En menos de dos semanas, Florida ha sido golpeada por dos huracanes devastadores: Helene y Milton, recordando una vez más por qué este estado es el más vulnerable de los Estados Unidos frente a estos fenómenos naturales. Tras el paso de Helene, que dejó un rastro de destrucción a lo largo de la costa oeste del estado y cobró la vida de cientos de personas, Florida se encuentra ahora bajo la amenaza del huracán Milton, una tormenta de categoría 5 que se dirige peligrosamente hacia el área de Tampa Bay.
Las autoridades han emitido órdenes de evacuación, mientras los residentes luchan por prepararse en medio del caos dejado por Helene, con toneladas de escombros sin recoger que podrían convertirse en proyectiles mortales cuando Milton toque tierra.
Este tipo de eventos no son excepcionales en Florida. Los residentes, en particular los que viven cerca de la costa, han aprendido a coexistir con la amenaza de huracanes como una parte inevitable de la vida. Con cada temporada, las tormentas tropicales y huracanes que se forman en el Atlántico, el Golfo de México y el Caribe parecen apuntar directamente hacia este estado, dejando claro que Florida es, sin lugar a dudas, la capital de los huracanes.
Zonas más vulnerables de Florida
A pesar de que todos los rincones de Florida son susceptibles a ser impactados por un huracán, algunas zonas están especialmente expuestas debido a su ubicación geográfica y la dinámica de las tormentas tropicales. Desde 1850, toda la costa de Florida ha sido golpeada por al menos un huracán, desmintiendo la creencia de que hay áreas inmunes a estos fenómenos.
El sureste de Florida, incluyendo ciudades como Miami y Fort Lauderdale, es una de las regiones más frecuentemente afectadas debido a su proximidad con las rutas de tormentas provenientes del Atlántico. Esta parte del estado es también altamente vulnerable a las marejadas ciclónicas, uno de los efectos más peligrosos de los huracanes.
Otra región que frecuentemente se ve afectada es el Panhandle, donde las tormentas provenientes del Golfo de México suelen golpear con fuerza. Ciudades como Pensacola y Panama City han experimentado huracanes de gran magnitud en los últimos años. Por su parte, aunque el área de Tampa y el Big Bend no es golpeada directamente con la misma frecuencia que otras partes del estado, la marejada ciclónica representa una gran amenaza en esta región, especialmente en Tampa Bay, que está en el camino de Milton.
Incluso las zonas más alejadas de la costa, como el área metropolitana de Orlando, no están exentas de los efectos de los huracanes. Aunque los vientos son menos intensos tierra adentro, las lluvias torrenciales y los tornados asociados con los huracanes pueden causar daños significativos.
Florida, la capital de los huracanes en Estados Unidos
Florida se ha ganado el título de la “capital de los huracanes” en Estados Unidos debido a su ubicación geográfica única y su exposición continua a las tormentas tropicales que se forman en el Atlántico, el Golfo de México y el Caribe. Ningún otro estado ha sido golpeado tantas veces por huracanes como Florida, y esto no es una coincidencia. Su extensa línea costera, que supera los 1.350 kilómetros, la sitúa en el camino directo de algunas de las tormentas más poderosas del planeta.
Los huracanes necesitan dos ingredientes principales para formarse: calor y viento. Las aguas cálidas que rodean a Florida proporcionan el combustible necesario para que las tormentas tropicales se intensifiquen. Cuando el agua se evapora, sube a la atmósfera, donde se enfría y se condensa, liberando calor. Este proceso forma grandes nubes que se organizan en una tormenta tropical. Si las condiciones son favorables y los vientos alcanzan una velocidad sostenida de 119 km/h (74 mph), la tormenta se convierte en un huracán.
Además de su posición en el corazón de la zona tropical, Florida también se enfrenta a un largo calendario de riesgo. La temporada de huracanes del Atlántico dura seis meses, desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, con un pico de actividad entre mediados de agosto y finales de octubre, cuando las aguas están más cálidas y las condiciones son óptimas para la formación de huracanes.
Las razones que hacen de Florida un blanco continuo para estos fenómenos incluyen:
- Corrientes oceánicas y vientos alisios: las corrientes en el Atlántico y los vientos predominantes dirigen muchas tormentas hacia las costas de Florida.
- Golfo de México: las tormentas tropicales que se desarrollan en el Golfo tienen un fácil acceso a la parte occidental de Florida, especialmente el Panhandle.
