Un nuevo informe difundido por las autoridades estadounidenses expuso que el pasado 13 de julio, día en el que tuvo lugar el primer intento de asesinato contra el ex presidente Donald Trump, cuando encabezaba un mitin en Pensilvania, existieron varias fallas en la comunicación del Servicio Secreto, que habrían favorecido las condiciones para que tuviera lugar el tiroteo.
El documento conocido este viernes, de unas cinco páginas, resume las principales conclusiones de la investigación llevada a cabo sobre el accionar de las fuerzas de seguridad tanto locales como federales, y una serie de falencias ocurridas entonces. Algunas de ellas ya se habían hecho públicas en las últimas semanas e, inclusive, muchas quedaron al descubierto gracias a la difusión de videos e imágenes por parte de usuarios en las redes sociales.
Sin embargo, a la lista se sumaron ahora “deficiencias en las comunicaciones” que incluyen, por ejemplo, el desconocimiento por parte de la policía de Butler de la existencia de dos centros de comunicaciones en el recinto, lo que implica que los oficiales no estaban al tanto de que el Servicio Secreto -con quien trabajaban de forma conjunta- no estaba recibiendo sus transmisiones.
Asimismo, se detectó que los oficiales desplegados en el lugar comunicaron información vital por fuera de las frecuencias de radio especialmente establecidas para el servicio de protección del ex Presidente y utilizaron, en su lugar, “dispositivos móviles y celulares, de forma escalonada o fragmentada”. Todo esto impidió que se llevara a cabo una comunicación efectiva entre los agentes, derivando así en que Thomas Matthew Crooks pudiera inmiscuirse entre la gente y llegar hasta el tejado desde donde disparó, sin ser antes alcanzado por la seguridad.
“El hecho de que el personal no transmitiera por radio la descripción del asaltante o la información vital recibida de las fuerzas del orden locales sobre un individuo sospechoso en el tejado del complejo AGR a todo el personal federal en el emplazamiento de Butler, inhibió la alerta colectiva de todo el personal del Servicio Secreto”, sentencia el texto.
El equipo de seguridad del candidato republicano “no estaba al tanto de lo concentradas que estaban las fuerzas del orden locales en los minutos previos al ataque en localizar al sujeto sospechoso” y, por tanto, no tomaron a tiempo la decisión de evacuar al político en tanto concluía la búsqueda y se garantizaba la seguridad en el espacio, agrega el informe.
Por otro lado, la investigación arrojó dudas sobre la ausencia de oficiales especializados en el tejado del complejo desde donde salieron los disparos, sabiendo que las fuerzas del orden locales “no se ponían en esa ubicación” aunque, sobre esto, “no hubo ninguna discusión de seguimiento” ni se evaluó dentro del Servicio Secreto la posibilidad de modificar esta estructura. Inclusive, había un equipo táctico de la policía local desplegado en la segunda planta del edificio aunque este nunca entró en contacto con los agentes federales, según las declaraciones incluidas en el documento oficial.
A pesar de estas observaciones y deficiencias, la investigación no apunta hacia personas concretas que puedan ser responsabilizadas por los sucesos que se produjeron como consecuencia de estas fallas ni hace mención a sanciones disciplinarias sobre miembros del personal.
“Es importante que rindamos cuentas por los fallos del 13 de julio y que utilicemos las lecciones aprendidas para asegurarnos de que no volveremos a tener otro fracaso de misión como este”, declaró el director en funciones del Servicio Secreto, Ronald Rove Jr., junto con el informe. No obstante, se conoció que, desde el 13 de julio, cinco agentes del Servicio Secreto han sido reasignados a otras tareas y la directora en aquel entonces, Kimberly Cheatle, renunció una semana más tarde, asumiendo la responsabilidad de lo ocurrido.
El espacio elegido por el equipo de campaña de Trump para encabezar aquel encuentro, que se adaptaba mejor al “gran número de asistentes deseados”, suponía desde un primer momento un reto para todo el equipo de seguridad, ya que contaba con varias líneas de visión aprovechables por un posible atacante. A este desafío se sumaron la falta de medidas adecuadas y la carencia de información detallada sobre el apoyo brindado por las fuerzas de seguridad locales.
A pesar de la revisión del despliegue y las acciones de aquel sábado, este domingo, el empresario vivió otro intento de asesinato mientras jugaba al golf en West Palm Beach, Florida, cuanto Ryan Wesley Routh, de 58 años, se acercó hasta la cancha con un rifle AK-47. No obstante, en esa oportunidad, el Servicio Secreto actuó de inmediato y disparó contra el hombre, que fue detenido poco después.
“Fue algo bastante complicado pero salió bien. El Servicio Secreto hizo un excelente trabajo y tienen al hombre tras las rejas… esperemos que esté allí por mucho tiempo”, valoró el candidato.
(Con información de AP)