La temporada de huracanes 2024 ha dejado perplejos a científicos y meteorólogos debido a la notable calma en el océano Atlántico, contraria a los pronósticos iniciales que anticipaban una temporada activa con más de 20 tormentas nombradas.
De acuerdo con CNN, el periodo de huracanes de septiembre suele ser el más activo del año y, a pesar de las condiciones propicias para su formación, el océano Atlántico ha permanecido inusualmente calmado. Este fenómeno ha terminado con una racha de formación de tormentas que no se había visto en 56 años desde que Ernesto se formó a mediados de agosto.
Phil Klotzbach, investigador de la Universidad Estatal de Colorado y experto en huracanes, declaró que “la ausencia de tormentas tras Ernesto resultaba sorprendente”. Las condiciones extremas, como el calentamiento global influido por la contaminación por combustibles fósiles, han sido señaladas como responsables del comportamiento atípico de la temporada, según Matthew Rosencrans, pronosticador principal del Centro de Predicciones Climáticas de la NOAA, de acuerdo con CNN.
Especialistas han advertido durante años que el calentamiento del mundo podría resultar en menos tormentas, pero de mayor intensidad, patrón que esta temporada parece haber seguido. Klotzbach y otros meteorólogos esperaban que, con el cambio de agosto a septiembre, la temporada se intensificara, pero esto no ocurrió.
A pesar de las condiciones favorables para el desarrollo de huracanes, tales como aguas cálidas y ausencia de vientos en niveles superiores que podrían desorganizar las tormentas, éstas no han logrado formarse. Factores atmosféricos menos conocidos, posiblemente ligados al calentamiento global, han impedido su aparición.
El agua del océano Atlántico ha estado cerca de alcanzar temperaturas récord desde antes del inicio de la temporada de huracanes, lo que alimentó al huracán Beryl, una tormenta de categoría 5 que rompió récords antes en la temporada. Sin embargo, el agua caliente no puede intensificar tormentas si estas no se forman inicialmente.
Los huracanes suelen originarse en tormentas que se desarrollan en las costas de África central. Desde mediados del verano, estas tormentas se han desplazado más al norte de lo usual, incluso hasta el desierto del Sahara, una de las zonas más secas de la Tierra. La combinación de aire seco y polvoriento y unas temperaturas oceánicas más frías en esa área ha limitado la formación de tormentas.
Este desplazamiento hacia el norte podría deberse a la interacción entre el agua extremadamente cálida en el Atlántico tropical y una pequeña zona de agua anormalmente fría, conocida como una Niña Atlántica en expansión, según Klotzbach y su equipo en la Universidad Estatal de Colorado.
El monzón africano, sobrecargado de humedad, puede retrasar el desarrollo de tormentas tropicales. Según un estudio publicado en junio en el Journal of Advances in Modeling Earth Systems, existe una zona óptima para los huracanes: condiciones demasiado secas o húmedas pueden dificultar su desarrollo. Kelly Núñez Ocasio, profesora asociada de la Universidad Texas A&M y autora principal del estudio, afirmó que este efecto está siendo observado en la temporada actual, según CNN.
El incremento de la humedad en la atmósfera, relacionado con el calentamiento global, podría hacer que escenarios similares se repitan con mayor frecuencia en el futuro. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para determinar definitivamente los cambios a lo largo del tiempo, advirtió Núñez Ocasio.
El calentamiento tanto en la superficie de la Tierra como en niveles superiores de la troposfera podría limitar la energía caótica necesaria para la formación de sistemas tropicales. Según un estudio publicado en 2023 en la revista Nature, esta tendencia podría moderar las tormentas en el Atlántico durante los períodos más cálidos del año.
De acuerdo con CNN, si no se desarrolla una tormenta antes del 10 de septiembre, se marcaría una racha sin precedentes en casi 100 años de calma durante el pico de la temporada, según Michael Lowry, experto en huracanes.
Pese a la calma actual, los meteorólogos advierten que la temporada de huracanes no ha terminado y pronto podrían reavivarse las actividades. Más del 40% de la actividad tropical en una temporada típica ocurre después del 10 de septiembre, por lo que existen precedentes de que el Atlántico podría ver un incremento en la actividad en los próximos meses, afirmó Klotzbach.
La temporada podría reactivarse en la segunda mitad de septiembre, cuando los factores limitantes actuales podrían empezar a disminuir. Además, las tormentas que se forman más adelante en la temporada tienden a surgir más cerca del Caribe y la costa estadounidense, incluidas zonas como el Golfo de México, que registró temperaturas récord.
La formación esperada de La Niña durante el otoño podría también impulsar la actividad de huracanes en octubre y noviembre, según los expertos. Klotzbach subraya que cualquier persona en áreas en riesgo de impactos tropicales no debe bajar la guardia debido a la reciente pausa en la actividad.