En medio de la activa temporada de huracanes en el Atlántico, la claridad en el uso de términos meteorológicos puede marcar la diferencia al interpretar estos fenómenos naturales. Un tema que a menudo genera confusión es la terminología empleada para describir sistemas de tormentas rotatorias. Según el Centro Nacional de Huracanes, en términos simples, un “ciclón tropical” es un sistema organizado de nubes y tormentas eléctricas que se alimenta de las aguas tropicales cálidas. Estas formaciones presentan un núcleo cálido, no son frontales, y los vientos más intensos se concentran cerca del centro en la pared del ojo de la tormenta.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) explica que los ciclones tropicales abarcan diversas categorías, incluyendo depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes. Además, “los nombres huracán, tifón y ciclón reflejan las huellas de historia, cultura y geografía”, según declaró la misma.
Huracán
El término “huracán” se utiliza predominantemente en los océanos Atlántico y Pacífico oriental. Como explicó la agencia, el origen de este vocablo se remonta al Caribe, donde el pueblo indígena taíno de las Antillas Mayores veneraba al Juracán, una deidad de tormentas. Este nombre podría derivar también del dios maya del viento, Huracán. “Los exploradores españoles adoptan este término, y su uso se expande al inglés a medida que las potencias coloniales europeas se encontraban tormentas en el Atlántico”, detalla la NOAA.
Tifón
Por su parte, el término “tifón” tiene origen incierto. De acuerdo con la administración, puede tener raíces griegas, representadas por el término Τυφῶν (Typhôn), nombre de un monstruo relacionado con los vientos. También existe la teoría de influencias persas, de la palabra tūfīdan, que significa “rugir o soplar furiosamente”. Los navegantes portugueses trajeron de vuelta al lenguaje el término tufão, procedente del urdu y el hindi — tūfān —, posiblemente vinculado a tai fung en chino, que significa “gran viento”. La agencia indica que “el término evolucionó a dà fēng en mandarín moderno y taifū en japonés moderno”.
Ciclón
En cuanto al término “ciclón”, este data de la antigua Grecia. Se deriva de κύκλος (kúklos, “círculo, rueda”) o κυκλόω (kuklóō, “girar en círculo”), y fue empleado por primera vez para describir cualquier sistema caracterizado por movimiento circular. Fue Henry Piddington, un oficial de la Compañía de las Indias Orientales, quien alrededor de 1840 adoptó “ciclón” para describir tormentas tropicales en el Océano Índico y el Pacífico Sur, según la agencia.
Debe destacarse que, antes de formar un ciclo tropical, existen otras denominaciones como “ola tropical”, “perturbación tropical” e “investigar”. Una ola tropical, denominada por la NOAA como “ola del este”, es un área de presión baja que se desplaza de este a oeste, pudiendo derivar en un ciclo. Por su parte, una “perturbación tropical” presenta convección organizada, originada en los trópicos o subtrópicos. Mientras tanto, “investigar” se refiere a sistemas que requieren vigilancia de los centros de pronóstico, no necesariamente indicativos de desarrollo ciclónico.
Además, cualquier perturbación que evolucione en un ciclo tropical comienza con vientos por debajo de 63 kilómetros por hora (39 mph), transformándose en tormenta tropical cuando los vientos alcanzan entre 63 y 118 kilómetros por hora (39-73 mph). Se convierte en huracán cuando los vientos sostenidos superan los 119 kilómetros por hora (74 mph), y se clasifica como huracán de mayor alcance de 178 kilómetros por hora (111 mph) o más, según los parámetros comunes mencionados por la NOAA.
La capacidad de distinguir estos términos correctamente es vital para entender las advertencias meteorológicas asociadas a estos fenómenos. Cada nombre usado —huracán, tifón, ciclón— no solo denota una región específica, sino también un trasfondo cultural e histórico profundamente arraigado, lo que resalta la importancia de una comunicación clara en situaciones críticas.