(Desde Washington, Estados Unidos) Joe Biden pasó seis días en su casa de Rehoboth Beach pensando en el discurso que leerá este miércoles en el Salón Oval, tras su decisión personal de renunciar a la reelección presidencial y ceder la antorcha a Kamala Harris, la vicepresidente que sueña con derrotar a Donald Trump para hacer historia en los Estados Unidos.
“Yo no voy a ningún lado”, les dijo Biden a su exstaff de campaña durante una llamada telefónica. Esa línea resume la actual voluntad política del presidente, que utilizará sus últimos seis meses de mandato para completar una agenda de gobierno que incluye la economía, los derechos civiles y la crisis en Medio Oriente.
Biden se tomará las últimas horas de este día para ajustar el discurso que pronunciará a las 8.00 PM (hora del Este). Pidió a sus ghostwriters una pieza con realismo político y escasa melancolía, que refleje sus cincuenta años de victorias y derrotas en el ejercicio del poder.
El presidente de Estados Unidos vio caer a Richard Nixon, ascender a Ronald Reagan, surgir a Barack Obama e irrumpir a Donald Trump. Y ahora, con sus 81 años, ejecuta un renunciamiento histórico que lo ata para siempre con Lyndon B. Johnson, otro mandatario demócrata que en 1968 asumió que su ciclo político había terminado.
El discurso repasará sus casi cuatro años en la Casa Blanca y hará hincapié en sus medidas económicas, su agenda internacional y la defensa de los valores de la democracia. Estos ejes discursivos no son casuales: Biden piensa en defender su legado, pero también pretende ganar las elecciones con Harris como candidata a la Presidencia.
El Presidente ya debatió con Trump y conoce su guión de campaña. En este contexto, Biden apoyará a Harris desde su agenda oficial, y se correrá del escenario si las encuestas señalan que su presencia opaca a la candidato demócrata.
Durante el discurso en la Casa Blanca, Biden describirá cómo tomó la decisión de renunciar a un eventual segundo mandato. El presidente explicará que Estados Unidos es su prioridad y que consideró que lo mejor era declinar un deseo personal en favor de un sueño colectivo.
En ese sueño de Biden aparece una mujer afroamericana llega al Salón Oval por primera vez en la historia de Estados Unidos. Enfrente está Trump, que lleva ventaja en los sondeos generales y en los estados claves de Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que son fundamentales para vencer en los comicios del 5 de noviembre.
Biden odia el concepto de “Pato Cojo” (lame duck), y apuesta a cumplir su mandato con todo el poder que detentó antes de renunciar a la candidatura. “He decidido no aceptar la nominación y concentrar todas mis energías en mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato”, sostuvo el presidente en su cuenta oficial de X.
Esa frase es un manifiesto político. A diferencia de Johnson, Biden no resignó su eventual reelección por asuntos de gobierno. El presidente fue condicionado por su edad, el debate con Trump y la presión interna del partido Demócrata, que temía lo peor para las próximas elecciones: perder la Casa Blanca y dejar el Capitolio en manos de los republicanos.
En su discurso, Biden ratificará que su presidencia concluye en enero de 2025, que tiene asuntos pendientes que resolver -como el cese del fuego en Gaza- y que el concepto de Pato Cojo no funcionará en su caso porque controla la agenda oficial y Harris derrotará a Trump.
Biden sabe que el discurso de esta noche quedará en la historia de los Estados Unidos. Por eso hablará en prime time y desde el Salón Oval. Se trata de una jugada Urbi et Orbi.