Mientras las Trece Colonias se unían para formar una nación en 1776, exploradores españoles se adentraban en el territorio que más tarde se convertiría en Nevada. En su travesía, descubrieron un yacimiento de oro de gran magnitud en Eldorado Canyon, a unos 70 kilómetros de la actual Las Vegas. Así nació la mina Techatticup, un lugar que se transformaría en un ícono del Salvaje y Lejano Oeste a finales del siglo XIX.
La mina, representativa de una época de bonanzas y peligros, atraía a aventureros con la promesa de fortuna y anonimato. Entre ellos se encontraban desertores de la Unión y la Confederación que buscaban escapar de la guerra. Sin embargo, la vida en la Techatticup no era para los débiles. Los asesinatos eran moneda corriente y rara vez quedaban registrados, ya que los campamentos mineros operaban con mínima supervisión bajo el implacable sol de Nevada.
Por generaciones, estas tierras se mantuvieron indomables y fuera de la ley. Hoy, la mina Techatticup ofrece una experiencia totalmente diferente. Ya no es un lugar temido, sino un fascinante museo viviente que permite a locales y visitantes explorar la historia de Nevada a través de tours guiados.
Adentrándose en las profundidades de la mina
El recorrido, con un costo de $20 dólares y una duración aproximada de 90 minutos, ofrece una mirada al pasado minero de la región. El guía explica cómo se construían las minas, excavando en la resistente riolita, una roca tan dura que avanzar un metro se consideraba un logro.
Los visitantes podrán apreciar la evolución de las técnicas de extracción, desde los cinceles y explosivos rudimentarios hasta los martillos neumáticos que llegaron años después. Estos últimos, aunque más eficientes, trajeron consigo un nuevo peligro: la silicosis, una enfermedad pulmonar irreversible causada por la inhalación de polvo de sílice.
La exploración continúa por una sección de los túneles subterráneos, ahora iluminados para seguridad de los visitantes. Sin embargo, hay un momento en que el guía apaga las luces, recreando la oscuridad absoluta que enfrentaban los mineros, una experiencia que acentúa la sensación de claustrofobia, especialmente cerca del estrecho ascensor que conecta con la superficie.
“Trabajaban por 30 centavos la hora”, comenta el guía sobre los mineros. “Pero ganar tres dólares al día era una fortuna en los años 1800″.
Un detalle que no pasa desapercibido es el esqueleto colocado estratégicamente al final de una reja de túnel. Aunque se trata de una recreación, sirve como un recordatorio de los peligros inherentes a la excavación subterránea.
Los túneles, que siguen la forma natural de las formaciones rocosas, cuentan con vigas de madera, puentes de metal y barandillas, elementos de seguridad inexistentes en la época de apogeo de la mina. A lo largo del recorrido, el guía comparte historias sobre fantasmas, disputas por reclamos mineros y la ingeniosa técnica de usar canarios para detectar monóxido de carbono en la mina.
Un legado histórico en un paisaje transformado
Al salir a la superficie, el paisaje cautiva con su belleza agreste. La mina Techatticup se encuentra a pocos kilómetros de Nelson’s Landing, una playa popular a orillas del río Colorado, el límite natural entre Nevada y Arizona. Es el mismo lugar donde, hace más de un siglo, los barcos fluviales desembarcaban a los aspirantes a mineros, quienes luego eran trasladados a caballo hasta el campamento.
En la actualidad, la propiedad pertenece a Tony y Bobbie Worly, quienes la adquirieron hace 30 años. La pareja ha dedicado años a restaurar los edificios, que añade su propia colección de antigüedades y objetos curiosos. El resultado es un ambiente único que combina la historia con la estética del cine, lo que explica por qué la mina Techatticup se ha convertido en un escenario popular para películas, que incluye “3000 Miles to Graceland” (2001) protagonizada por Kevin Costner.
“Cuando la compramos, todo estaba en ruinas”, menciona Bobbie Worly. “No había puertas ni ventanas, todo estaba lleno de basura y ratones”.
Actualmente, la mina Techatticup es mucho más que un recuerdo del pasado. Es un destino popular para bodas, sesiones fotográficas y excursiones turísticas. Aunque la extracción de oro ya no forma parte de sus planes, la mina Techatticup sigue brillando como un testimonio de la historia de Nevada y el espíritu del Salvaje Oeste.