El derretimiento del permafrost en el Ártico está liberando mercurio tóxico en el sistema acuático, lo que podría afectar significativamente la cadena alimentaria, según advierten los científicos. Esto pone en peligro tanto al medio ambiente como a las comunidades que dependen de él, especialmente en la región del río Yukón en Alaska, donde los investigadores de la Universidad del Sur de California han estado estudiando el transporte de sedimentos.
La investigación publicada en la revista Environmental Research Letters el jueves 15 de agosto de 2024 destaca que, a medida que el río Yukon fluye hacia el mar de Bering, está arrastrando sedimentos de mercurio que fueron liberados del permafrost. Este mercurio, probablemente atrapado en el permafrost por milenios, amenaza ahora la ecología del área.
De acuerdo con ABC News, Josh West, profesor de Ciencias de la Tierra y Estudios Ambientales en la USC Dornsife College, describió el fenómeno como una “bomba de mercurio gigante en el Ártico esperando para explotar“.
Los científicos han analizado los niveles de mercurio en los sedimentos de las riberas y los bancos arenosos del río, utilizando también datos de satélites para monitorear la rapidez con la que el Yukón cambia de curso. Este cambio es crucial porque determina la cantidad de sedimentos cargados de mercurio que se erosiona y deposita a lo largo del río.
“El río puede movilizar rápidamente grandes cantidades de sedimentos que contienen mercurio”, explicó Isabel Smith, candidata a doctorado en USC Dornsife y coautora del estudio. La adición de estos metales tóxicos representa una amenaza ambiental y de salud para al menos cinco millones de personas que viven en el Ártico, enfatizan los investigadores.
Aunque el riesgo de contaminación del agua potable es mínimo, como dijo West, “no nos enfrentamos a una situación como la de Flint, Michigan”. Sin embargo, los efectos a largo plazo pueden ser devastadores, especialmente para las comunidades árticas que dependen de la caza y la pesca, dado que los niveles de mercurio se acumularán en la cadena alimentaria, afectando gravemente la salud y el medio ambiente con el tiempo.
La aceleración de los efectos del cambio climático en el Ártico es un escenario cada vez más evidente. Estudios previos han señalado que tanto el hielo del Polo Norte como el del sur se están derritiendo más rápido de lo previsto, contribuyendo a la elevación del nivel del mar. Una investigación reciente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) observó que los días se están haciendo más largos debido a la redistribución de la masa de agua.
Otro estudio, publicado en Nature a principios de este mes, reveló mediante fósiles que la región bajo la capa de hielo de Groenlandia fue alguna vez libre de hielo, y que la estabilidad de esta capa es menor de lo que se pensaba. La fusión del hielo en Groenlandia podría exponer a 400 millones de personas al riesgo de inundaciones, una advertencia que ya había sido lanzada por investigadores en un artículo de Nature en 2019.
La comunidad científica continúa subrayando la importancia de investigar y comprender los múltiples factores que contribuyen al cambio climático y sus efectos en el Ártico. Esta región, considerada el frente de batalla contra el calentamiento global, enfrenta un futuro incierto cuyas consecuencias son de carácter global.