Alabama ejecutará a un hombre por el asesinato de una pareja de ancianos hace 20 años

El estado de Alabama (Estados Unidos) se dispone a ejecutar a Jamie Ray Mills, quien fue condenado por el brutal asesinato de una pareja de ancianos hace 20 años.

Mills, de 50 años, será ejecutado este jueves por la noche en una prisión del sur de Alabama y se suma a la primera ejecución con gas nitrógeno que se llevó a cabo en el país en enero. La inyección letal sigue siendo el método principal de pena capital a menos que el condenado haya solicitado la opción de gas nitrógeno.

De acuerdo con ABC News, Mills fue condenado por el asesinato capital de Floyd Hill, de 87 años, y su esposa Vera Hill, de 72, en la localidad de Guin, situada a unos 130 kilómetros al noroeste de Birmingham. Según los fiscales, Mills y su esposa acudieron a la casa de la pareja, donde él los atacó con un martillo, una herramienta de neumáticos y un machete con el fin de robar medicamentos recetados y 140 dólares.

Floyd Hill era el cuidador principal de su esposa, quien estaba en mal estado de salud debido a la diabetes. La escena del crimen fue descubierta cuando la nieta de la pareja no pudo localizar a sus abuelos y la policía acudió al domicilio donde encontró los cuerpos en charcos de sangre en el cobertizo del patio trasero.

Durante su juicio en 2007, Mills mantuvo su inocencia y durante el proceso ha solicitado la intervención de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Sus abogados argumentan que hay nuevas pruebas que demuestran que “la fiscalía mintió sobre tener un acuerdo de declaración de culpabilidad con la esposa de Mills para evitar la pena de muerte si testificaba en contra de él”.

“El estado de Alabama planea ejecutar a Jamie Mills mediante inyección letal el 30 de mayo a pesar de nuevas pruebas que indican que los fiscales obtuvieron su condena ilegalmente al decir falsamente al juez y al jurado que no habían hecho un trato con la testigo estrella del estado”, según publicó la Iniciativa de Justicia Igualitaria en su sitio web.

La oficina del Fiscal General de Alabama, dirigida por Steve Marshall, pidió a los jueces permitir que la ejecución continuara, sosteniendo que el fiscal y el investigador niegan la existencia de acuerdo alguno. Afirmaron que también hay otras pruebas que conectan a Mills con el crimen.

De acuerdo con la agencia AP, en el juicio, el jurado escuchó que las armas homicidas fueron encontradas en el maletero del coche de Mills junto con un par de pantalones con su nombre, manchados con la sangre de una de las víctimas. Los abogados defensores argumentan que el maletero estaba desbloqueado y que los objetos podrían haber sido colocados allí por otra persona.

Resaltaron que las armas homicidas contenían ADN no identificado, lo cual concordaría con la teoría de la defensa de Mills de que fue incriminado por un traficante de drogas que fue arrestado la noche de los asesinatos con las píldoras de las víctimas y una gran cantidad de dinero en efectivo.

En una declaración en febrero, el abogado defensor de JoAnn Mills, Tony Glenn, afirmó que, antes del juicio de 2007, se reunió con el fiscal del distrito, quien acordó permitirle declararse culpable de un cargo menor si testificaba. En el estrado, JoAnn Mills dijo que solo esperaba obtener “algún perdón de Dios” al testificar.

JoAnn Mills se convirtió en la testigo clave contra su esposo. Declaró que, después de pasar toda la noche fumando metanfetamina, su esposo le dijo que iban a ver a un hombre para obtener dinero y que ella debía seguir su ejemplo en la casa. Una vez en la casa, JoAnn Mills declaró haber visto a su esposo golpear repetidamente a la pareja en el cobertizo del patio trasero, según los documentos judiciales.

Además, la defensa de Jamie Mills argumentó en sus apelaciones finales que la fiscalía no reveló un acuerdo con ella Mills y que “el protocolo de inyección letal del estado está plagado de problemas. Aseveraron que Alabama somete a los presos a un ‘proceso de ejecución innecesariamente prolongado y tortuoso’, donde los reclusos permanecen atados a la camilla durante un largo período antes de la inyección letal, sin acceso a un abogado”. El estado calificó esta afirmación como sin mérito.

El señor Floyd Hill murió a causa de heridas por fuerza contundente y cortante en la cabeza y el cuello, mientras que Vera Hill murió cerca de 12 semanas después por complicaciones derivadas del trauma craneal.

Según documentos judiciales, Vera Hill fue en gran medida incapaz de hablar después del ataque, salvo para llamar a su esposo. En el momento de los asesinatos, Mills había dejado recientemente su trabajo como mecánico de automóviles en una gasolinera, donde su jefe lo describió como un “trabajador duro”.

Estaba retrasado en más de 10.000 dólares en pagos de manutención infantil para sus dos hijos, estaba molesto por la mala salud de sus padres y había recaído en el consumo de drogas, agregaron los documentos judiciales.

El jurado condenó a Mills por asesinato capital y votó 11-1 a favor de la pena de muerte, que un juez impuso. JoAnn Mills también fue acusada de asesinato capital, pero después de testificar contra su esposo, se declaró culpable de un cargo reducido de asesinato y recibió una condena a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional, y continúa encarcelada.