El lunes 17 de junio por la noche, el vuelo VA 148 de Virgin Australia experimentó un incidente poco después de despegar de Queenstown, Nueva Zelanda, con destino a Melbourne. El motor derecho del avión Boeing 737-800 comenzó a emitir fuertes explosiones y llamas, lo que llevó al piloto a realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto cercano de Invercargill. El momento culminante de la emergencia ocurrió cuando el piloto, empleando solo el motor restante, logró aterrizar de manera segura a los 73 pasajeros y la tripulación, de acuerdo con información de CNN.
Desde Virgin Australia atribuyeron el incidente a un “posible choque con un pájaro”. Sin embargo, la administración del aeropuerto de Queenstown afirmó que “no se detectaron aves en el aeródromo en ese momento”. A pesar de la falta de confirmación en este caso específico, los choques con aves son eventos comunes que pueden generar graves consecuencias.
Según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), el 90% de los choques con aves ocurren cerca de los aeropuertos. Los choques suelen producirse durante el despegue o el aterrizaje, los momentos en los que las aeronaves vuelan a altitudes más bajas y hay mayor actividad de aves. Entre 2008 y 2017, la Junta Australiana de Seguridad en el Transporte registró 16.626 choques con aves, mientras que en Estados Unidos, la Administración Federal de Aviación reportó 17.200 choques con aves en 2022.
Uno de los incidentes más notorios en la historia de la aviación fue el del vuelvo 1549 de US Airways en 2009, cuando una bandada de gansos canadienses migratorios impactó ambos motores del avión poco después de despegar de LaGuardia, Nueva York. El piloto Sully Sullenberger realizó una maniobra histórica de aterrizaje en el río Hudson, salvando a todos los ocupantes del vuelo.
El impacto con aves afecta principalmente a los motores de los aviones, especialmente a los motores turbofan utilizados en modelos como los de Boeing y Airbus. Estos motores funcionan con una serie de aspas que comprimen el aire antes de añadir combustible y generar la combustión necesaria para el empuje. “El impacto de un pájaro puede causar daños graves a las aspas del ventilador y provocar la falla del motor”, comenta un especialista a CNN. Los fabricantes de motores realizan pruebas disparando pollos congelados a alta velocidad al motor en funcionamiento.
Los choques con aves no solo son peligrosos para aviones comerciales de gran tamaño. “En aviones más pequeños, especialmente monomotores, los choques con aves pueden ser mortales”, según informes. Desde 1988, se han reportado 262 muertes y 250 aviones destruidos debido a impactos con aves. “La mayoría de los choques ocurren temprano en la mañana o al atardecer, cuando las aves están más activas”, subraya una circular de la Autoridad de Seguridad de la Aviación Civil del gobierno australiano.
Para mitigar estos incidentes, se utilizan diversas técnicas en aeropuertos. “El radar puede rastrear bandadas de pájaros, pero esta tecnología aún no está disponible globalmente,” explican expertos en aviación. Además, “se emplean explosiones de gas para imitar el sonido de una escopeta y disuadir a las aves de merodear cerca de la pista. También se utilizan ciertos pastos y plantas que no atraen a las aves”, informa la misma autoridad.
El primer registro documentado de un choque con aves data del año 1905 por Orville Wright en un campo de maíz en Ohio, Estados Unidos. Desde entonces, estos incidentes han sido una preocupación constante en la aviación global. Con la transformación de los patrones migratorios de las aves, estos choques varían estacionalmente, pero la frecuencia sigue siendo alta.
Los incidentes como el reciente del vuelo de Virgin Australia subrayan la necesidad de desarrollar tecnologías y métodos efectivos para prevenir choques con aves y garantizar la seguridad aérea. Aunque en esta ocasión se logró un aterrizaje seguro, los riesgos continúan latentes y requieren la atención constante de aeropuertos y autoridades reguladoras.