Las autoridades de Miami-Dade investigan los fallos que propiciaron el caos, violencia y destrucción vividos en la final de la Copa América 2024, en la que muchos hinchas que compraron boletos no pudieron entrar al partido del domingo en el Hard Rock Stadium y además sufrieron golpes y desmayos debido a las altas temperaturas.
Horas antes del inicio del encuentro, en el que Argentina se coronó campeona tras derrotar 1-0 a Colombia, cientos de personas que no tenía entradas rompieron los cercos de seguridad, treparon vallas y se saltaron las tornas de acceso para ingresar al recinto, una situación que generó el caos, estampidas y obligó al cierre de las puertas de acceso, así como a retrasar el inicio del partido.
Los medios locales han mostrado incluso imágenes de hinchas intentando entrar a través de los ductos de ventilación del estadio.
“Estamos indignados por los eventos sin precedentes que sucedieron esta noche durante la final de la Copa América”, señaló en un comunicado la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine-Cava, para quien “esta situación nunca debería haber ocurrido y no puede volver a ocurrir”.
Los dramáticos hechos ocasionaron que cientos de personas con boletos en mano, algunas de ellas venidas desde el extranjero, no lograran ingresar al estadio y exigen ahora el reembolso de los miles de dólares invertidos en las entradas.
En un comunicado, el Hard Rock Stadium, señaló que se hallan conversando con la Conmebol “para abordar esas preocupaciones individuales”.
Las autoridades del condado de Miami-Dade, en el sur de Florida, designaron 550 agentes, más de lo usual para eventos deportivos, para la seguridad del estadio y que posteriormente movilizaron más efectivos.
Levine-Cava, así como el jefe de la Policía local, Jaime Reyes, han dejado claro que la responsabilidad de lo ocurrido anoche es de la Conmebol, el ente rector del fútbol en América del Sur. “La Copa América es organizada por CONMEBOL y la Policía de Miami-Dade le brinda apoyo”, explicó la alcaldesa.
Antes del desorden, el ambiente en las inmediaciones del estadio era festivo, con fanáticos de Argentina y Colombia conviviendo entre música y comidas típicas. El caos comenzó unas tres horas antes de la hora anunciada para el inicio del partido (8:00 pm, hora local).
Las puertas del Hard Rock Stadium abrieron a las 4 de la tarde, hora local (20.00 GMT), y miles de personas comenzaron a entrar en orden.
Pero una hora después, los hinchas sin entradas comenzaron a entrar por la fuerza o por lugares sin vigilancia. Ante ello, los agentes de seguridad decidieron cerrar el ingreso y los que estaban más cerca a las puertas quedaron atrapados en medio de una marea humana.
“Sentí que me moría. Tengo las costillas golpeadas. Por momentos estábamos siendo asfixiados. Hubo una estampida. Fueron momentos muy complicados”, dijo a la agencia EFE César Palau, un argentino que logró entrar después de casi tres horas.
Otro hincha, Daniel Adalberti estaba dispuesto a irse a su casa y perder los 1.200 dólares que pagó por su entrada, “pero uno no se podía mover. Fue realmente peligroso”, indicó.
Dentro y fuera del recinto había niños llorando y personas agitadas, mientras que las ambulancias y los paramédicos bregaban para atender a heridos y desmayados.
El partido fue postergado hasta por 90 minutos. Algunos jugadores de la albiceleste como Enzo Fernández, Gonzalo Montiel, Alejandro Garnacho y Alexis Mac Allister salieron de sus vestuarios a buscar a familiares que habían quedado afuera.
El retraso se anunció por los altavoces del estadio cuando los futbolistas ya calentaban en la cancha. Volvieron a sus áreas de descanso y terminaron saliendo hacia las 9 de la noche.
La Conmebol decidió que se abrieran las puertas del estadio para dejar entrar a los fanáticos. Muchos de ellos accedieron a las instalaciones sin que se revisaran sus entradas. Poco antes del inicio del juego se volvieron a cerrar las puertas.
La argentina Agus Lezcano denunció en las redes que se quedó afuera del estadio con su familia, a pesar de que habían viajado desde su país.
“Veías a los hinchas mostrando la entrada llorando para que por favor les abran las puertas, pero nadie hacía ni sabía nada. Hablé con policías y organizadores desesperada, me pedían perdón y que ellos no sabían nada”, relató.
En los pasillos del estadio había filas de personas esposadas y vigiladas por la policía, algunos ensangrentados y muy golpeados como consecuencia de los forcejeos con los agentes del orden.
Al inicio del partido, los pasillos y escaleras de la mayoría de las áreas del estadio estaban abarrotadas de gente, pero a medida que transcurría el tiempo, los espacios se fueron abriendo.
“Los agentes de seguridad fueron sacando a la gente que no tenía entradas poco a poco, es lo que debieron hacer desde un principio”, indicó Adalberti.
Mientras las autoridades evalúan lo sucedido, las cuadrillas de limpieza del estadio pasaron gran parte de la noche trabajando en recoger los desechos y comenzar la tarea de reconstrucción de los destrozos, que incluyen escaleras mecánicas, rejas, ductos de ventilación y más.
(Con información de EFE)