(Desde Washington, Estados Unidos) La Casa Blanca sufrió una fuerte desilusión diplomática cuando le aseguraron desde Balcarce 50 que Javier Milei participaría de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), pero que no tendría un encuentro informal con el candidato republicano Donald Trump. En esa época, Joe Biden buscaba su reelección presidencial y trataba de contener la agenda de campaña de Trump, que encabezaba todos los sondeos de opinión.
Las distintas líneas diplomáticas de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires creyeron la información de la Jefatura de Gabinete y la Cancillería, y ratificaron la visita oficial de Antony Blinken, que estaba participando de un cónclave del G20 de Brasil. Al secretario de Estado le gusta la historia contemporánea, y protagonizó una salida al Balcón de Evita acompañado por Milei y sus ministros Nicolás Posse y Guillermo Francos.
Un día más tarde, cuando en Gobierno se consideraba un éxito político la llegada de Blinken, Milei se abrazaba con Trump en la CPAC. “Usted es un gran presidente y espero que gane. Espero verlo otra vez. La próxima vez, como presidente”, le dijo Milei al candidato republicano.
En la Embajada de Estados Unidos en la Argentina, y en ciertos despachos del Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado se sorprendieron al ver las fotos y videos posteados en las redes sociales del presidente y sus adláteres en X e Instagram. Una y otra vez aparecía Milei elogiando a Trump.
Tiempo después, el presidente argentino hizo un gesto político para aplacar la tensión encubierta que había contra la administración libertaria en el Ala Oeste de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la Secretaría del Tesoro. Milei sostuvo -varias veces- que estaba alineado con Estados Unidos al margen de la pertenencia partidaria de su presidente.
La administración Biden aceptó el gesto presidencial y pasó de página. Así fue como ayudó en la causa que tiene YPF en el juzgado de Loretta Preska en New York y facilitó el desplazamiento de Rodrigo Valdés, un director del FMI que cuestionaba el plan de ajuste del gobierno.
Estados Unidos privilegió el alineamiento geopolítico de Milei, una decisión que aparece sin dudas respecto a Venezuela, Ucrania e Israel.
Pero una luz amarilla se encendió en la Casa Blanca cuando se conoció que Karina Milei, Luis Caputo y Mondino se habían encontrado con el canciller de China, Wang Yi, para avanzar en un acuerdo estratégico que puede afectar el tablero de Estados Unidos en América Latina.
La administración Biden tenía al gobierno de Milei muy alejado de la influencia de Xi Jinping, y ahora comprobó que el presidente argentino busca un acercamiento con el régimen comunista para renovar el swap chino que integra las reservas del Banco Central y facilitar las inversiones de compañías de China en litio y cobre, dos minerales que Washington considera estratégicos a nivel global.
“Tenemos que ser cuidadosos con la forma en que manejamos esta relación”, sostuvo el embajador de Estados Unidos en China, Nicholas Burns, sobre los vínculos diplomáticos entre ambos países. “Somos rivales sistémicos, y creo que seremos rivales sistémicos durante la próxima década, tal vez incluso más allá”.
Y agrego Burns para que no quedaran dudas: “China está ayudando e instigando a la maquinaria de guerra rusa. No hay indicios de que vaya a alejarse de su asociación ‘sin límites’ con Rusia. A los chinos les gusta decir que son neutrales -en la guerra contra Ucrania -, pero las pruebas nos lo confirman. Beijing está enviando componentes muy necesarios a Rusia, de los que depende el Kremlin para su esfuerzo bélico en curso”.
En este contexto, la estrategia de Milei con China para asegurar las reservas del Banco Central y obtener inversiones pueden causar un cortocircuito con la Casa Blanca. Y el eventual cortocircuito continuaría en el futuro, al margen del sucesor de Biden en el Salón Oval: se trata de una posición bipartidista, que apoyan tanto Kamala Harris como Donald Trump.
Además del sentido de la reunión ocurrida durante la Asamblea General de la ONU, en el Departamento de Estado llamó la atención cómo se comunicó la información oficial. La Cancillería de Argentina apenas mencionó el asunto al final de una gacetilla, mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores de China sí puso en contexto la cita diplomática entre ambos países.
“La ministra Mondino destacó a su vez el objetivo común de ambos países de impulsar las relaciones bilaterales y las cooperaciones económicas y comerciales, manifestando la buena voluntad de participar de la cooperación China-América Latina y el Caribe”, expresó la Embajada de China en Argentina a través de su cuenta oficial en X.
Un hecho adicional también fue comentado en Washington: fue China quien informó que estuvieron Karina Milei y Luis Caputo junto a Mondino, un dato clave omitido en el parte oficial de la cancillería argentina.
Tras la cita en la ONU, se ratificó que Karina Milei viajará a Shangai para participar de la Exposición Internacional de Importaciones, que inicia el próximo 5 de noviembre. Será la primera vez que Karina Milei viaje con agenda propia al exterior, ya que siempre integró las delegaciones oficiales en los viajes que encabeza el jefe de Estado.
Esta decisión de política internacional, que Karina Milei ejecutará a través de la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones, revela la importancia que le asigna Balcarce 50. Milei y Caputo necesitan reservas e inversiones para iniciar la segunda etapa del plan de ajuste, y desde hace años que China intenta colocar a la Argentina en su propio tablero internacional.
El líder comunista asume las dificultades económicas y financieras del país y jugará con esa ventaja a favor. Para su proyecto geopolítico -que se apalanca en la producción de autos eléctricos, por ejemplo-, Xi necesita litio y cobre en cantidades infinitas, un recurso natural que Argentina puede entregar a cambio de inversiones chinas a mediano plazo.
El trade off es fácil de explicar: China aporta el swap, apoya en el FMI, aprueba inversiones en minería, aumenta la demanda de alimentos y estudia proyectos en hidrocarburos -Vaca Muerta-, y en retribución acerca a la Argentina a su ecuación geopolítica en América Latina.
En Shangai, Karina Milei reiniciará los vínculos comerciales con China -de Estado a Estado- y avanzará en los términos de la bilateral que protagonizaran Milei y XI en la cumbre del G20 de Brasil.
Para esa fecha, mediados de octubre, habrá nuevo presidente en Estados Unidos.