cambio climático con efectivas para mitigar sus impactos a futuro.