- Efecto de las aguas cálidas: las aguas alrededor de Florida, particularmente en el Golfo de México, alcanzan temperaturas lo suficientemente cálidas como para intensificar rápidamente las tormentas.
Florida no solo enfrenta el riesgo de los vientos fuertes y las lluvias torrenciales que traen los huracanes, sino también las devastadoras marejadas ciclónicas, donde los vientos huracanados empujan el agua del mar hacia la costa, causando inundaciones catastróficas. Esto, junto con la posibilidad de tornados dentro de los huracanes, subraya por qué Florida es la región de Estados Unidos más afectada por estos fenómenos naturales.
Por lo tanto, la combinación de su posición geográfica, sus aguas cálidas y la duración de la temporada de huracanes hacen de Florida el epicentro de los huracanes en Estados Unidos, donde estos fenómenos destructivos se han convertido en parte de la realidad de sus residentes.
El proceso de formación de los huracanes
Los huracanes no son simples tormentas; son el resultado de un proceso complejo que combina calor y viento para crear una de las fuerzas más destructivas de la naturaleza. Para entender por qué Florida es golpeada tan frecuentemente, es clave comprender cómo se forman estas enormes tormentas.
Todo comienza cuando las aguas cálidas de los océanos tropicales, como el Atlántico o el Golfo de México, comienzan a evaporarse. El calor del agua provoca que grandes cantidades de vapor suban hacia la atmósfera, donde se enfría y condensa en forma de nubes, liberando aún más calor. Este ciclo continuo intensifica las corrientes ascendentes de aire, que comienzan a girar debido a la rotación de la Tierra. Si las condiciones atmosféricas son adecuadas, este sistema de tormentas puede crecer rápidamente y convertirse en una depresión tropical, un paso previo a lo que será un huracán.
El viento y el calor acumulados siguen alimentando el ciclón, haciéndolo más poderoso. Cuando las velocidades del viento sostenido alcanzan los 119 km/h (74 mph), la tormenta se clasifica oficialmente como un huracán. Los huracanes pueden continuar fortaleciéndose a medida que se mantienen sobre aguas cálidas, moviéndose hacia la tierra, donde su energía comienza a disiparse rápidamente al perder contacto con el agua.
Los huracanes no solo traen vientos extremos, sino también otros fenómenos devastadores como marejadas ciclónicas, lluvias torrenciales y hasta tornados, contribuyendo a su impacto destructivo, especialmente en estados como Florida, que se encuentra en el “corredor” natural de estas tormentas.
La categorización de los huracanes
Los huracanes no son todos iguales. Varían en intensidad y destructividad, y para poder clasificarlos, se utiliza la Escala Saffir-Simpson, que organiza a los huracanes en cinco categorías según la velocidad de sus vientos sostenidos. Esta escala permite anticipar la magnitud del daño que una tormenta puede causar.
- Categoría 1: los huracanes en esta categoría tienen vientos sostenidos de entre 119 y 153 km/h (74 a 95 mph). Aunque se consideran los menos peligrosos, aún pueden causar daños considerables, sobre todo a viviendas y árboles.
- Categoría 2: con vientos de 154 a 177 km/h (96 a 110 mph), los huracanes de categoría 2 pueden producir daños mayores en estructuras, arrancar árboles y causar cortes prolongados de electricidad.
- Categoría 3: estos huracanes, con vientos de 178 a 208 km/h (111 a 129 mph), son considerados huracanes mayores. En este punto, los daños a viviendas y edificios pueden ser devastadores, y las áreas costeras enfrentan inundaciones severas debido a la marejada ciclónica.
- Categoría 4: con velocidades de viento de 209 a 251 km/h (130 a 156 mph), los huracanes de esta categoría causan destrucción catastrófica, con edificios seriamente dañados o destruidos, inundaciones extremas y áreas inhabitables durante semanas o meses.
- Categoría 5: la categoría más alta en la escala, con vientos sostenidos de 252 km/h (157 mph) o más. Estos huracanes, como el Huracán Katrina, son raros pero increíblemente devastadores, destruyendo virtualmente todo a su paso, desde edificios hasta infraestructuras, y provocando miles de millones en pérdidas.
Aunque cualquier categoría puede causar daños graves, lo más temido en Florida son los huracanes de categoría 3 o superior, conocidos como “huracanes mayores”.
A lo largo de la historia, Florida ha sido azotada por múltiples huracanes de estas categorías, y las comunidades costeras en particular son extremadamente vulnerables a los vientos destructivos y las marejadas ciclónicas.