Estados Unidos recordó este jueves que Humberto Ortega, hermano del dictador Daniel Ortega, murió comprometido con su lucha por un futuro democrático en Nicaragua, una iniciativa que Washington y el mundo, en su mayoría, apoyan.
El encargado de la Administración de Joe Biden para América Latina, Brian Nichols, apuntó en un mensaje en redes sociales que “poco antes de su muerte, el 30 de septiembre, Humberto Ortega habló de sus esperanzas por una transición política para la celebración de elecciones y un futuro democrático y de paz en Nicaragua”, a lo que sumó que “compartimos las mismas esperanzas para el pueblo de Nicaragua”.
Asimismo, valoró que, a pesar de su vínculo familiar con el binomio gobernante, el general retirado “llegó a reconocer que el totalitarismo ‘no tiene cabida en Nicaragua’” y, por tanto, es fundamental que se ponga fin al régimen autoritario que está en el poder.
Humberto Ortega murió este lunes a sus 77 años, producto de un paro cardiorrespiratorio. La salud del también ex Ministro de Defensa llevaba tiempo empeorando; sin embargo, durante el domingo su cuadro había sufrido un “deterioro brusco”, lo que obligó a una mayor atención médica, en un hospital militar de Managua. Previamente, sus patologías habían estado monitoreadas por una unidad médica instalada en su casa, que se entendió como una suerte de detención domiciliaria.
Este año, Humberto, quien ya había lanzado críticas al binomio Ortega-Murillo, brindó una entrevista a Infobae en la que aseguró que Daniel -un año mayor a él- carecía de sucesores y su poder no resistiría a su muerte.
“Su poder dictatorial no tiene sucesores, tras su muerte deberá haber elecciones”, declaró el 19 de mayo, destacando que, a su entender, “el modelo que más le conviene a Nicaragua, es la república”. “Tengo puntos de vista muy encontrados de cómo se están haciendo las cosas”, agregó tajante.
Sus palabras desataron la furia del dictador, quien no tardó en acusarlo de “traidor a la patria” y de haber “entregado su alma al diablo”, y ordenó una intensa vigilancia a su hogar, que escaló hasta alcanzar la privación de su libertad.
“Urgente. Soy el general del Ejército retirado Humberto Ortega Saavedra. Hoy domingo (9 de junio de 2024) cumplo tres semanas de estar prisionero político en el régimen de casa por cárcel. Me suspendieron mis libertades, igualmente a mi pareja, Angélica (Chavarría)”, denunció entonces en un audio en el que demandaba su libertad.
“Decenas de unidades y tropas especiales de la Policía Nacional, con armas de guerra” invadieron su vivienda, clausuraron su unidad de protección e incautaron sus medios de comunicación, quedando “totalmente aislado, sin teléfono, computadora, radio o televisión”, agregó.
No obstante, las críticas de Humberto contra su hermano no tenían la intención de confrontarlo sino, más bien, buscaban aconsejarlo en estrategias que le permitan sobrevivir al poder, cada vez más cuestionado por la comunidad internacional y el propio pueblo. En el fondo, no eran antagónicos sino que, simplemente, tenían versiones diferentes sobre cómo llevar adelante el mandato máximo del país.
Es por ello que, a pesar del malestar del dictador por los acontecimientos de los últimos meses, el régimen destacó el “aporte estratégico” del ex Jefe del Ejército, especialmente tras el triunfo de la revolución de 1979.
“Recordamos el aporte estratégico del general Ortega como militante sandinista desde su adolescencia y su valentía en acciones militares revolucionarias (...) Reconocemos sus escritos, plataformas, teorías insurreccionales e históricas, que recopilaron y expusieron de forma brillante las epopeyas del heroico pueblo nicaragüense y del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)”, escribieron las autoridades de Managua tras su muerte.
(Con información de EFE)