(Desde Tel Aviv, Israel) Fuerte tensión y silencio. Así se encuentra Tel Aviv tras el ataque con 180 misiles lanzados anoche por Irán, que sólo produjeron daños materiales. En cambio, dos terroristas asentados en la ciudad palestina de Hebron (Cisjordania) asesinaron a siete israelíes que esperaban tomar un tren suburbano. La seguridad es completa, todos los refugios están preparados para la primera sirena que suene estridente, y la única conversación por estas horas gira sobre la profundidad y el momento que definirá Benjamín Netanyahu para replicar la embestida de Teherán.
En tanto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) sumó la división 36 para continuar con la sistemática destrucción de los arsenales, túneles y drones que Hezbollah había acumulado a pocos kilómetros de la frontera del Líbano con Israel. Hay combates aislados entre las tropas israelíes y los terroristas apoyados por Irán, mientras persisten los ataques aéreos sobre Beirut y sus alrededores.
“Irán cometió anoche un gran error, y pagará por ello”, sostuvo el premier Netanyahu.
Yoav Gallant, ministro de Defensa de Israel, tiene línea abierta con Lloyd Austin, jefe del Pentágono, para analizar la réplica a Irán. Austin comparte sus impresiones con Jake Sullivan -.consejero de Joe Biden- y William Burns -director de la CIA-, quienes concentran toda la información que llega al Salón Oval.
Estás consultas políticas y militares, que se dan las 24 horas del día, explicitan un hecho clave para Medio Oriente: Estados Unidos desplegará todo su potencial bélico para apoyar y proteger a Israel.
La guerra abierta sin declaración oficial entre Israel e Irán se libra como una partida de ajedrez. Jerusalem decidió la muerte de Hassan Nasrallah y esperaba la réplica de Teherán, que formó, apoyó y financió al líder terrorista de Hezbollah que cayó en las afueras de Beirut.
Estados Unidos no comparte en su totalidad la estrategia bélica de Benjamín Netanyahu para exterminar a Hamas, Hezbollah y los Hutíes, pero considera a Israel su aliado en Medio Oriente y desplegó todo su potencial bélico para evitar que el régimen de los Ayatollahs obtenga un victoria táctica.
Irán lanzó más 180 misiles sobre territorio israelí y su control de daños fue efectivo por el sistema de inteligencia y defensa que coordinó el Pentágono desde Washington. La información fluyó sin obstáculos entre Estados Unidos e Israel, y la ofensiva aérea de Teherán pudo bloquearse con escasos daños colaterales.
Pero la exitosa defensa militar no mitiga la tristeza infinita en Israel de pasar la fiesta de año nuevo -se festeja el 2 y 3 de octubre- asumiendo que la guerra será larga y muy dolorosa.
La memoria colectiva es una sombra inevitable que persigue a toda la sociedad judía, y se tiene como un hecho consumado que -otra vez- habrá muertos para velar y recordar.
Sucedió en las guerras de 1948, 1967 y 1973, aún se exige que regresen los secuestrados por Hamas en 2023, y habrá una lista de amigos y conocidos que se recordarán en Israel antes que concluya este octubre de 2024.
Las reglas de la guerra clásica enseñan que es un error fatal abrir más de un frente, y ahí están las enseñanzas históricas que dejaron Napoleón y Hitler. Pero Israel enfrentó en simultáneo a Egipto, Siria y Jordania, cuando aún no existían los drones y la inteligencia artificial, que hoy son herramientas claves en la planificación militar.
Entonces, con el apoyo de Estados Unidos, la OTAN, Jordania y Arabia Saudita, Netanyahu y su gabinete de guerra prepara una hoja de ruta que incluye a Hamas, Hezbollah, y los Hutíes como enemigos a vencer en los próximos meses.
Y detrás está Irán, que tiene una capacidad militar acotada en el tiempo y sin línea de producción y de logística que le permita acelerar los ritmos de su industria bélica.
Rusia y China jugarán con sus piezas en el tablero internacional, y con una guerra que se profundiza en términos geométricos, Vladimir Putin y Xi Jinping moverán con cautela. Son líderes que unen los restos que deja el caos y operan con sorprendente capacidad en escenarios geopolíticos signados por el vacío de poder.
Tras el ataque aéreo de Irán, le toca mover a Israel.
La ruta desde el aeropuerto Ben Gurion a Tel Aviv siempre esta complicada en las horas de mayor tránsito. Hoy era un desierto de asfalto, cruzado por un brisa de otoño que es recurrente en los fines de año. Esta noche, la celebración de Rosh Hashaná tendrá sabor agridulce.
Israel está en guerra.