El comienzo del nuevo ciclo lectivo en la Universidad de Columbia estuvo convulsionado, al igual que el final del semestre pasado, a raíz de las manifestaciones contra la guerra en Gaza que tuvieron lugar en su campus en Nueva York. Decenas de personas se reunieron previo al inicio de clases y protestaron en contra del conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamas.
Entre tambores y carteles, las personas coreaban lemas como “Resistir hasta la victoria”, “Más de 100.000 muertos, Columbia tus manos están rojas” y “No cruces el piquete, debemos honrar a Palestina”. Inclusive, la icónica estatua Alma Mater del campus quedó teñida de rojo en referencia a la sangre derramada de la que acusan a la Universidad de ser responsable.
“Mientras Columbia siga invirtiendo y beneficiándose del apartheid israelí los estudiantes seguirán resistiendo. No serán solo protestas y acampadas… el límite es el cielo”, dijo Mahmoud Khalil.
Al menos 150 alumnos tuvieron que rodear la manzana hasta la avenida Broadway y la calle 116 Oeste, en un intento por llegar a tiempo a sus clases. “Hay un montón de estudiantes enfadados que están bloqueando el acceso al campus e intentando animar a los estudiantes a que no entren, en solidaridad con Gaza. Ciertamente, es incómodo”, dijo Aryeh Krischer, según citó The New York Post, y agregó sobre la raíz del problema que “la Universidad ha hecho esfuerzos por oír a los estudiantes, incluidos los judíos, pero el mayor problema es que hay mucho negacionismo”.
“He estado en la sala cuando profesores aseguraron que ciertos incidentes antisemitas nunca ocurrieron en Columbia. Creo que el antisemitismo es un problema de Columbia y nunca mejorará hasta que la gente reconozca que es un problema”, explicó.
Lyell, de tercer año de la carrera de Ciencias Políticas criticó la falta de anticipación por parte de las autoridades, que no montaron un protocolo de seguridad adecuado.
“Sabía que el semestre pasado había habido protestas y pensé que volverían a producirse. No tengo ningún problema con ellas pero la Universidad se equivocó al no tener suficientes entradas para que los estudiantes pudieran ingresar sin demora. Era bastante obvio que esto iba a ocurrir porque la semana pasada ya había estudiantes con pancartas, así que uno suponía que iba a volver a ocurrir”, sostuvo.
Rebecca Korbin, profesora de Historia que participó del trabajo sobre antisemitismo en la universidad, sumó por su parte que si bien “esperamos lo mejor” para las semanas próximas, “todos estamos apostando cuánto tiempo pasará antes de que volvamos al bloqueo total de mediados de año ya que “no ha habido ningún cambio monumental”.
“No sé por qué la experiencia en otoño sería muy diferente de lo que fue en primavera”, sumó.
Las últimas semanas del semestre pasado, varios campus universitarios estadounidenses se vieron invadidos por esta ola de protestas pro Palestina. Columbia fue una de las sedes de estas concentraciones, viéndose inclusive obligada a solicitar la intervención policial en dos oportunidades.
Este “período de agitación” llevó a su presidente, Minouche Shafik, a renunciar abruptamente semanas después y a su sustituta interina, Katrina Armstrong, a tomar medidas por equilibrar el derecho de los estudiantes a la libertad de expresión y las garantías de un entorno de aprendizaje seguro. Para ello, Columbia puso en marcha un grupo de trabajo sobre antisemitismo que elaboró un informe de 91 páginas en el que se detallaba la necesidad de realizar cambios “urgentes” para combatir el odio en el campus.
Además, señalaba que la institución había hecho poco por frenar esta violencia, actos de humillación y abusos verbales tras el ataque de Hamas y que, inclusive, algunos profesores habían “minimizado” la preocupación de los estudiantes por el aumento del odio.