Una investigación reciente publicada en la revista JAMA Pediatrics reveló que los niños en Estados Unidos mueren a tasas considerablemente más altas que en otros países desarrollados.
El estudio, liderado por el Dr. Steven Woolf, profesor de medicina familiar y salud poblacional en la Virginia Commonwealth University School of Medicine y citado por NBC News, estima que hay alrededor de 20,000 “muertes en exceso” al año entre niños menores de 19 años en Estados Unidos en comparación con otros países ricos.
Según Woolf, “las posibilidades de que un niño sobreviva hasta los 20 años están disminuyendo tras décadas de progreso”. Los investigadores compararon las tasas medianas de mortalidad infantil en 16 países—entre ellos Australia, Canadá, Japón y varios países europeos—desde 1999 hasta 2019, con las tasas en Estados Unidos durante el mismo período.
En particular, los resultados mostraron que más de la mitad de las muertes en exceso corresponden a bebés menores de un año, destacando la alta tasa de mortalidad infantil en Estados Unidos.
Cada año, el país registra más de 5 muertes de bebés por cada 1,000 nacidos vivos, superando con creces los índices de otros países desarrollados. Las tasas de mortalidad son especialmente elevadas para los infantes nativos americanos y afroamericanos.
Marie Thoma, profesora asociada de ciencias familiares en la University of Maryland School of Public Health, comentó que mejorar la salud materno-infantil podría ayudar a reducir estas cifras. “En otros países de altos ingresos se ofrece más apoyo a las madres que cuidan a recién nacidos”, afirma Thoma.
Además, el estudio identificó cuatro factores principales que contribuyen a esta disparidad en la mortalidad de niños mayores de un año: armas de fuego, suicidios, drogas y accidentes de tráfico. En palabras de Woolf, “lo trágico es que hemos logrado avances significativos en la lucha contra las enfermedades pediátricas como la leucemia infantil y los defectos congénitos, así como en la prevención de muertes por lesiones”, sin embargo, parece no ser suficiente.
La tasa de suicidio entre adolescentes y adultos jóvenes aumentó un 62% en Estados Unidos entre 2007 y 2021. Woolf sugiere que factores como el acoso en línea y el uso de redes sociales pueden estar contribuyendo a este incremento.
Por otro lado, la epidemia de opioides también impacta la mortalidad pediátrica en Estados Unidos. Las muertes pediátricas por fentanilo aumentaron más de 30 veces entre 2013 y 2021, según un estudio del año pasado dirigido por Julie Gaither, profesora asistente de pediatría y salud pública en la Yale School of Medicine. “Muchas de las muertes que hemos visto con fentanilo han ocurrido en niños que ni siquiera están en edad escolar”, dijo Gaither.
La pandemia de Covid-19 exacerbó aún más estos problemas. “El Covid-19 echó gasolina al fuego”, afirmó Woolf, “y realmente dejó a Estados Unidos muy rezagado en comparación con otros países en términos de esperanza de vida y tasas de mortalidad”.
En cuanto a armas de fuego, Estados Unidos tiene la tasa de posesión de armas de fuego más alta del mundo, lo que lleva a que muchos de los homicidios infantiles y juveniles sean ocasionados por armas. “El nivel de propiedad de armas en EEUU es inimaginable para la mayoría de estos otros países”, destacó Woolf.
Por último, Estados Unidos depende más de los automóviles para el transporte en comparación con otros países, lo que resulta en más accidentes donde los niños son víctimas. Woolf destacó que aunque ha habido avances en la prevención de lesiones, los accidentes de tráfico siguen siendo una causa significativa de muertes infantiles.